Por Ángel Toro I Configurativa (Seminarista)
Desde los principios de la Doctrina Social de la Iglesia ninguno de los miembros de la misma podemos quedar impasibles ante esta situación que va en contra de los planes de Dios respecto al hombre y la mujer. La persona y su dignidad son más importantes que los beneficios, la competitividad, la rentabilidad.
Por lo tanto, el trabajo es un derecho de toda persona. Los salarios y las condiciones de trabajo han de permitir una vida y unas condiciones dignas para el desarrollo de la vida familiar del trabajador. La vida de la persona es sagrada, por lo que se ha de atajar de raíz la siniestralidad laboral.
Los miembros de la Iglesia, en estos momentos de sufrimiento de muchas personas,deben juzgar a la luz del Evangelio y desde la doctrina social de la Iglesia estas situaciones, provocadas a conciencia por un sistema injusto que necesita que haya pobres y marginados para subsistir.
Hay que solidarizarse entrar en ellos, para junto a ellos denunciar y proponer soluciones de justicia. Los obispos, la pastoral obrera y los movimientos apostólicos en el mundo, los laicos, toda la iglesia estamos llamados por el espíritu de Jesús a evangelizar a los pobres de hoy día.
Por consiguiente, ellos significan estar más atentos a la realidad sufriente y oprimida por la desigualdad injusta, la exclusión laboral, económica y social de tantos hermanos y hermanas nuestros, decir una palabra de denuncia y orientación evangélica, e implicarnos en acciones de solidaridad y ayuda.
Es por esto, que la sociedad es el lugar que construimos los hombres que interactuando los unos con los otros y en la cual, por sorprendente intercambio, nos construimos a nosotros mismos como seres humanos, hijos adoptivos de Dios.
El pronunciamiento y participación de la iglesia en los asuntos sociales, no contradice la relativa autonomía de los asuntos temporales y de las ciencias sociales. Sino más bien sugiere su permanente ordenamiento en disposición al bienestar humano.
La iglesia expresa un juicio moral, en materia económica y social, cuando lo exigen los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas. En el orden de la moralidad, la iglesia ejerce una misión distinta de las que ejercen las autoridades políticas: ella se ocupa de los aspectos temporales del bien común a causa de su ordenación al supremo Bien, nuestro fin último. Se esfuerza por inspirar las actitudes justas en el uso de los bienes terrenos y en las relaciones socioeconómicas.
El desarrollo de las actividades económicas y el crecimiento de la producción están destinados a satisfacer las necesidades de los seres humanos. La actividad económica dirigida según sus propios métodos, debe moverse no obstante dentro de los límites del orden moral, según la justicia social, a fin de responder al plan de Dios sobre el hombre.
Los derechos humanos como expresión social de la dignidad humana: los derechos humanos derivan por lógica intrínseca de la misma dignidad de la persona humana. La Iglesia ha tomado conciencia de la urgencia de tutelar y defender estos derechos, y considera esta tarea como parte de su misión salvífica, siguiendo el ejemplo de Jesús, que se mostró siempre atento a las necesidades de los hombres, de
los más pobres.
La Iglesia insiste en la naturaleza intrínsecamente social de los seres humanos. Se observa, sin embargo, la acción social de la iglesia tiene ante todo una vertiente pastoral. Buscar el bien de la persona en toda su integridad, y por tanto no puede renunciar a anunciar a Jesucristo, salvador y sanador.
¿Por qué es importante el estudio de la doctrina social de la iglesia en la formación sacerdotal?
Desde sus inicios, la Iglesia, fiel al mensaje de su fundador, ha tenido como una de sus principales misiones la atención a los más necesitados. Así leemos en el libro de los Hechos de los Apóstoles que los primeros cristianos eran solidarios con los pobres: nadie vivía en la indigencia, porque todos los que eran propietarios de tierras o de casas las vendían, traían el producto de la venta y lo depositaban en los pies de los apóstoles. Después se distribuía según las necesidades de cada uno.
La Iglesia, partícipe de los gozos y de las esperanzas, de las angustias y de las tristezas de los hombres, es solidaria con cada hombre y cada mujer, de cualquier lugar y tiempo, y les lleva la alegre noticia del reino de Dios, que con Jesucristo ha venido y viene en medio de ellos. En la humanidad y en el mundo, la Iglesia es el sacramento del amor de Dios y, por ello, de la esperanza más grande, que activa y sostiene todo proyecto y empeño de auténtica liberación y promoción humana.
A continuación, la Iglesia es entre los hombres la tienda de encuentro con Dios. La Iglesia es servidora de la salvación no en abstracto o en sentido meramente espiritual, sino en el contexto de la historia y del mundo en que el hombre vive, donde lo encuentra el amor en Dios y la vocación de corresponder al proyecto divino.
Cabe destacar, que este estudio de la doctrina social de la Iglesia es de suma importancia para el proceso de formación sacerdotal, ya que, conociendo dicho término se hace uso de ello para el buen funcionamiento del ministerio sacerdotal.
“Y tú, hijito mío, saca fuerzas de la bondad que Dios te ha mostrado por medio de Cristo Jesús. Lo que has oído decir delante de muchos testigos, encárgaselo a hombres de confianza que sean capaces de enseñárselo a todos”.
Cada formando para un futuro ministerio sacerdotal deberá comprender de lleno lo que significa doctrina social de la Iglesia para así prestar el servicio a la sociedad, a los más necesitados. Por tal motivo, la importancia de este estudio es necesario para emplearse en un ámbito general en la sociedad y comprendiendo las dificultades en que actualmente vive el mundo.
En este sentido, el desarrollo de la formación se basa en un esquema pastoral
donde se entra en contacto con la sociedad, el cual se podrá observar todos los
ámbitos del mundo real. Los laicos son una parte fundamental en esta formación, el
cual, mediante la doctrina aprendida se motivará a cada uno de ellos a llevar el
mensaje que Jesucristo.
1 Articulo Manuel Marreo Ávila.
2 Catecismo de la Iglesia católica N 2420.
3 Catecismo de la Iglesia católica N 2426.
4 Josep María Jubany 2018, la acción social en la iglesia católica, educación social. Revista de
intervención socioeducativa, 69, 133- 152.
Si quieres conocer otros artículos parecidos a ¿Por qué es importante la voz de la Iglesia en los problemas de la sociedad? puedes visitar la categoría Artículos.
Deja una respuesta
Contenido Relacionado