Teología de los Medios de Comunicación

Teología de los Medios de Comunicación
Fuente Cathopic.com
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Alumno: Luis Miguel García Acevedo
C.I: 25.628348


La comunicación como hecho humano


La comunicación se constata como hecho de experiencia en cada uno de los individuos de la especia humana. La madre, cuando lleva en su seno una nueva vida, comunica al feto emociones, sentimientos, estados de ánimo, palabras, canciones. Estas formas de expresión son experimentadas por el fetocomo un modo de comunicación, si bien de una forma inconsciente, instintiva, espontánea y gradual. 


Cuando el niño nace realiza su primer acto de comunicación por medio del llanto, es su forma de expresar la confusión que le genera su salida del vientre materno para enfrentarse al mundo externo. Más adelante, ese llanto manifestará hambre, sueño, dolor… será su forma de manifestar y comunicar lo que experimenta en su interior. 


Después, comienzan los gestos más “sofisticados”: los señalamientos, las risas, las expresiones faciales de gusto y disgusto… hasta pronunciar sus primeras palabras: papá, mamá, agua. Son las bases rudimentarias del lenguaje comunicativo que ha ido adquiriendo por medio de la escucha y la repetición. Se asocia una persona, una cosa, con una palabra en concreto. Prosigue así, en el niño, su adquisición y uso del lenguaje como medio de comunicación. 

La reflexión fenomenológica sobre estos hechos manifiesta que el hombre es un ser comunicativo, que tiene necesidad de expresarse, que es capaz de entablar relaciones por medio del lenguaje. Será tarea de la reflexión filosófica establecer el fundamento último de esta realidad. Es así, como desde los inicios de la especulación filosófica, los grandes pensadores dedicaron su tiempo y esfuerzo a manifestar y fundamentar el ser social y comunicativo del hombre. 


Desde la antropología se enseña que el hombre tiene como atributo esencial la interioridad, es esto lo que lo distingue del animal. El hombre, aunque también vive en el mundo como el animal, es capaz de separarse de las cosas, enfocar su atención, entrar dentro de sí y ocuparse de sí mismo, esto se manifiesta en su actividad de pensar y meditar. 

Esa capacidad de “ensimismarse” ha sido desarrollada de forma eminente por la filosofía occidental, desde Sócrates –conócete a ti mismo- hasta la reditio completa de Santo Tomás de Aquino, pasando por Platón, Aristóteles, Plotino y el gran filósofo de la interioridad San Agustín. Así, la comunicación por medio del lenguaje discursivo, es un elemente esencial y exclusivo del hombre.  


Los animales no hablan sino se comunican a través de señales fijas, inmutables, naturales. El hombre, por su parte, usa un lenguaje que cambia, es variable y convencional. De hecho, los diversos idiomas, con distintas palabras indican los mismos conceptos. El hombre es inteligente y por esto es capaz de hablar, él expresa sus conceptos a través de palabras y así se comunica con los demás, el hombre se expresa por medio de signos convencionales y simbólicos, creados por él mismo.


Desde la perspectiva metafísica, la capacidad comunicativa, discursiva y de lenguaje del hombre, se fundamenta en su naturaleza, es decir, en su ser animal-racional; en su capacidad de relación y en su estructura ontológica orientada a vivir en sociedad. Ello fundamenta el hecho de que el hombre perciba; formule conceptos, ideas, argumentos; experimente sentimientos, emociones y finalmente los exprese por medio de un lenguaje significativo, ya sean gestos, palabras, escritos, imágenes. 

Por último, la comunicación como hecho humano, se fundamenta en la concepción teológica del hombre como “imagen y semejanza de Dios”. Dios es el Ser comunicativo por excelencia, en su estructura Trinitaria se mantiene una comunicación subsistente entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. No podía la criatura más perfecta del mundo, el hombre, dejar de manifestar en su ser, aunque de modo imperfecto y limitado, la maravilla del lenguaje creador y creativo. 

Influencia de los medios de comunicación en la historia

El hombre, que se descubre como capaz de transmitir un mensaje, ha usado diversos medios a lo largo de la historia para dar a conocer aquello que le parece importante, sea de forma subjetiva u objetiva. Un medio de comunicación es un canal, a través del cual, se transmite un mensaje a un auditorio; a veces determinado, otras indeterminado. Ciertamente, cuando hoy en día se usa el término “medios de comunicación”, la mayoría de las personas se imaginan todo lo relacionado al internet y a las redes sociales actuales: Facebook, Instagram, Tik Tok, entre otros. Todavía algunos recuerdan la televisión, la radio y, ya muy pocos, el periódico o revistas de publicación. 


Sin embargo, las primeras civilizaciones no contaban con los medios sofisticados que hoy se conocen. Por ello, utilizaban lo que estaba a su alcance para comunicarse; en general, disponían de lo que la naturaleza les ofrecía: el humo, el barro, algunos pigmentos naturales, entre otros. Es así como, por ejemplo, en la cueva de Altamira (España) se encontraron uno de los descubrimientos pictóricos más importantes de la historia. Ya el hombre de hace 22.000 años se comunicaba, en este caso, por medio del arte. 


No obstante, fue hasta el nacimiento de la imprenta, a mediados del siglo XV, cuando comenzó una ola de impresiones de libros que aceleraron la comunicación y la transmisión de ideas en dimensiones antes desconocidas. De región en región y de Reino en Reino, las ideas iban inundando todos los espacios y, con ello, el poder de influencia de las mismas en los territorios que abarcaba. 


El influjo de la imprenta se vio reflejado en las transformaciones que se dieron en el ámbito político, religioso, económico y socio-cultural de los siglos posteriores a la invención de la misma. La Reforma Protestante, por ejemplo, usó abundantemente este medio para transmitir sus ideas y crear así la división tanto política de los reinos alemanes como religiosa de la Iglesia Católica. 

Después de varios siglos se inventa la Radio y se inician sus primeras transmisiones comerciales (1894); de la misma manera, años más tarde aparece la Televisión (1926). Estos dos medios de comunicación dominaron la esfera de las transmisiones en vivo y grabadas hasta los años 1990, aproximadamente. Junto a los periódicos, la radio y la televisión influyeron de forma definitiva en la configuración del
siglo pasado. 


Los acontecimientos más importantes eran transmitidos en vivo, tanto por las ondas hertzianas, como por los distintos canales de televisión. El mundo de la política, de la religión, de la economía y de la cultura llegaba hasta muchos de los hogares del mundo. Además, estos medios comenzaron a utilizarse como instrumentos de información y, no pocas veces, de manipulación.  Las distintas corrientes de pensamiento e ideologías iban acaparando las editoriales, las estaciones de radio y los canales de televisión para transmitir aquello que favoreciera su propia posición.  


Años más tarde, la invención del internet revolucionó el mundo de las comunicaciones y se acrecentó su poder de influencia, positivo y negativo, en los hombres y mujeres de la sociedad. Hoy en día, con las distintas redes sociales, casi todos los hombres del planeta tienen la capacidad de influir de determinada manera en los demás.


Ello ha traído muchos beneficios: la conciencia de ser transformadores del mundo, la transmisión de informaciones valiosas, el establecimiento de relaciones de amistad con personas de cualquier parte del mundo, la denuncia de los males que aquejan los pueblos, la evangelización digital, entre otros. Sin embargo, junto a las bondades, también han surgido no pocas dificultades y problemas: la exposición
desenfrenada de la propia información, el abuso por medio de la pornografía, los fenómenos de los “hackers”, la manipulación política, social, religiosa y cultural, entre otros. 


En conclusión, puede decirse que los medios de comunicación poseen un poder de influencia inmenso en el ser humano. Depende del uso que se le dé puede ayudar al hombre tanto individual como colectivamente. Es por ello necesario crear conciencia de una ética que promueva el buen y recto uso de los mismos para que beneficien al ser humano y lo alejen de sus efectos perjudiciales.            

Tarea evangelizadora de la Iglesia en los medios

El Papa Juan XXIII, con la convocación del Concilio Vaticano II el 25 de enero de 1959, llamó a la Iglesia Universal a un “aggiornamento”, es decir, a una “puesta al día” de la Iglesia. Se trataba de una renovación en sus métodos y formas de transmitir la fe y el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo. Se quería dar una mano amiga a todo lo positivo que la cultura moderna poseía, alejándose así de una visión demasiado negativa de la sociedad y la cultura de la época. 

Se comenzó a hablar de una “Nueva Evangelización” que llegara de forma más rápida y expansiva al mundo entero. Para ello, se necesitaba hacer uso de los modernos medios de comunicación, específicamente la radio y la televisión. Fruto de esta preocupación de los padres conciliares, el Papa Pablo VI publicó un decreto llamado Inter mirifica sobre los medios de comunicación social (04 de diciembre de 1963). 

El Papa Pablo VI, alabando los inventos producidos por el ingenio humano, se refiere de manera particular a aquellos que: “por su naturaleza, pueden llegar no sólo a los individuos, sino también a las multitudes y a toda la sociedad humana, como son la prensa, el cine, la radio, la televisión y otros similares que, por ello mismo, pueden ser llamados con razón medios de comunicación social”.  

Con este decreto, los padres conciliares y el Papa Pablo VI alientan a toda la Iglesia a usar rectamente de los medios de comunicación, pues ellos “contribuyen eficazmente a descansar y cultivar el espíritu y a propagar y fortalecer el Reino de Dios”. En efecto, así sucederá a partir de la publicación de dicho decreto hasta los actuales momentos, con la intención de contribuir de forma eficaz a la salvación de los fieles y al progreso del género humano. 

Para realizar la tarea evangelizadora, el Sumo Pontífice alentó y promovió la creación de espacios propios para la difusión del mensaje evangélico y la participación en los medios ya establecidos por los diferentes ámbitos de la sociedad. Todo ello, garantizando que se cumplieran y pusieran en práctica los principios morales de la Iglesia. Sería tarea de los Obispos organizar la creación de dichos espacios y promover que sus sacerdotes y fieles laicos vivificaran con espíritu cristiano los ambientes de los medios de comunicación social. 

De esta manera, se comenzó a transmitir la información acerca de la Nueva Evangelización y de los acontecimientos eclesiales más importantes a través de los distintos medios de comunicación, buscando permanecer en la veracidad e integridad de lo que se informaba, promoviendo la caridad y la justicia cristianas y evitando todo aquello que denigrara a algún individuo o determinada sociedad. 

Además, se inició la promoción del uso de los medios de comunicación en los distintos apostolados, para transmitir a Cristo y su Evangelio y para dar testimonio de la vida cristiana. Así, se crearon distintas editoriales católicas, programas radiales y televisivos, películas católicas y otros medios que contribuyeron de forma efectiva en la transmisión del mensaje de salvación, en la educación de los fieles laicos y en la aparición, cada vez más latente, del aspecto religioso en los distintos medios de comunicación. No se puede olvidar cómo los últimos Papas, comenzando por Pablo VI, pasando por Juan Pablo II y Benedicto XVI hasta llegar a Francisco, han alentado, alabado y promovido el uso de los medios de comunicación en la vida de la Iglesia, no ya como un accesorio, sino como un medio indispensable para la predicación del Evangelio y la transmisión de los valores cristianos y católicos. 

Los últimos veinte años del presente siglo han hecho que la Iglesia esté constantemente actualizándose en el uso de los nuevos medios de comunicación y las redes sociales. Un ejemplo claro de ello fue el histórico primer “tuit” de la cuenta personal de Su Santidad Benedicto XVI el 12 de diciembre del año 2012: “Queridos amigos, me uno a vosotros con alegría por medio de Twitter. Gracias por vuestra respuesta generosa. Os bendigo a todos de corazón.” Con este gesto, quien para muchos era un alejado Papa conservador, entró en un nuevo Ágora, en un nuevo medio de evangelización que prontamente contaría con miles y millones de “likes” y seguidores. Actualmente, ya nos hemos acostumbrado al
uso cotidiano que el Papa Francisco hace de este medio, con palabras precisas, el Sucesor de Cristo en la tierra puede transmitir su predicación y evangelizar a millones de personas en el mundo en tan sólo pocos segundos. Un ejemplo que han seguido la mayoría de los obispos, sacerdotes y laicos cristianos de todo el mundo. 

En nuestros días, basta lanzar una mirada a las distintas redes sociales para descubrir la omnipresencia de la Iglesia, sus representantes y algunos fieles laicos en cada una de ellas. Ciertamente, sería ingenuo considerar todo ello como evangelización; siendo claros, se debe reconocer que en no pocas ocasiones se encuentran sacerdotes y religiosos que, en vez de ser transmisores del evangelio, se transmiten a sí mismos o se dejan llevar por las superficialidades del momento. Esto es una tentación de la que ninguno estamos
exentos.

Para concretar la presencia de la Iglesia en los medios se pueden traer a colación algunos ejemplos edificantes: el periódico del Vaticano L’Osservatore Romano, la estación Radio Maria, el canal de televisión americano EWTN, la cuenta oficial del Papa Francisco @Pontifex, la página web de los Padres de San Elías www.qntlc.com, entre otros.    

Recordando al Papa emérito Benedicto XVI podemos retomar su pensamiento sobre los medios de comunicación social como un nuevo “Ágora” desde el cual se debe predicar y evangelizar al mundo entero. Un acontecimiento que ha reforzado esta idea es la presencia de la Pandemia a causa del Covid-19.


¡Cuántas personas han vivido la Misa por medio de la Televisión, la Radio, Facebook, Instagram! ¡Cuántos cursos de formación para sacerdotes y laicos! ¡Cuántas transmisiones de Adoración al Santísimo! Sí, los medios de comunicación han sido un canal privilegiado para mantener el contacto con Dios, con su gracia, con la comunión fraterna. Quisiera terminar con la imagen del Papa Francisco celebrando la Misa solo en la Plaza de San Pedro. Este histórico acontecimiento nos llevó a pensar que estamos en un cambio de época, donde los medios se tornan imprescindibles en la misión evangelizadora de la
Iglesia.

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