Moniciones, Evangelio y lecturas del SÁBADO 30 de Marzo de 2024 SÁBADO SANTO, VIGILIA PASCUAL. (liturgia completa)

Contenido de este artículo

Color litúrgico: Blanco.

Sábado Santo

Durante el Sábado Santo, la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando en su pasión y muerte, y se abstiene de celebrar el sacrificio de la misa (por lo que conserva el altar enteramente desnudo) hasta que, después de la Vigilia solemne o espera nocturna de la resurrección, se desborda la alegría pascual, cuya exuberancia inunda los cincuenta días subsiguientes. Hoy no puede darse la sagrada comunión más que a modo de viático.

Vigilia Pascual

Según una tradición muy antigua, ésta es una noche de vigilia en honor del Señor (Ex 12,42). Los fieles, llevando en la mano lámparas encendidas, se asemejan a quienes esperan el regreso de su Señor para que,cuando él vuelva, los encuentre vigilantes y los haga sentar a su mesa. La celebración de la Vigilia se desarrolla de la siguiente manera: después de la breve liturgia de la luz o “lucernario” (primera parte de la Vigilia), la santa Iglesia, llena de fe en las palabras y promesas del Señor, medita los portentos que él obró desde el principio a favor de su pueblo (segunda parte o liturgia de la Palabra) y cuando el día de la resurrección está por llegar, encontrándose ya acompañada de sus nuevos hijos, renacidos en el bautismo (tercera parte), es invitada a la mesa que el Señor ha preparado para su pueblo, por medio de la muerte y resurrección (cuarta parte). Toda la celebración de la Vigilia pascual se hace en la noche, de modo que no debe comenzar antes del principio de la noche del sábado, ni terminar después del alba del domingo. La misa de la Vigilia, aunque se celebre antes de la medianoche, es ya la misa pascual del Domingo de Resurrección. Los fieles que participan en la misa de la Vigilia Pascual, pueden comulgar también en la misa diurna de la Pascua. El sacerdote que celebra o concelebra la misa de la Vigilia, puede también celebrar o concelebrar la misa diurna de la Pascua. El sacerdote y los ministros se revisten desde el principio con los ornamentos blancos de la misa.

MONICIÓN DE AMBIENTACIÓN

Hermanos: ya entrada la noche, nos hemos reunido para celebrar la solemne Vigilia Pascual, la noche más santa, la fiesta más importante del año litúrgico, la “Solemnidad de las solemnidades”: celebramos la Resurrección de Cristo y nuestra propia resurrección. Es una vigilia de gozosa celebración de la resurrección de Jesús, que nos hace pasar a cada uno de nosotros, de la muerte a la vida. El templo está a oscuras. Es la oscuridad de la vida alejada de Dios. Pero, en esta oscuridad surge una luz: Cristo que ilumina a todos los que le siguen. En la solemne Vigilia Pascual, toda la Iglesia se alegra y canta con el triunfo de Jesús. En Él, Dios Padre nos ha mostrado su voluntad de que la muerte no tiene la última palabra. Por eso, esta es la noche para regocijarnos en el amor de Dios, amor que siempre quiere la vida, la libertad y la alegría. Muchos gestos acompañan el festejo de esta noche: el fuego de la luz nueva, el pregón pascual, la Palabra, el agua de la vida nueva, la eucaristía; en fin, todo aquello con lo cual queremos alabar a Dios y renovar nuestra vida de hijos e hijas de Dios. Celebremos, pues, a Cristo Resucitado, velando, cobrando ánimo al vivir los signos de la liturgia.

Primera parte:

Lucernario o solemne comienzo de la Vigilia bendición del fuego

MONICIÓN A LA BENDICION DEL FUEGO

La primera parte de esta Vigilia celebra a Cristo, luz que ilumina a todo hombre, simbolizado en el cirio pascual, alegórico a la resurrección. Miremos hacia la entrada del templo, el celebrante bendecirá el fuego nuevo, signo de la presencia de Dios y expresión de luz, calor, fuerza y vida.

Se apagan todas las luces de la Iglesia. En un lugar adecuado, fuera de la Iglesia, se enciende el fuego. Congregado allí el pueblo, llega el sacerdote con los ministros. Uno de los ministros lleva el cirio pascual. Si las circunstancias no permiten encender el fuego fuera de la Iglesia, todo este rito se desarrolla como se indicará más adelante. El sacerdote saluda, como de costumbre, al pueblo congregado y le hace una breve exhortación, con estas palabras u otras semejantes:

Hermanos: En esta noche santa, en que nuestro Señor Jesucristo pasó de la muerte a la vida, la Iglesia invita a todos sus hijos, diseminados por el mundo, a que se reúnan para velar en oración. Conmemoremos, pues, juntos, la Pascua del Señor, escuchando su palabra y participando en sus sacramentos, con la esperanza cierta de participar también en su triunfo sobre la muerte y de vivir con él para siempre en Dios.

9. Enseguida bendice el fuego:

Oremos.

Dios nuestro, que por medio de tu Hijo nos has comunicado el fuego de tu vida divina, bendice † este fuego nuevo y haz que estas fiestas pascuales enciendan en nosotros el deseo del cielo, para que podamos llegar con un espíritu renovado a la fiesta gloriosa de tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. R Amén.

Con el fuego nuevo se enciende el cirio pascual. Una vez bendecido el fuego nuevo, un acólito o uno de los ministros lleva el cirio pascual ante el celebrante. Éste, con un punzón, graba una cruz en el cirio. Después, traza sobre él la letra griega Alfa, y debajo, la letra Omega; entre los brazos de la cruz traza los cuatro números del año en curso, mientras dice:

1.    

Cristo ayer y hoy,

traza la línea vertical;

2.      Principio y fin,

traza la línea horizontal;

3.      Alfa

traza la letra Alfa, arriba de la línea vertical;

4.   y Omega.

traza la letra Omega, abajo de la línea vertical;

5.   Suyo es el tiempo

traza el primer número del año en curso, en el ángulo superior izquierdo de la cruz;

6.   y la eternidad.

traza el segundo número del año, en el ángulo superior derecho;

7.  A él la gloria y el poder,

traza el tercer número del año en el ángulo inferior izquierdo;

8.   por los siglos de los siglos. Amén.

traza el cuarto número del año en el ángulo inferior derecho.

Después de haber trazado la cruz y los demás signos, el sacerdote puede incrustar en el cirio cinco granos de incienso, en forma de cruz, diciendo al mismo tiempo.

1. Por sus santas llagas

2.   gloriosas,

3.   nos proteja

4.   y nos guarde

5.   Jesucristo nuestro Señor. Amén.

El celebrante enciende el cirio pascual con el fuego nuevo, diciendo:

Que la luz de Cristo, resucitado y glorioso, disipe las tinieblas de nuestro corazón y de nuestro espíritu.

Procesión

MONICIÓN A LA PROCESION CON EL CIRIO

En la procesión que iniciamos, Jesucristo nos precede como luz que alumbra las naciones. Por eso, toda nuestra celebración estará presidida por el cirio pascual, símbolo de Cristo resucitado.

A continuación el diácono o, en su defecto, el sacerdote, toma el cirio pascual y, manteniéndolo elevado, canta él solo:

S Cristo, luz del mundo.

A Demos gracias a Dios.

Todos entran en la Iglesia, precedidos por el diácono (o el sacerdote) que lleva el cirio pascual. Si se emplea el incienso, el turiferario precederá al diácono. En la puerta de la Iglesia, el diácono se detiene y elevando el cirio, canta por segunda vez:

S Cristo, luz del mundo.

Y todos responden:

A Demos gracias a Dios.

Al llegar ante el altar, el diácono, vuelto hacia el pueblo, canta por tercera vez:

S Cristo, luz del mundo.

Y todos responden:

A Demos gracias a Dios.

Entonces se encienden las luces del templo.

Pregón Pascual

El sacerdote se dirige a la sede. El diácono pone el cirio pascual en el candelabro, que está preparado en medio del presbiterio o junto al ambón. Después de poner incienso en el incensario, si éste se ha utilizado, el diácono pide y recibe, como lo hace en la misa antes del Evangelio, la bendición del sacerdote, el cual dice en voz baja:

S El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que proclames dignamente su pregón pascual; en el nombre del Padre, y del Hijo † y del Espíritu Santo. A Amén.

Esta bendición se omite si el pregón pascual es proclamado por otro que no sea el diácono. Si se usa el incienso, el diácono o, en su defecto, el sacerdote, inciensa el libro y el cirio. Luego proclama el pregón pascual desde el ambón o desde el púlpito. Todos permanecen de pie teniendo en sus manos las velas encendidas. El pregón pascual puede ser proclamado, en caso de necesidad, por un cantor que no sea diácono. En este caso, el cantor omite desde las palabras Por eso, queridos hermanos hasta el final del invitatorio: el resplandor de su luz, así como el saludo El Señor esté con vosotros. El pregón puede cantarse también en su forma breve.

Forma larga del pregón pascual

Exulten por fin los coros de los ángeles, exulten las jerarquías del cielo, y por la victoria de Rey tan poderoso que las trompetas anuncien la salvación.

Goce también la tierra, inundada de tanta claridad, y que, radiante con el fulgor del Rey eterno, se sienta libre de la tiniebla que cubría el orbe entero.

Alégrese también nuestra madre la Iglesia, revestida de luz tan brillante; resuene este templo con las aclamaciones del pueblo.

(Por eso queridos hermanos, que asisten a la admirable claridad de esta luz santa, invoquen conmigo la misericordia de Dios omnipotente, para que aquel que, sin merito mío, me agregó al número de los diáconos, infundiendo el resplandor de sus luz, me ayude a cantar las alabanzas de este cirio)

S El Señor esté con ustedes.                     A Y con tu espíritu.

S Levantemos el corazón.                        A Lo tenemos levantado hacia el Señor.

S Demos gracias al Señor, nuestro Dios. A Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario aclamar con nuestras voces y con todo el afecto del corazón a Dios invisible, el Padre todopoderoso, y a su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

Porque él ha pagado por nosotros al eterno Padre la deuda de Adán y, derramando su sangre, canceló el recibo del antiguo pecado. Porque éstas son las fiestas de Pascua, en las que se inmola el verdadero Cordero, cuya sangre consagra las puertas de los fieles.

Ésta es la noche en que sacaste de Egipto a los israelitas, nuestros padres, y los hiciste pasar a pie el mar Rojo.

Ésta es la noche en que la columna de fuego esclareció las tinieblas del pecado.

Ésta es la noche en que, por toda la tierra, los que confiesan su fe en Cristo son arrancados de los vicios del mundo y de la oscuridad del pecado, son restituidos a la gracia y son agregados a los santos.

Ésta es la noche en que, rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo. ¿De qué nos serviría haber nacido si no hubiéramos sido rescatados? ¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros! ¡Qué incomparable ternura y caridad! ¡Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo!

Necesario fue el pecado de Adán, que ha sido borrado por la muerte de Cristo. ¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!

¡Qué noche tan dichosa! Sólo ella conoció el momento en que Cristo resucitó de entre los muertos. Ésta es la noche de la que estaba escrito: «Será la noche clara como el día, la noche iluminada por mí gozo.»

Y así, esta noche santa ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos.

En esta noche de gracia, acepta, Padre santo, este sacrificio vespertino de alabanza que la santa Iglesia te ofrece por medio de sus ministros en la solemne ofrenda de este cirio, hecho con cera de abejas. Sabemos ya lo que anuncia esta columna de fuego, ardiendo en llama viva para gloria de Dios.

Y aunque distribuye su luz, no mengua al repartirla, porque se alimenta de esta cera fundida, que elaboró la abeja fecunda para hacer esta lámpara preciosa. ¡Qué noche tan dichosa en que se une el cielo con la tierra, lo humano y lo divino!

Te rogamos, Señor, que este cirio, consagrado a tu nombre, arda sin apagarse para destruir la oscuridad de esta noche, y, como ofrenda agradable, se asocie a las lumbreras del cielo.

Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo, ese lucero que no conoce ocaso y es Cristo, tu Hijo resucitado, que, al salir del sepulcro, brilla sereno para el linaje humano, y vive y reina glorioso por los siglos de los siglos. R Amén.

Segunda parte

Liturgia de la Palabra

 MONICIÓN A LA LITURGIA DE LA PALABRA

Las lecturas continuas que escucharemos en este momento manifiestan cómo Dios toma la iniciativa de intervenir en nuestra historia para hacer verdadera historia de salvación con nosotros. Él siempre es fiel a sus promesas. En los momentos de opresión, donde falta la esperanza y llega la duda, él siempre asista a su pueblo para llevarlo de la oscuridad de sus pecados a una vida irradiada desde su luz. Escuchemos.

En esta vigilia: “madre de todas las vigilias” (San Agustín, Sermón 219), se proponen nueve lecturas, siete del Antiguo Testamento y dos del Nuevo (la Epístola y el Evangelio). Si las circunstancias pastorales lo piden, puede reducirse el número de lecturas del Antiguo Testamento; pero téngase siempre en cuenta que la lectura de la Palabra de Dios es parte fundamental de esta Vigilia de Pascua. Debe leerse, por lo menos, tres lecturas del Antiguo Testamento y, en casos muy urgentes, por lo menos dos. Pero nunca se omita la tercera lectura, tomada del capítulo 14 del Éxodo. Terminado el pregón, todos apagan sus velas y se sientan. Antes de comenzar las lecturas, el sacerdote exhorta a la asamblea con estas palabras u otras semejantes:

S Hermanos, con el pregón solemne de la Pascua, hemos entrado ya en la noche santa de la resurrección del Señor. Escuchemos con recogimiento la Palabra de Dios. Meditemos cómo, en la Antigua Alianza, Dios salvó a su pueblo y, en la plenitud de los tiempos, envió al mundo a su Hijo para que nos redimiera. Oremos para que Dios, nuestro Padre, conduzca a su plenitud esta obra de salvación, iniciada con la muerte y resurrección de Jesucristo.

Siguen luego las lecturas. Un lector va al ambón y lee la primera lectura. Después el salmista o cantor dice el salmo, alternando con las respuestas del pueblo. Enseguida todos se levantan, el sacerdote dice Oremos y después de que todos han orado en silencio durante unos momentos dice la oración colecta. Lo mismo se hace en cada lectura. En lugar de decir el salmo responsorial, se puede guardar un breve espacio de silencio para hacer oración. En este caso, se omite la pausa después del Oremos.

 Lectura del libro del Génesis 1ª Lectura: Gén 1,1 – 2,2.

En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era un caos informe; sobre la faz del abismo, la tiniebla. Y el aliento de Dios se cernía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: “Que exista la luz.” Y la luz existió. Y vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz de la tiniebla; llamó Dios a la luz “día”; a la tiniebla, “noche”. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero. Y dijo Dios: “Que exista una bóveda entre las aguas, que separe aguas de aguas.” E hizo Dios una bóveda y separó las aguas de debajo de la bóveda de las aguas de encima de la bóveda. Y así fue. Y llamó Dios a la bóveda “cielo”. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día segundo. Y dijo Dios: “Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezcan los continentes.” Y así fue. Y llamó Dios a los continentes “tierra”, y a la masa de las aguas la llamó “mares”. Y vio Dios que era bueno. Y dijo Dios: “Verdee la tierra hierba verde que engendre semilla, y árboles frutales que den fruto según su especie y que lleven semilla sobre la tierra.” Y así fue. La tierra brotó hierba verde que engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su especie. Y vio Dios que era bueno.

Pasó una tarde, pasó una mañana: el día tercero. Y dijo Dios: “Que existan lumbreras en la bóveda del cielo, para separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y los años; y sirvan de lumbreras en la bóveda del cielo, para dar luz sobre la tierra.” Y así fue. E hizo Dios dos lumbreras grandes: la lumbrera mayor para regir el día, la lumbrera menor para regir la noche, y las estrellas. Y las puso Dios en la bóveda del cielo, para dar luz sobre la tierra; para regir el día y la noche, para separar la luz de las tiniebla. Y vio Dios que era bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día cuarto. Y dijo Dios: “Pululen las aguas un pulular de vivientes, y pájaros vuelen sobre la tierra frente a la bóveda del cielo.” Y creó Dios los cetáceos y los vivientes que se deslizan y que el agua hizo pulular según sus especies, y las aves aladas según sus especies. Y vio Dios que era bueno. Y Dios los bendijo, diciendo: “Crezcan, multiplíquense, llenen las aguas del mar; que las aves se multipliquen en la tierra.” Pasó una tarde, pasó una mañana: el día quinto.

Y dijo Dios: “Produzca la tierra vivientes según sus especies: animales domésticos, reptiles y fieras según sus especies.” Y así fue. E hizo Dios las fieras según sus especies, los animales domésticos según sus especies y los reptiles según sus especies. Y vio Dios que era bueno. Y dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra.” Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: “Crezcan, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen los peces del mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la tierra.” Y dijo Dios: “Miren, les entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la faz de la tierra; y todos los árboles frutales que engendran semilla les servirán de alimento; y a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra, a todo ser que respira, la hierba verde les servirá de alimento.” Y así fue. Y vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día sexto. Y quedaron concluidos el cielo,la tierra y sus ejércitos. Y concluyó Dios para el día séptimo todo el trabajo que había hecho; y descansó el día séptimo de todo el trabajo que había hecho. Palabra de Dios./

Salmo responsorial (Sal 103)

R Bendice al Señor, alma mía. L Bendice al Señor, alma mía;

Señor y Dios mío inmensa es tu grandeza. Te vistes de belleza y majestad,

la luz te envuelve como un manto. /R

L Sobre bases inconmovibles asentaste la tierra para siempre.

Con un vestido de mares la cubriste

y las aguas en los montes concentraste. /R

L En los valles haces brotar las fuentes, que van corriendo entre montañas; junto al arroyo vienen a vivir las aves, que cantan entre las ramas. /R

L Desde tu cielo riegas los montes

y sacias la tierra del fruto de tus manos; haces brotar hierba para los ganados,

y pasto para los que sirven al hombre. /R

L ¡Qué numerosas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con maestría!;

la tierra está llena de tus creaturas. Bendice, al Señor, alma mía. /R

Oración

Oremos. Dios todopoderoso y eterno, que en todas las obras de tu amor te muestras admirable, concédenos comprender que la redención realizada por Cristo, nuestra Pascua, es una obra más maravillosa todavía que la misma creación del universo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R Amén.

Lectura del libro del Génesis 2ª Lectura: Gén 22, 1-8.

En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán, llamándole:“¡Abrahán!” Él respondió: “Aquí me tienes.” Dios le dijo: “Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré.” Abrahán madrugó, aparejó el asno y se llevó consigo a dos criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que le había indicado Dios. El tercer día levantó Abrahán los ojos y descubrió el sitio de lejos. Y Abrahán dijo a sus criados: “Quédense aquí con el asno; yo con el muchacho iré hasta allá para adorar, y después volveremos con ustedes.” Abrahán tomó la leña para el sacrificio, se la cargó a su hijo Isaac, y él llevaba el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos. Isaac dijo a Abrahán, su padre: “Padre.” Él respondió: “Aquí estoy, hijo mío.” El muchacho dijo: “Tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?” Abrahán contestó: “Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío.” Y siguieron caminando juntos. Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo: “¡Abrahán, Abrahán!” Él contestó: “Aquí me tienes.” El ángel le ordenó: “No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo.” Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. Abrahán llamó aquel sitio “El Señor provee”, por lo que se dice aún hoy “El monte del Señor provee”. El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo: “Juro por mí mismo -oráculo del Señor-: Por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido.” Palabra de Dios./A Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (Sal 15)

R Protégeme, Dios mío, porque me refugio en ti.

L El Señor es la parte que me ha tocado en herencia: mi vida está en sus manos.

Tengo siempre presente al Señor,y con él a mi lado jamás tropezaré. /R

L Por eso se me alegran el corazón y el alma, Y mi cuerpo vivirá tranquilo,Porque tú no me abandonarás a la muerte, ni dejarás que sufra yo la corrupción. /R

L Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia,y de alegría perpetua junto a ti. /R

Oración

Oremos. Señor Dios, Padre de los creyentes, que por medio del sacramento pascual del bautismo sigues cumpliendo la promesa hecha a Abraham de multiplicar su descendencia por toda la tierra y de hacerlo el padre de todas las naciones, concede a tu pueblo responder dignamente a la gracia de tu llamado. Por Jesucristo, nuestro Señor. R Amén.

Lectura del libro del Éxodo 3ª Lectura: Éx 14, 15 –15,1.

En aquellos días, dijo el Señor a Moisés: “¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los israelitas que se pongan en marcha. Y tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en medio del mar a pie seco. Que yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de gloria a costa del Faraón y de todo su ejército, de sus carros y de los guerreros. Sabrán los egipcios que yo soy el Señor, cuando me haya cubierto de gloria a costa del Faraón, de sus carros y de sus guerreros.” Se puso en marcha el ángel del Señor, que iba al frente del ejército de Israel, y pasó a retaguardia. También la columna de nube de delante se desplazó de allí y se colocó detrás, poniéndose entre el campamento de los egipcios y el campamento de los israelitas. La nube era tenebrosa, y transcurrió toda la noche sin que los ejércitos pudieran trabar contacto. Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del este, que secó el mar, y se dividieron las aguas. Los israelitas entraron en medio del mar a pie seco, mientras que las aguas formaban muralla a derecha e izquierda. Los egipcios se lanzaron en su persecución, entrando tras ellos, en medio del mar, todos los caballos del Faraón y los carros con sus guerreros. Mientras velaban al amanecer, miró el Señor al campamento egipcio, desde la columna de fuego y nube, y sembró el pánico en el campamento egipcio. Trabó las ruedas de sus carros y las hizo avanzar pesadamente. Y dijo Egipto: “Huyamos de Israel, porque el Señor lucha en su favor contra Egipto.” Dijo el Señor a Moisés: “Extiende tu mano sobre el mar, y vuelvan las aguas sobre los egipcios, sus carros y sus jinetes.” Y extendió Moisés su mano sobre el mar; y al amanecer volvía el mar a su curso de siempre. Los egipcios, huyendo, iban a su encuentro, y el Señor derribó a los egipcios en medio del mar. Y volvieron las aguas y cubrieron los carros, los jinetes y todo el ejército del Faraón, que lo había seguido por el mar. Ni uno solo se salvó. Pero los hijos de Israel caminaban por lo seco en medio del mar; las aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda. Aquel día salvó el Señor a Israel de las manos de Egipto. Israel vio a los egipcios muertos, en la orilla del mar. Israel vio la mano grande del Señor obrando contra los egipcios, y el pueblo temió al Señor, y creyó en el Señor y en Moisés, su siervo. Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este cántico al Señor. Palabra de Dios./ A Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (Éx 15)

R Alabemos al Señor por su victoria

L Cantemos al Señor, sublime es su victoria: caballos y jinetes arrojó en el mar. Mi fortaleza y mi canto es el Señor, él es mi salvación; él es mi Dios, y yo lo alabaré, es el Dios de mis padres, y yo le cantaré. /R

 L El Señor es un guerrero, su nombre es el Señor. Precipitó en el mar los carros del Faraón y a sus guerreros; ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes. /R

L Las olas los cubrieron, cayeron hasta el fondo, como piedras. Señor, tu diestra brilla por su fuerza, tu diestra, Señor, tritura al enemigo. /R

 L Tú llevas a tu pueblo para plantarlo en el monte que le diste en herencia, en el lugar que convertiste en tu morada,  en el santuario que construyeron tus manos. Tú, Señor, reinarás para siempre. /R

Oración

Oremos. Señor, que con el Evangelio nos has hecho comprender el sentido profundo del Antiguo Testamento, dejándonos ver en el paso del mar Rojo una imagen del bautismo y en el pueblo liberado de la esclavitud, un símbolo del pueblo cristiano, haz que todos los hombres, mediante la fe, participen del privilegio del pueblo elegido y sean regenerados por la acción santificadora de tu Espíritu. Por Jesucristo, nuestro Señor. R Amén.

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 Lectura del profeta Isaías 4ª Lectura: Is 54, 5-14

“El que te creó, te tomará por esposa; su nombre es 'Señor de los ejércitos'. Tu redentor es el Santo de Israel; será llamado 'Dios de toda la tierra'. Como a una mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar el Señor. ¿Acaso repudia uno a la esposa de la juventud?, dice tú Dios. Por un instante te abandoné, pero con inmensa misericordia te volveré a tomar. En un arrebato de ira te oculté un instante mi rostro, pero con amor eterno me he apiadado de ti, dice el Señor, tu redentor. Me pasa ahora como en los días de Noé: entonces juré que las aguas del diluvio no volverían a cubrir la tierra; ahora juro no enojarme ya contra ti ni volver a amenazarte. Podrán desaparecer los montes y hundirse las colinas, pero mi amor por ti no desaparecerá y mi alianza de paz quedará firme para siempre. Lo dice el Señor, el que se apiada de ti. Tú, la afligida, la zarandeada por la tempestad, la no consolada: He aquí que yo mismo coloco tus piedras sobre piedras finas, tus cimientos sobre zafiros; te pondré almenas de rubí y puertas de esmeralda y murallas de piedras preciosas. Todos tus hijos serán discípulos del Señor, y será grande su prosperidad. Serás consolidada en la justicia. Destierra la angustia, pues ya nada tienes que temer; olvida tu miedo, porque ya no se acercará a ti”. Palabra de Dios./A Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (Sal 29)

R Te alabaré, Señor, eternamente. 

L Te alabaré, Señor, eternamente,pues no dejaste que se rieran de mí mis enemigos.Tú, Señor, me salvaste de la muerte y a punto de morir, me reviviste. /R 

L Alaben al Señor quienes lo aman, den gracias a su nombre,porque su ira dura un solo instante y su bondad, toda la vida. El llanto nos visita por la tarde; por la mañana, el júbilo. /R

L Escúchame, Señor, y compadécete; Señor, ven en mi ayuda.Convertiste mi duelo en alegría, te alabaré por eso eternamente. /R

Oración

Oremos. Señor Dios, siempre fiel a tus promesas, aumenta, por medio del bautismo, el número de tus hijos y multiplica la descendencia prometida a la fe de los patriarcas, para que tu Iglesia vea que se va cumpliendo tu voluntad de salvar a todos los hombres, como los patriarcas lo creyeron y esperaron. Por Jesucristo, nuestro Señor. R Amén.

Lectura del profeta Isaías 5ª Lectura: Is 55, 1-11.

Esto dice el Señor: “Todos ustedes, los que tienen sed, vengan por agua; y los que no tienen dinero, vengan, tomen trigo y coman; tomen vino y leche sin pagar. ¿Por qué gastar el dinero en lo que no es pan y el salario, en lo que no alimenta? Escúchenme atentos y comerán bien, saborearán platillos sustanciosos. Préstenme atención, vengan a mí, escúchenme y vivirán. Sellaré con ustedes una alianza perpetua, cumpliré las promesas que hice a David. Como a él lo puse por testigo ante los pueblos, como príncipe y soberano de las naciones, así tú reunirás a un pueblo desconocido, y las naciones que no te conocían acudirán a ti, por amor del Señor, tu Dios, por el Santo de Israel, que te ha honrado. Busquen al Señor mientras lo pueden encontrar, invóquenlo mientras está cerca; que el malvado abandone su camino, y el criminal, sus planes; que regrese al Señor, y Él tendrá piedad; a nuestro Dios, que es rico en perdón. Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, sus caminos no son mis caminos. Porque así como aventajan los cielos a la tierra, así aventajan mis caminos a los de ustedes y mis pensamientos a sus pensamientos. Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar a fin de que dé semilla para sembrar y pan para comer, así será la palabra que sale de mi boca: no volverá a mí sin resultado, sino que hará mi voluntad y cumplirá su misión”. Palabra de Dios./A Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (Is 12)

R El Señor es mi Dios y salvador. 

L El Señor es mi Dios y salvador: con Él estoy seguro y nada temo.El Señor es mi protección y mi fuerza, y ha sido mi salvación. Sacarán agua con gozo de la fuente de salvación. /R

L Den gracias al Señor, invoquen su nombre, cuenten a los pueblos sus hazañas, proclamen que su nombre es sublime. /R

L Alaben al Señor por sus proezas,  anúncienlas a toda la tierra.

Griten jubilosos, habitantes de Sión, porque el Dios de Israel ha sido grande con ustedes. /R

Oración

Oremos. Dios todopoderoso y eterno, única esperanza del mundo, tú que anunciaste por la voz de tus profetas los misterios que estamos celebrando esta noche, infunde en nuestros corazones la gracia de tu Espíritu, para que podamos vivir una vida digna de tu redención. Por Jesucristo, nuestro Señor. R Amén.

Lectura del profeta Baruc 6ª Lectura: Ba 3, 9-15. 32 –4, 4.

Escucha, Israel, los mandatos de vida, presta oído para que adquieras prudencia. ¿A qué se debe, Israel, que estés aún en país enemigo, que envejezcas en tierra extranjera, que te hayas contaminado por el trato con los muertos, que te veas contado entre los que descienden al abismo? Es que abandonaste la fuente de la sabiduría. Si hubieras seguido los senderos de Dios, habitarías en paz eternamente. Aprende dónde están la prudencia, la inteligencia y la energía, así aprenderás dónde se encuentra el secreto de vivir larga vida, y dónde la luz de los ojos y la paz. ¿Quién es el que halló el lugar de la sabiduría y tuvo acceso a sus tesoros? El que todo lo sabe, la conoce; con su inteligencia la ha escudriñado. El que cimentó la tierra para todos los tiempos, y la pobló de animales cuadrúpedos; el que envía la luz, y ella va, la llama, y temblorosa le obedece; llama a los astros, que brillan jubilosos en sus puestos de guardia, y ellos le responden: “Aquí estamos”, y refulgen gozosos para aquel que los hizo. Él es nuestro Dios y no hay otro como Él. Él ha escudriñado los caminos de la sabiduría y se la dio a su hijo Jacob, a Israel, su predilecto. Después de esto, ella apareció en el mundo y convivió con los hombres. La sabiduría es el libro de los mandatos de Dios, la ley de validez eterna; los que la guardan, vivirán; los que la abandonan, morirán. Vuélvete a ella, Jacob, y abrázala; camina hacia la claridad de su luz; no entregues a otros tu gloria, ni tu dignidad a un pueblo extranjero. Bienaventurados nosotros, Israel, porque lo que agrada al Señor nos ha sido revelado. Palabra de Dios. /A Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (Sal 18)

R Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.

L La ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma; inmutables son las palabras del Señor y hacen sabio al sencillo. /R

L En los mandamientos del Señor hay rectitud y alegría para el corazón; son luz los preceptos del Señor

para alumbrar el camino. /R

L La voluntad de Dios es santa y para siempre estable; los mandatos del Señor son verdaderos y enteramente justos. /R

L Más deseables que el oro y las piedras preciosas las normas del Señor,y más dulces que la miel de un panal abundante. /R

Oración

Oremos. Dios nuestro, que haces crecer continuamente a tu Iglesia con hijos llamados de todos los pueblos, dígnate proteger siempre con tu gracia a quienes has hecho renacer en el bautismo. Por Jesucristo, nuestro Señor. R Amén.

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Lectura del profeta Ezequiel 7ª Lectura: Ez 36, 16-28

En aquel tiempo, me fue dirigida la palabra del Señor en estos términos: “Hijo de hombre, cuando los de la casa de Israel habitaban en su tierra, la mancharon con su conducta y con sus obras; como inmundicia fue su proceder ante mis ojos. Entonces descargué mi furor contra ellos, por la sangre que habían derramado en el país y por haberlo profanado con sus idolatrías. Los dispersé entre las naciones y anduvieron errantes por todas las tierras. Los juzgué según su conducta, según sus acciones los sentencié. Y en las naciones a las que se fueron, desacreditaron mi santo nombre, haciendo que de ellos se dijera: ‘Éste es el pueblo del Señor, y ha tenido que salir de su tierra’. Pero, por mi santo nombre, que la casa de Israel profanó entre las naciones a donde llegó, me he compadecido. Por eso, dile a la casa de Israel: ‘Esto dice el Señor: no lo hago por ustedes, casa de Israel. Yo mismo mostraré la santidad de mi nombre excelso, que ustedes profanaron entre las naciones. Entonces ellas reconocerán que yo soy el Señor, cuando, por medio de ustedes les haga ver mi santidad. Los sacaré a ustedes de entre las naciones, los reuniré de todos los países y los llevaré a su tierra. Los rociaré con agua pura y quedarán purificados; los purificaré de todas sus inmundicias e idolatrías. Les daré un corazón nuevo y les infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de ustedes el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Les infundiré mi espíritu y los haré vivir según mis preceptos y guardar y cumplir mis mandamientos. Habitarán en la tierra que di a sus padres; ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios’”. Palabra de Dios./A Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (Sal 41 y 42)

R Estoy sediento del Dios que da la vida. L Como el venado busca el agua de los ríos,

así, cansada, mi alma te busca a ti, Dios mío. /R L Del Dios que da la vida está mi ser sediento.

¿Cuándo será posible ver de nuevo tu templo? /R L Recuerdo cuando íbamos a casa del Señor, cantando, jubilosos, alabanzas a Dios. /R

L Envíame, Señor, tu luz y tu verdad; que ellas se conviertan en mi guía y hasta tu monte santo me conduzcan, allí donde tú habitas. /R

L Al altar de Señor me acercaré, al Dios que es mi alegría, y a mi Dios, el Señor, le daré gracias al compás de la cítara. /R

Oración

Oremos. Señor Dios nuestro, que con las enseñanzas del Antiguo y del Nuevo Testamento nos has preparado a celebrar el misterio de la Pascua, haz que comprendamos tu amor, para que los dones que hoy recibimos confirmen en nosotros la esperanza de los bienes futuros. Por Jesucristo, nuestro Señor. R Amén.

Terminada la oración de la última lectura del Antiguo Testamento, con el responsorio y la oración correspondiente, se encienden las velas del altar. El sacerdote entona solemnemente el Gloria, que todos prosiguen. Se tocan las campanas, de acuerdo con las costumbres de cada lugar. Después del Gloria, el sacerdote dice la Oración COLECTA, como de ordinario.

Oración colecta

Oremos. Dios nuestro, que haces resplandecer esta noche santa con la gloria del Señor resucitado, aviva en tu Iglesia el espíritu filial, para que, renovados en cuerpo y alma, nos entreguemos plenamente a tu servicio. Por nuestro Señor Jesucristo.

Lectura de la carta de san Pablo a los romanos Epístola : Rom 6, 3-11.

Hermanos: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo fuimos incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en una vida nueva. Porque, si nuestra existencia está unida a él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya. Comprendamos que nuestra vieja condición ha sido crucificada con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores, y nosotros libres de la esclavitud al pecado; porque el que muere ha quedado absuelto del pecado. Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios. Lo mismo ustedes, considérense muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús. Palabra de Dios./A Te alabamos, Señor.

Terminada la epístola todos se ponen de pie y el sacerdote entona solemnemente el Aleluya, que todos repiten. Luego un salmista o un cantor dice el salmo, al que el pueblo responde: Aleluya. Si hace falta, el mismo salmista canta el Aleluya.

Salmo responsorial (Sal 117) R Aleluya, Aleluya.

L Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. /R

L La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa. No he de morir, viviré, para contar las hazañas del Señor. /R

L La piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. /R

Proclamación del santo Evangelio según san Marcos Evangelio: Mc 16,1-7.

Transcurrido el sábado, María Magdalena, María (la madre de Santiago) y Salomé, compraron perfumes para ir a embalsamar a Jesús. Muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, se dirigieron al sepulcro. Por el camino se decían unas a otras: “¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?” Al llegar, vieron que la piedra ya estaba quitada, a pesar de ser muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron a un joven, vestido con una túnica blanca, sentado en el lado derecho, y se llenaron de miedo. Pero él les dijo: “No se espanten. Buscan a Jesús de Nazaret, el que fue crucificado. No está aquí; ha resucitado. Miren el sitio donde lo habían puesto. Ahora vayan a decirle a sus discípulos y a Pedro: ‘Él irá delante de ustedes a Galilea. Allá lo verán, como él les dijo’”. Palabra del Señor.

Tercera parte

Liturgia Bautismal

El sacerdote con los ministros se dirige a la fuente bautismal, si es que ésta se encuentra a la vista de los fieles. De lo contrario, se pone un recipiente con agua en el presbiterio. Si hay catecúmenos adultos, son llamados por su nombre y presentados por los padrinos o, si son niños, llevados por los padres y padrinos frente a toda la asamblea. Después, el sacerdote exhorta a los presentes, con estas u otras palabras semejantes. Si están presentes los que se van a bautizar:

S Hermanos, acompañemos con nuestra oración a estos catecúmenos que anhelan renacer a nueva vida en la fuente del bautismo, para que Dios, nuestro Padre, les otorgue su protección y su amor.

Si se bendice la fuente, pero no va a haber bautizos:

S Hermanos, pidamos a Dios todopoderoso que con su poder santifique esta fuente bautismal, para que cuantos en el bautismo van a ser regenerados en Cristo, sean acogidos en la familia de Dios.

Dos cantores entonan las letanías, a las que todos responden estando en pie (por razón del tiempo pascual).

Si la procesión hasta el bautisterio es larga, se cantan las letanías durante la procesión; en este caso se llama a los catecúmenos, antes de comenzar la procesión. Abre la procesión el diácono, con el cirio pascual; siguen los catecúmenos, con los padrinos; después, el sacerdote con los ministros. En este caso la exhortación precedente se hace antes de la bendición del agua. Si no hay bautizos ni bendición de la fuente, omitidas las letanías, se procede inmediatamente a la bendición del agua.

 MONICIÓN A LA LETANIAS DE LOS SANTOS

La liturgia bautismal tiene como preludio el canto de las letanías de los santos. Imploremos la intercesión de los santos, para que un día merezcamos compartir, en su compañía, la vida eterna y cantar las alabanzas del Señor.

Letanías de los Santos

En las letanías se pueden se pueden añadir algunos nombres de santos, especialmente el del titular de la iglesia, el de los patronos del lugar y el de los que van a ser bautizados.

Señor, ten piedadSeñor, ten piedad.
Cristo, ten piedadCristo, ten piedad.
Señor, ten piedadSeñor, ten piedad.
Santa María Madre de Diosruega por nosotros.
San Miguelruega por nosotros.
Santos Ángeles de Diosrueguen por nosotros.
San Juan Bautistaruega por nosotros.
San Joséruega por nosotros.
Santos Pedro y Pablorueguen por nosotros.
San Andrésruega por nosotros.
San Juanruega por nosotros.
Santa María Magdalenaruega por nosotros.
San Estebanruega por nosotros.
San Ignacio de Antioquíaruega por nosotros.
San Lorenzoruega por nosotros.
Santas Perpetua y Felicidadrueguen por nosotros.
Santa Inésruega por nosotros.
San Gregorioruega por nosotros.
San Agustínruega por nosotros.
San Atanasioruega por nosotros.
San Basilioruega por nosotros.
San Martínruega por nosotros.
San Benitoruega por nosotros.
Santos Francisco y Domingorueguen por nosotros.
San Francisco Javierruega por nosotros.
San Juan María Vianneyruega por nosotros.
Santa Catalina de Sienaruega por nosotros.
Santa Teresa de Jesúsruega por nosotros.
Santos y santas de Diosrueguen por nosotros.
Muéstrate propiciolíbranos Señor.
De todo mallíbranos Señor.
De todo pecadolíbranos Señor.
De la muerte eternalíbranos Señor.
Por tu encarnaciónlíbranos Señor.
Por tu muerte y resurrecciónlíbranos Señor.
Por el don del Espíritu Santolíbranos Señor.
Nosotros que somos pecadores,te rogamos óyenos.
Si hay bautizados:Para que te dignes comunicar tu propia vida a quienes has llamado al bautismo. 






te ogamos óyenos.
Si no hay bautizados:Para que santifiques esta aguapor la que renacerán tus nuevos hijos. te rogamos óyenos.

Si hay bautizos, el sacerdote con las manos juntas, dice la siguiente oración:

S Derrama, Señor, tu infinita bondad en este sacramento del bautismo y envía tu Santo Espíritu, para que haga renacer de la fuente bautismal a estos nuevos hijos tuyos, que van a ser santificados por tu gracia, mediante la colaboración de nuestro ministerio. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Bendición del agua bautismal

S Dios nuestro, que con tu poder invisible realizas obras admirables por medio de los signos de los sacramentos y has hecho que tu creatura, el agua, signifique de muchas maneras la gracia del bautismo. Dios nuestro, cuyo Espíritu aleteaba sobre la superficie de las aguas en los mismos principios del mundo, para que ya desde entonces el agua recibiera el poder de dar la vida. Dios nuestro, que incluso en las aguas torrenciales del diluvio prefiguraste el nuevo nacimiento de los hombres, al hacer que de una manera misteriosa, un mismo elemento diera fin al pecado y origen a la virtud. Dios nuestro, que hiciste pasar a pie enjuto por el mar Rojo a los hijos de Abraham, a fin de que el pueblo liberado de la esclavitud del faraón, prefigurara al pueblo de los bautizados. Dios nuestro, cuyo Hijo, al ser bautizado por el precursor en el agua del Jordán, fue ungido por el Espíritu Santo; suspendido en la cruz, quiso que brotaran de su costado sangre y agua; y después de su resurrección mandó a sus apóstoles: "Id y enseñad a todas las naciones bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo." Mira ahora a tu Iglesia en oración y abre para ella la fuente del bautismo. Que por la obra del Espíritu Santo esta agua adquiera la gracia de tu Unigénito, para que el hombre, creado a tu imagen, limpio de su antiguo pecado por el sacramento del bautismo, renazca a la vida nueva por el agua y el Espíritu Santo.

Si lo cree oportuno, introduce el cirio pascual en el agua una o tres veces, diciendo:

Te pedimos, Señor, que el poder del Espíritu Santo, por tu Hijo, descienda sobre el agua de esta fuente,

Manteniendo el cirio dentro del agua, prosigue:

para que todos los que en ella reciban el bautismo, sepultados con Cristo en su muerte, resuciten también con él a la vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. R Amén.

Enseguida saca el cirio del agua y el pueblo dice la siguiente aclamación o alguna otra adecuada:

Fuentes del Señor, bendigan al Señor, alábenlo y glorifíquenlo por los siglos.

Bendición del agua común

Si no hay bautizos ni bendición de la fuente bautismal, el celebrante invita a1 pueblo a orar diciendo: Pidamos, queridos hermanos, a Dios Padre todopoderoso, que bendiga esta agua, con la cual seremos rociados en memoria de nuestro bautismo, y que nos renueve interiormente, para que permanezcamos fieles al Espíritu que hemos recibido.

Y después de una breve oración en silencio, prosigue con las manos juntas:

Señor, Dios nuestro, mira con bondad a este pueblo tuyo, que vela en oración en esta noche santísima, recordando la obra admirable de nuestra creación y la obra más admirable todavía, de nuestra redención. Dígnate bendecir + esta agua, que tú creaste para dar fertilidad a la tierra, frescura y limpieza a nuestros cuerpos. Tu, además, has convertido el agua en un instrumento de tu misericordia: a través de las aguas del mar Rojo liberaste a tu pueblo de la esclavitud; en el desierto hiciste brotar un manantial para saciar su sed; con la imagen del agua viva los profetas anunciaron la nueva alianza que deseabas establecer con los hombres; finalmente, en el agua del Jordán, santificada por Cristo, inauguraste el sacramento de una vida nueva, que nos libra de la corrupción del pecado. Que esta agua nos recuerde ahora nuestro bautismo y nos haga participar en la alegría de nuestros hermanos, que han sido bautizados en esta Pascua del Señor, el cual vive y reina por los siglos de los siglos. R Amén.

Renovación de las promesas del bautismo

Terminada la ceremonia del bautismo (y de la confirmación) o, si no hubo bautizos, después de la bendición del agua, todos, de pie y teniendo en sus manos las velas encendidas hacen la renovación de las promesas del bautismo. El sacerdote se dirige a la comunidad con estas palabras u otras parecidas:

S Hermanos, por medio del bautismo, hemos sido hechos participes del misterio pascual de Cristo; es decir, por medio del bautismo, hemos sido sepultados con él en su muerte para resucitar con él a una vida nueva. Por eso, al terminar el tiempo de preparación de la Cuaresma, es muy conveniente que renovemos las promesas de nuestro bautismo, con las cuales un día renunciamos a Satanás y a sus obras y nos comprometimos a servir a Dios, en la santa Iglesia católica.

Para hacer la renuncia se toma la siguiente fórmula que se propone a continuación:

S ¿Renuncian ustedes a Satanás?

 A Sí, renuncio.

S ¿Renuncian a todas sus obras?

 A Sí, renuncio.

S ¿Renuncian a todas sus seducciones?

 A Sí, renuncio.

Prosigue el sacerdote:

S ¿Creen ustedes en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra?

A Sí, creo.

S ¿Creen en Jesucristo, su Hijo único y Señor nuestro, que nació de la Virgen María, padeció y murió por nosotros, resucitó y está sentado a la derecha del Padre?

A Sí, creo.

 S ¿Creen en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna?

A Sí, creo.

Y el sacerdote concluye:

S Que Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos liberó del pecado y nos ha hecho renacer por el agua y el Espíritu Santo, nos conserve con su gracia unidos a Jesucristo nuestro Señor, hasta la vida eterna.

A Amén.

El sacerdote rocía al pueblo con el agua bendita, mientras se entona un canto bautismal. Mientras tanto los neófitos son conducidos a su lugar entre los fieles. Si la bendición del agua bautismal se hizo en el presbiterio, los ministros llevan a la fuente, con toda reverencia, el recipiente del agua. Si no hubo bendición de la fuente, el agua bendita se coloca en su lugar apropiado. Hecha la aspersión, el sacerdote vuelve a la sede, en donde dirige la Oración Universal, en la cual toman parte los neófitos por primera vez.

No se dice Credo.

Oración de los fieles

En esta noche de resurrección y vida, pidamos a Jesús que nos ayude a renacer a la gracia y nos dé la fuerza de su Espíritu. Digamos: R./ Señor Resucitado, escúchanos.

1.   Por todos los hombres y mujeres del mundo: para que la vida de Cristo se les manifieste y los transforme por la fuerza de su amor. Oremos al Señor Resucitado

2.   Por los que sufren, por los que en estos días han permanecido asociados a la pasión de Cristo: para que la gracia de su resurrección los fortalezca y libere. Oremos al Señor Resucitado

3.  Por los que con buena fe trabajan por la paz y luchan por la justicia: para que la gracia salvadora que surge del sepulcro vacío y del mensaje del ángel los ayude a no desfallecer. Oremos al Señor Resucitado

4.  Por los que en esta noche recibirán el Bautismo y se incorporarán a la vida de la Iglesia: para que la vida de Cristo los transforme y los haga signos de su amor. Oremos al Señor Resucitado

5.   Por los difuntos: para que puedan contemplar cara a cara al Dios de la vida, y desde Él intercedan por sus familiares y amigos. Oremos al Señor Resucitado

6. Por todos los cristianos que celebramos con gozo la Pascua del Señor: para que renazcamos a la vida del Resucitado. Oremos al Señor Resucitado

Señor Resucitado, Tú que eres el Sumo Sacerdote que vive para interceder por nosotros, escucha nuestras oraciones, intercede ante el Padre por tu Iglesia, y danos tu Espíritu para que anunciemos al mundo el triunfo de tu resurrección sobre el pecado y la muerte. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. R./ Amén.

Cuarta parte

Liturgia Eucarística

El sacerdote va al altar y comienza la Liturgia Eucarística, en la forma acostumbrada. Es conveniente que el pan y el vino sean presentados por los neófitos, si los hay.

Oración sobre las ofrendas

Acepta, Señor, los dones que te presentamos y concédenos que el memorial de la muerte y resurrección de Jesucristo, que estamos celebrando, nos obtenga la fuerza para llegar a la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración después de la comunión

Infúndenos, Señor, tu espíritu de caridad para que vivamos siempre unidos en tu amor los que hemos participado en este sacramento de la muerte y resurrección de Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Bendición solemne

S Que Dios todopoderoso los bendiga en esta noche solemnísima de Pascua y,

compadecido de ustedes, los guarde de todo pecado.

A Amén.

S Que les conceda el premio de la inmortalidad quien los ha redimido, para la vida eterna,

con la resurrección de su Hijo.

A Amén.

S Que quienes, una vez terminados los días de la Pasión, celebran con gozo la fiesta de la Pascua del Señor,

puedan participar, con su gracia, del júbilo de la Pascua eterna.

A Amén.

S Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.

A Amén.

Pueden ir en paz, ¡aleluya, aleluya!

A Demos gracias a Dios, ¡aleluya, aleluya!

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    1 Comentarios

  1. Teresa Jiménez Domínguez dice:

    me gustó mucho

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