La Virgen de Coromoto nos habla hoy. Por Padre Edduar Molina Escalona

DESDE MI PARROQUIA



En tiempos de tragedia nuestro pueblo venezolano nunca ha estado solo, la presencia materna y cercana intercesión de nuestra Virgen de Coromoto se ha hecho presente.

Al inicio de nuestra historia con la llegada de los españoles a los llanos portugueseños en 1591, la realidad indígena, al igual que hoy, es de huida, de migración forzada en su propia tierra, en las impenetrables montañas el Cacique de los cospes escuchó el llamado de la Bella Mujer a salir del bosque junto a los tuyos, es decir, en familia, a rescatar la comunidad, a volver juntos para reconstruir la Iglesia viva, para integrarse juntos al proyecto del bien común: cultivar el campo y emprender junto al trabajo, el estudio de la doctrina cristiana.

Al igual que nuestros hermanos Cospes, necesitamos escuchar el llamado de la Virgen y salir de nuestros bosques, de nuestras comodidades, de los nidos de las seguridades y apegos que no permiten reconocer al otro, para encontrarnos de nuevo en el reto de emprender juntos, apostar por lo hecho en Venezuela, creer en las enormes potencialidades con que Dios nos ha bendecido como Nación consagrada a Él y poner todo nuestro talento al servicio del nuevo país que todos soñamos.

Necesitamos volver a tomar conciencia del encargo de nuestra Coromoto, en los comienzos de 1652 en la quebrada del río Tucupido, cuando indicó al Cacique ve donde los blancos para que les echen agua sobre la cabeza y puedan subir al Cielo". Es el llamado a un bautismo de conversión, de una mentalidad y un corazón nuevo que, como vasijas nuevas, nos permitan llevar el vino nuevo de la gracia y el amor de Dios derramados en nuestros corazones.

La Virgen de las sabanas de Guanare también quiere que vayamos a los que no piensan ni actúan como nosotros, a los blancos, a los de otra raza, pues el Reino de Dios es universal y traspasa nuestras fronteras étnicas, culturales, ideológicas y nos mueve a buscar lo que nos une y no lo que nos separa. Manifiesta así el designio divino de hermanar a hombres y mujeres procedentes de pueblos étnicamente diversos, pero llamados a ser hijos de Dios por medio del sacramento del Bautismo unidos en una sola fe, esperanza y caridad.

La reliquia de la Virgen de Coromoto mide 27 milímetros de alto por 22 de ancho y es de un material tipo pergamino o papel de seda; la muestran sentada en un trono, coronada como Reina. Ella de medio cuerpo sentada y sosteniendo al Niño Jesús en su regazo. La Virgen cubre sus hombros con un manto, y un velo cae simétricamente sobre sus cabellos, cubriéndolos devotamente. Por su parte, el Divino Niño coronado como Rey con la mirada al frente, sostiene el mundo en su mano izquierda y con la mano derecha levantada hace el gesto de bendecir. Toda una catequesis sobre la Centralidad y el Señorío Universal de Cristo y la Maternidad divina de Nuestra Señora.

María de Coromoto es una perenne llamada a vivir nuestra fe con buenas obras y ser fieles al Señor. Ser católicos implica afrontar los retos que se presentan a nuestra fe. Tal como nos propuso el Santo Juan Pablo II en su visita a Guanare, es una invitación a revitalizar la fe; a amar a la Iglesia y a la humanidad con el mismo amor de Cristo; a llevar a cabo la nueva evangelización en la línea de las bienaventuranzas, con espíritu de pobreza, mansedumbre, aceptación de los sufrimientos y persecuciones, trabajando por la justicia y la paz; y a comprometerse en la edificación de una sociedad más fraterna y solidaria.

El 7 de octubre de 1944, el Papa Pío XII la declaró "Patrona de la República de Venezuela" y su coronación canónica se celebró tres siglos después de la aparición, en 1952. Su majestuoso Santuario Nacional fue consagrado el 10 de enero de 1996 por Juan Pablo II.

¡En tiempos de pandemia, los venezolanos elevamos nuestra súplica a la Aurora Jubilosa, de una Patria soberana! ¡Salve, Virgen de los llanos! Acudimos a Ti con la misma plegaria del Papa peregrino para reafirmar nuestra fe en Jesucristo

Virgen y Madre nuestra de Coromoto, que siempre has preservado la fe del pueblo venezolano. En tus manos pongo sus alegrías y esperanzas, las tristezas y sufrimientos de todos tus hijos. Ayuda a los católicos a ser sal y luz para los demás, como auténticos testigos de Cristo, presencia salvadora del Señor, fuente de paz, de alegría, de esperanza. Reina y Madre Santa de Coromoto, ilumina a quienes rigen los destinos de Venezuela, para que trabajen por el progreso de todos, salvaguardando los valores morales y sociales cristianos. Ayuda a todos y cada uno de tus hijos e hijas, para que, con Cristo Nuestro Señor y Hermano, caminen juntos hacia el Padre, en la unidad del Espíritu Santo. Amén.

*Mérida, 12 de septiembre de 2021*

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