Desde mi Parroquia
por Padre Edduar Molina Escalona
Fue un 12 de marzo de 1622, cuando el Papa Gregorio XV canonizaba solemnemente a cinco santos que, con el paso del tiempo, serían reconocidos como grandes figuras de la historia de la Iglesia, cuatro de ellos españoles: san Felipe Neri, santa Teresa de Jesús, san Ignacio de Loyola, san Francisco Javier y san Isidro Labrador.
De este modo, en este jubilar año 2022 celebramos el cuarto centenario de este gran acontecimiento para la Iglesia y, además, el 850 aniversario de la devoción popular que se tributó a san Isidro Labrador desde su muerte, que según las fuentes tuvo lugar en el año 1172.
Para celebrar este acontecimiento eclesial, el Papa Francisco ha concedido a la archidiócesis de Madrid un Año Jubilar de san Isidro, que se prolongará desde el 15 de mayo de 2022 hasta el 15 de mayo de 2023, con toda una programación de variadas actividades que harán memoria de un Santo tan presente en la humildad de nuestros campos andinos.
La santidad en la vida de la Iglesia se palpa en el sentir del pueblo fiel de Dios, hablamos hoy de camino sinodal, como tiempo de escucha de Dios y de la voz de su pueblo, que reconoce con profunda devoción a un sencillo labriego, como modelo de eso que llamó san Benito en su regla ora et labora, reza y trabaja. En el santo labrador madrileño reconocemos su abandono a la voluntad de Dios, su amor a los pobres y menesterosos, su oración confiada, su trabajo vivido bajo la mirada providente del Padre.
En la historia quedó registrado, en forma de códice, lo que los cristianos de Madrid se transmitían unos a otros, la piedad sencilla que se extendió como agradable fragancia de Cristo por todos los rincones y aldeas del mundo, hasta el punto de ser nombrado por el Papa Juan XXIII en el año 1960 como patrono de los agricultores españoles.
En una sociedad tan urgida de modelos de vida familiar, san Isidro, junto con su esposa, santa María de la Cabeza, y su hijo, Illán, se nos presentan como un verdadero ejemplo de Iglesia doméstica, unida en el amor mutuo, ellos mejor que nadie pusieron en práctica eso de que familia que reza unida, permanece unida.
San Isidro fue un verdadero “amigo de Dios”, un hombre que “vivió como discípulo de Cristo y anunció el Evangelio de la misericordia, dándonos ejemplo del cuidado de la casa común, al igual que el pobre de Asís, comprendió que la tierra, el agua, los animales y las plantas eran sus hermanos. También nos deja la senda generosa de un santo de la misericordia, él fue maestro de eso que enseña Jesús, dar todo lo que tenía para vivir (Lc 21, 1-4). Aun siendo un obrero que no cultivó en tierra propia, de su pequeña ganancia siempre había trigo para los más pobres y menesterosos, y hasta para las aves, dejando caer por el camino su trigo.
En palabras del Papa Francisco, un “santo de la puerta de al lado”, atento a las necesidades de todos, buscador de la justicia y la verdad en el mundo laboral, constructor de la fraternidad entre todos, con todos y para todos”… Así era este hombre que vivió en el Madrid del siglo XII, manifestando con su vida que Dios “está con nosotros”.
En una sociedad acostumbrada a que todo me lo den, que bueno mirar este modelo de trabajo, compromiso y generosidad, constructores de esperanza. Que el Señor envíe muchos Isidros labradores a una Venezuela que está necesitada de volver a fecundar sus campos.
En san Isidro se cumplen aquellas palabras del Señor: “Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. (Mt 11,25)
Mérida, 15 de mayo de 2022
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