Tips litúrgicos del Día de hoy
- Tips litúrgicos del Día de hoy
- Lecturas y Evangelio de Hoy en Audio
- MONICIÓN DE ENTRADA
- MONICIÓN PRIMERA LECTURA (Éxodo 17,3-7)
- PRIMERA LECTURA de hoy
- Lectura del libro del Éxodo 17, 3-7
- Salmo responsorial de hoy
- MONICIÓN SEGUNDA LECTURA (Romanos 5,1-2.5-8)
- SEGUNDA LECTURA
- Aleluya Jn 4, 42. 15
- MONICIÓN EVANGELIO (Juan 4,5-42)
- EVANGELIO DE HOY
- Lectura del santo evangelio según san Juan 4, 5-42
- Lectura del santo evangelio según san Juan 4, 5-15. 19b-26. 39a. 40-42
Color Morado, Tercer DOMINGO DE CUARESMA.
Se Celebra Misa del domingo, Credo, prefacio propio. Se prohíben otras celebraciones, incluso la Misa
exequial.
Citas Biblicas: 1ª Lectura: Ex 17,3-7; Salmo: Sal 94; 2ª Lectura: Rm 5,1-2.5- 8; Evangelio: Jn 4,5-42 (o bien más breve Jn 4,5-15.19-26.39.40-42).
LITURGIA DE LAS HORAS: del domingo.
*Diócesis de Maracay: Aniversario de la Dedicación de la Iglesia Catedral
(allí, solemnidad; en la Diócesis, fiesta)
Domingo De La 3ª Semana De Cuaresma
Ciclo A.
Lecturas y Evangelio de Hoy en Audio
MONICIÓN DE ENTRADA
Bienvenidos, hermanos y amigos. Que el Señor nos dé siempre de su agua viva y mantenga en cada uno de nosotros un corazón agradecido.
En este Tercer Domingo de Cuaresma la Liturgia de la Palabra nos habla de áridos desiertos, de sed implacable, pero también nos habla de agua viva y abundante. Nos habla de la sed del hombre y de la sed de Dios. Es Dios mismo - un Dios fatigado y sediento - quien se nos acerca este Domingo, nos pide de beber y se ofrece como manantial de agua para llenar nuestra vida de gozo y para renovar en nosotros la gracia del Bautismo.
Seguros de la Presencia del Resucitado aquí y ahora en medio de nosotros, pongámonos de pie y celebremos con gozo esta Eucaristía.
MONICIÓN PRIMERA LECTURA (Éxodo 17,3-7)
En esta Primera Lectura vamos a escuchar cómo el pueblo, que antes cantaba la liberación de Egipto, ahora blasfema ante la sed del desierto. Pero Dios, con cariño de Padre, hace brotar agua de la piedra. Escuchemos...
PRIMERA LECTURA de hoy
Danos agua de beber
Lectura del libro del Éxodo 17, 3-7
En aquellos días, el pueblo, torturado por la sed, murmuró contra Moisés:
—«¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?».
Clamó Moisés al Señor y dijo:
—«¿Qué puedo hacer con este pueblo? Poco falta para que me apedreen».
Respondió el Señor a Moisés:
—«Preséntate al pueblo llevando contigo algunos de los ancianos de Israel; lleva también en tu mano el cayado con que golpeaste el río, y vete, que allí estaré yo ante ti, sobre la peña, en Horeb; golpearás la peña, y saldrá de ella agua para que beba el pueblo».
Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel. Y puso por nombre a aquel lugar Masá y Meribá, por la reyerta de los hijos de Israel y porque habían tentado al Señor, diciendo:
—«¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?».
Palabra de Dios.
Salmo responsorial de hoy
R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón».
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R.
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras». R.
MONICIÓN SEGUNDA LECTURA (Romanos 5,1-2.5-8)
Hoy Pablo nos recuerda que Cristo murió por nosotros, los pecadores: el Espíritu Santo, el Amor de Dios, ha sido derramado sobre nuestros corazones de piedra. Escuchemos...
SEGUNDA LECTURA
El amor ha sido derramado en nosotros
con el Espíritu que se nos ha dado
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 1-2. 5-8
Hermanos:
Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos: y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios.
Y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.
En efecto, cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atreviera uno a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.
Palabra de Dios.
Aleluya Jn 4, 42. 15
Señor, tú eres de verdad el Salvador del mundo;
dame agua viva; así no tendré más sed.
MONICIÓN EVANGELIO (Juan 4,5-42)
Jesús, sediento de la fe de la samaritana, enciende en ella el fuego del amor divino, el deseo ardiente de Dios, para que adore al Padre en Espíritu y Verdad. Abramos el oído, la mente y el corazón y pongámonos de pie para escuchar a Jesús.
EVANGELIO DE HOY
Un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna
Lectura del santo evangelio según san Juan 4, 5-42
En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el manantial de Jacob.
Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial.
Era alrededor del mediodía.
Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice:
—«Dame de beber».
Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida.
La samaritana le dice:
—«¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?».
Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.
Jesús le contestó:
—«Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva».
La mujer le dice:
—«Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?».
Jesús le contestó:
—«El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna».
La mujer le dice:
—«Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla».
Él le dice:
—«Anda, llama a tu marido y vuelve».
La mujer le contesta:
—«No tengo marido».
Jesús le dice:
—«Tienes razón, que no tienes marido: has tenido ya cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad».
La mujer le dice:
—«Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén».
Jesús le dice:
—«Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.
Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad».
La mujer le dice:
—«Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo».
Jesús le dice:
—«Soy yo, el que habla contigo».
En esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo: «¿Qué le preguntas o de qué le hablas?».
La mujer entonces dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la gente:
—«Venid a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho; ¿será éste el Mesías?».
Salieron del pueblo y se pusieron en camino a donde estaba él.
Mientras tanto sus discípulos le insistían:
—«Maestro, come».
Él les dijo:
«Yo tengo por comida un alimento que vosotros no conocéis».
Los discípulos comentaban entre ellos:
—«¿Le habrá traído alguien de comer?».
Jesús les dice:
—«Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra.
¿No decís vosotros que faltan todavía cuatro meses para la cosecha? Yo os digo esto: Levantad los ojos y contemplad los campos, que están ya dorados para la siega; el segador ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna: y así, se alegran lo mismo sembrador y segador.
Con todo, tiene razón el proverbio: Uno siembra y otro siega. Yo os envié a segar lo que no habéis sudado. Otros sudaron, y vosotros recogéis el fruto de sus sudores».
En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio que había dado la mujer: «Me ha dicho todo lo que he hecho».
Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer:
—«Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo».
Palabra del Señor.
O Bien.
Lectura del santo evangelio según san Juan 4, 5-15. 19b-26. 39a. 40-42
En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José: allí estaba el manantial de Jacob.
Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía.
Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice:
—«Dame de beber».
(Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida).
La Samaritana le dice:
—«¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana? (porque los judíos no se tratan con los samaritanos)».
Jesús le contesto:
—«Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva».
La mujer le dice:
—«Señor, si no tienes cubo y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?».
Jesús le contesta:
—«El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna».
La mujer le dice:
—«Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla. Veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén».
Jesús le dice:
—«Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.
Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adoraran al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad».
La mujer le dice:
«—Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga él nos lo dirá todo».
Jesús le dice:
—«Soy yo: el que habla contigo».
En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él. Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer:
—«Ya no creemos por lo que tú dices, nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo».
Palabra del Señor.
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