Moniciones al Domingo 16 de Enero de 2022 - II (segundo) domingo del Tiempo Ordinario Ciclo C

Tips Litúrgicos para el Día de hoy

Contenido de este artículo

Color: Verde // II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO; //

Se celebra la misa Misa del domingo, se Canta Gloria, se reza el Credo, prefacio dominical. //

Se prohíben las Misas de difuntos, excepto la exequial.

Citas Bíblicas: // 1ª Lectura: Is 62,1-5; Salmo: Sal 95; 2ª Lectura: 1Cor 12,4-11; Evangelio: Jn 2,1-11.


LITURGIA DE LAS HORAS: del domingo.

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MONICIÓN DE ENTRADA

Buenos días, hermanos y amigos. Reciban todos ustedes gracia, paz y alegría de parte del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.  

Estamos en el Segundo Domingo del Tiempo Ordinario. La Liturgia de la Palabra de hoy nos habla de fiesta de nupcias, de invitados, de regalos, de excelente vino. ¿Estamos nosotros dispuestos a dejarnos llenar de gozo, a dejarnos embriagar por el buen vino del Espíritu Santo? Hoy María, Madre del Buen Consejo, nos da la fórmula de la verdadera alegría: “Hagan todo lo que Jesús les diga.” 

Seguros de la presencia del Resucitado aquí y ahora en medio de nosotros, pongámonos de pie y celebremos con alegría esta fiesta del Señor.

Evangelio del Día de hoy

MONICIÓN PRIMERA LECTURA (Isaías 62,1-5)

La intimidad de Dios con su pueblo es tanto más maravillosa cuanto que sucede a un largo período de aparente abandono. Un día la abandonada sentirá el gozo de ser la esposa, la amada, la consentida de Dios, de ser la causa de la alegría de Dios. Escuchemos con atención al Profeta...

Primera Lectura Isaías 62,1-5.

Lectura del Profeta Isaías 

Por amor de Sión no callaré,
por amor de Jerusalén no descansaré,
hasta que rompa la aurora de su justicia
y su salvación llamee como antorcha. 

Los pueblos verán tu justicia,
y los reyes, tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo,
pronunciado por la boca del Señor. 

Serás corona fúlgida en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios. 

Ya no te llamarán «abandonada»,
ni a tu tierra «devastada»;
a ti te llamarán «Mi favorita»,
y a tu tierra «Desposada»; 

Porque el Señor te prefiere a ti
y tu tierra tendrá marido. 

Como un joven se casa con su novia,
así te desposa el que te construyó;
la alegría que encuentra el marido con su esposa,
la encontrará tu Dios contigo.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial 95

R:/Cantemos a todos los pueblos  las maravillas del Señor.

Canten al Señor un cántico nuevo, 
canten al Señor, toda la tierra; 
canten al Señor, bendigan su nombre.

Proclamen día tras día su victoria,
cuenten a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.

Familias de los pueblos, aclamen al Señor,
aclamen la gloria y el poder del Señor,
aclamen la gloria del nombre del Señor.

Postrémonos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda.
Digan a los pueblos: «El Señor es rey,
él gobierna a los pueblos rectamente.»

MONICIÓN SEGUNDA LECTURA (1 Corintios 12,4-11)

La energía del Espíritu distribuye dones a diestra y siniestra. Es poder, pero al servicio del amor, al servicio del bien común, para una mayor unidad, para una auténtica comunión. Escuchemos.

Segunda Lectura 1ª Corintios 12,4-11

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 

Hermanos:

Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; 

hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor; 

y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. 

En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. 

Y así uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu. 

Hay quien, por el mismo Espíritu, recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, don de curar. 

A éste le han concedido hacer milagros; a aquél, profetizar. 

A otro, distinguir los buenos y malos espíritus. A uno, el lenguaje secreto; a otro, el don de interpretarlo. 

El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como a él le parece.

Palabra de Dios

MONICIÓN EVANGELIO (Juan 2,1-11)

Hoy Juan nos presenta el relato de las Bodas de Caná: el milagro del agua convertida en excelente vino. Y el sabio consejo de la Madre: “Hagan todo lo que Jesús les diga.” Abramos los oídos, la mente y el corazón, y pongámonos de pie para la proclamación del Santo Evangelio.

Evangelio San Juan 2,1-12.

+ Proclamación del santo Evangelio según San Juan

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí; Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.

Faltó el vino y la madre de Jesús le dijo:

-No les queda vino.

Jesús le contestó:

-Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.

Su madre dijo a los sirvientes:

-Hagan lo que él les diga.

Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.

Jesús les dijo:

-Llenen las tinajas de agua.

Y las llenaron hasta arriba.

Entonces les mandó:

-Saquen ahora, y llévenselo al mayordomo.

Ellos se lo llevaron.

El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo:

-Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú en cambio has guardado el vino bueno hasta ahora.

Así, en Caná de Galilea, Jesús comenzó sus signos,    manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en él.

Después bajó a Cafarnaún con su madre y sus hermanos y sus discípulos, pero no se quedaron allí muchos días.

 Palabra del Señor

Reflexión para el Evangelio de este domingo del Padre José Luis Toro

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Reflexión: El Buen Vino

Reflexión del Padre Cándido Contreras

Reflexión en el II domingo tiempo ordinario - ciclo c-

La Palabra de Dios, parodiando al Papa Francisco (EG 236), es una realidad poliédrica que resuena en la mente y en el corazón de cada creyente de muy diversas formas; al mismo tiempo, guiados por la sana Tradición de nuestra madre iglesia, son diversas las formas como los creyentes nos acercamos a ella para saciar nuestra sed de eternidad.


El pasaje conocido como “Las Bodas en Caná de Galilea” ha recibido a lo largo de la historia diversas interpretaciones, la mayoría de ellas válidas, pero también ha servido, por una interpretación tendenciosa, para enfrentar a diversas confesiones cristianas, unas a favor y otras en contra de la doctrina que nos guía a los cristianos católicos.

Como muchos trozos de las Santas Escrituras, el pasaje que hoy proclamamos, predicamos, meditamos y tratamos de llevar a la práctica, tiene muchas vertientes. ¿Cuál de todas las interpretaciones es la mejor? Sería una inútil respuesta. Aquellas que nos conduzcan a construir una fraternidad que viva la alegría del Reinado de Dios, son las que, a mi modo de ver, mejor favor le hacen al texto sagrado.


El Señor Jesús vino a compartir la vida de los seres humanos; su evangelio consiste en hacernos sentir su presencia no solo en los momentos duros y difíciles, incomprensibles e incongruentes, por los que todos atravesamos, sino también en los momentos de fiesta, alegría, bailes y disfrute de la existencia. La Virgen Madre se halla presente, no tanto como una invitada, sino como una servidora que busca el bien de las personas en graves dificultades. El Señor Jesús es invitado, como los maestros religiosos de su tiempo, en compañía de sus discípulos; es invitado a compartir la vida cotidiana; a celebrar que la vida se continúa a través del matrimonio; a celebrar la alegría de vivir junto a las demás personas. El no rechaza la invitación y no cambia para nada lo festivo del encuentro. Pienso que no era un invitado de piedra que estaba allí para acusar, señalar o criticar a los demás. Estaba viviendo y compartiendo la vida.

Las dificultades de la vida las podemos superar compartiendo, siendo solidarios, trabajando los unos en bien de los otros y rompiendo con el egoísmo que nos ciega y aturde. La Virgen Madre, ante la dificultad de los esposos, al ver que la fiesta podría echarse a perder porque el vino se acabó, acude a su Divino Hijo para presentarle la situación; de alguna forma nos está enseñando cómo debe ser nuestra súplica, en el momento de la dificultad. Más que recitar una serie de palabras para tratar de conmover el corazón Dios, basta con decirle confiadamente la situación: “no tienen vino”. Las muchas palabras, si bien las podemos necesitar los humanos pues necesitamos desahogar nuestro corazón, muchas veces no pasan de ser discursos vacíos y, si son públicas, una forma muy sutil de buscar aplausos ajenos.


La extraña respuesta del Maestro, a su santa Madre, ha recibido muchas y diversas interpretaciones; todavía seguimos sorprendidos ante lo que en verdad quiso el Señor decir. La Virgen Madre, ni se siente ofendida, ni tampoco rechazada; por otra parte, ella no obligaba para nada a su Hijo; es intercesora sencilla y confiada. Ella sí debió entender muy bien lo que su Hijo le quiso decir pero que a la mayoría de creyentes nos cuesta comprender. La hora del Maestro llegó desde el momento en que él se hizo carne en el vientre virginal de la Nazarena. La hora de salvar, con ternura, amor y misericordia, a toda la humanidad. Esa hora encuentra su plenitud en la pasión, muerte y resurrección de Aquel que convierte el agua en vino para que exista la alegría sin fin.
Pero los sirvientes deben primero llenar de agua las tinajas y, seguramente, esa agua no estaba cerca; la felicidad se nos da, como tantos lo han dicho, como semilla que debemos sembrar y cultivar. Si no hacemos ningún esfuerzo para hacer felices a los demás, la amargura siempre nos frustrará. El Señor hace el milagro sin estridencias; no hubo alharaca por lo realizado por el Maestro; nadie se desmayó ni de la alegría, ni del susto; todo transcurre en una alegría serena que tanto bien nos hace a todos. La fe de los discípulos, al ser testigos privilegiados y discretos de tan singular milagro, sigue en crecimiento. Quiera el Señor, por intercesión de la Virgen Madre Nazarena y de su esposo San José, que todos nos sintamos involucrados en hacer que la humanidad experimente el vino nuevo y bueno de la salvación traída por Jesucristo.

Pbro. Cándido Contreras (Enero, 2022)

Oración de los Fieles (Peticiones)

Oremos al Señor, Dios de nuestros padres, para que nos escuche y tenga piedad de nosotros.

  • Por la unidad y la libertad de la santa Iglesia católica y apostólica. Roguemos al Señor.
  • Por la vida, el ministerio y la salud de nuestro Padre el papa N. y de nuestro obispo N., y por el pueblo y el clero que ama a Cristo. Roguemos al Señor.
  • Por la paz y el progreso de las naciones. Roguemos al Señor.
  • Por el perdón de nuestros pecados y la liberación de toda violencia, división y peligro. Roguemos al Señor.
  • Por esta comunidad, congregada en el nombre de Jesucristo, y por cuantos no han podido venir a esta celebración. Roguemos al Señor.

Te pedimos, Dios de bondad, que escuches nuestras oraciones y derrames sobre nosotros la abundancia de tu misericordia. Por Jesucristo nuestro Señor.

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