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La lógica como ciencia

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El estudio de la lógica es inseparable de la ciencia y de la filosofía. Las proposiciones verdaderas de cualquier tesis, al ser analizadas siempre tienen legítimamente una razón. Su examen en la lógica de la ciencia, escruta una propiedad como consecuencia que puede derivarse de tales proposiciones.


Ejemplo:
Solón vence las elecciones.
Las elecciones fueron vencidas por Solón.
Estos enunciados en el mismo contexto tienen idéntico significado, y
coligen la misma proposición.


La ciencia, no sólo en el caso precedente sino también en otros, pregunta por qué, pues existe el «derecho lógico» a esperar una respuesta. El por qué, efectuado en las afirmaciones constitutivas de todo argumento, implica:


1) De las afirmaciones (proposiciones) ha de lograrse, con el empeño de la precisión, las últimas recapitulaciones que de ellas pueden alcanzarse.
2) Lo alcanzado resulta del hecho que una afirmación puede ser probada por medio de otras proposiciones, y,
3) El hecho de probar las proposiciones a la vez establece, a. no todas las proposiciones pueden probarse; por ende, se empieza a dar algo por supuesto (hipotético); y, b. este algo por supuesto, para nada impele a aceptar simplemente las cosas descritas en las proposiciones porque son obvias.


En efecto, la lógica como ciencia, —lo denominado lógica de la ciencia—, es la disciplina que busca las razones de una teoría, las investiga en relación a ella hasta demostrar que es tan sencilla o tan clara que no puede hallarse nada más elemental de lo cual derivarla. Evaluar las razones que sostienen la validez de una teoría, por ejemplo, existe la vida en otros planetas, no fuerzan a confiar en ella tras un examen
crítico o admitirla abiertamente sin examen, pues, la definición sujetada en la teoría, y sobre la cual se estipula el por qué, ha de tener algún sentido. Por eso, el filosofar, ejercicio instructivo afín a la lógica, se propone no evadir todo lo que es familiar y corriente al hombre, cuya investigación es viable aunque en algunos casos la definición sea imposible (improbable).


Por ejemplo, el sentido de la rojez: El libro es rojo. La flor es roja. La epidermis está enrojecida (sonrosada, ruborizada, sonrojada).
Concretar la definición no sólo quiere decir conceptualizar el concepto. El sentido de la rojez impele a argumentar si es verdad en realidad, y este enunciado en un trazo lógico, científico y filosófico, ha de configurar una proposición significativa, en la cual la palabra explícitamente designada, verdad en realidad, tiene un significado para el lógico e indudablemente para todo ser racional.

Conviene distinguir, cuestión muy importante, cómo la ciencia, la lógica y la filosofía tratan la realidad, pues cada cual ha de esclarecer si la verdad de ésta o aquella otra entidad consiste en una propiedad que puede o no puede tener. Y si esa verdad en realidad es independiente de la opinión del lógico, del científico y del filósofo. B. Russell al respecto declara, «[…] la dificultad de descubrir la verdad no demuestra que no haya una verdad que descubrir» 1 .

La dificultad de descubrir la verdad, ineludiblemente lleva la elucidación al carácter de la generalidad. Sin embargo, este carácter estipula que el «mundo real» no dicta el modelo lógico, científico, filosófico que pueda tener; el hombre es quien lo descubre.


En tal descubrimiento, los principios y métodos lógicos a emplearse no han de desistir ante la ambigüedad: la lógica, la ciencia y la filosofía, aunque correlacionadas sensatamente, cada cual propone un significado del mundo real que debe delimitarse en el lenguaje.


Por lo tanto, esos tres saberes (lógica, ciencia, filosofía) precisan de un método. Éste, en relación a las tesis silogísticas, acreditadas, realistas, a formularse en atención a la indagación del mundo real, —en el que se
implica lo individual, lo moral, lo social, lo histórico—, no son invulnerables a la equivocación, y, por ende, antes de acogerlas admiten un juicio de aprobación.
Pero, ¿cómo en un método lógico, científico, filosófico, asequible, se consigue este juicio de aprobación de las tesis basadas en el mundo real desde esas facetas del conocimiento?


1.- No confundiendo el sentido objetivo de lo que se sostiene en tales tesis con el sentido subjetivo.
2.- El sentido objetivo siempre requerirá una corrección lingüística a lo subjetivo, pues éste partiendo de los juicios lógicos, científicos, filosóficos, ha de conducir a mejores consecuencias.
3.- El juicio de aprobación ha de producir: o mayor exceso de la verdad sobre la falsedad o menor exceso de la falsedad sobre la verdad.
4.- El vocablo «exceso», por último, apremia impedir la suspensión del razonamiento de los elementos constitutivos de las tesis silogísticas, acreditadas, realistas, en el simple hecho de «ser evidentes», porque en ellas conviene calificar entre las cosas aptas de ser pronosticadas y las cosas imprevisibles.


BIBLIOGRAFÍA

1 RUSSELL, Bertrand, «Los elementos de la ética», Ensayos filosóficos, Trad. al esp. Juan
Ramón Capella, Altaya, Barcelona, 1993, 21.

RUSSELL, Bertrand, «Los elementos de la ética. 1. El objeto de la lógica.

  1. El significado de bien y mal. 3. Justo e injusto», Ensayos filosóficos,
    Trad. al esp. Juan Ramón Capella, Altaya, Barcelona, 1993, 10-36)
    Pbro. Horacio Carrero

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Padre Horacio Carrero

Doctor en Filosofía - Profesor del Seminario San Buenaventura de Mérida

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