Lecturas y Evangelio de hoy Jueves 09 de Junio del 2022 - Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote -Ciclo C

Lecturas y Evangelio de hoy Jueves 09 de Junio del 2022 - Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote -Ciclo C

Lecturas y Evangelio de hoy Jueves 09 de Junio del 2022 - Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote -Ciclo C
Frase del Evangelio de hoy: Esto es mi cuerpo.
Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre

Tips Litúrgicos del día

Contenido de este artículo

Blanco // JESUCRISTO, SUMO Y ETERNO SACERDOTE; fiesta // Misa de la fiesta, Gloria, lecturas propias, prefacio propio. // Se prohíben las Misas de difuntos, excepto la exequial. // 1ª Lectura: Is 52,13—53,12 o bien Hb 10,12-23; Salmo: Sal 39; Evangelio: Lc 22,14-20.
Este año se omite la memoria de San Efrén, diácono y doctor de la Iglesia
LITURGIA DE LAS HORAS: de la fiesta.

PRIMERA LECTURA

Él fue traspasado por nuestras rebeliones

Lectura del libro de Isaías 52, 13—53, 12

Mirad, mi siervo tendrá éxito,
subirá y crecerá mucho.

Como muchos se espantaron de él,
porque desfigurado no parecía hombre,
ni tenía aspecto humano,

así asombrará a muchos pueblos,
ante él los reyes cerrarán la boca,

al ver algo inenarrable
y contemplar algo inaudito.

¿Quién creyó nuestro anuncio?,
¿a quién se reveló el brazo del Señor?

Creció en su presencia como brote,
como raíz en tierra árida,
sin figura, sin belleza.

Lo vimos sin aspecto atrayente,
despreciado y evitado de los hombres,

como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos,
ante el cual se ocultan los rostros,
despreciado y desestimado.

Él soportó nuestros sufrimientos
y aguantó nuestros dolores;

nosotros lo estimamos leproso,
herido de Dios y humillado;

pero él fue traspasado por nuestras rebeliones,
triturado por nuestros crímenes.

Nuestro castigo saludable cayó sobre él,
sus cicatrices nos curaron.

Todos errábamos como ovejas,
cada uno siguiendo su camino;

y el Señor cargó sobre él
todos nuestros crímenes.

Maltratado, voluntariamente se humillaba
y no abría la boca;

como cordero llevado al matadero,
como oveja ante el esquilador,
enmudecía y no abría la boca.

Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron,
¿quién meditó en su destino?

Lo arrancaron de la tierra de los vivos,
por los pecados de mi pueblo lo hirieron.

Le dieron sepultura con los malvados,
y una tumba con los malhechores,

aunque no había cometido crímenes
ni hubo engaño en su boca.

El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento,
y entregar su vida como expiación;

verá su descendencia, prolongará sus años,
lo que el Señor quiere prosperará por su mano.

Por los trabajos de su alma verá la luz,
el justo se saciará de conocimiento.

Mi siervo justificará a muchos,
porque cargó con los crímenes de ellos.

Le daré una multitud como parte;
y tendrá como despojo una muchedumbre.

Porque expuso su vida a la muerte
y fue contado entre los pecadores, él

tomó el pecado de muchos
e intercedió por los pecadores.

Palabra de Dios.

O bien:

Tenemos un gran sacerdote al frente de la casa de Dios


Lectura de la carta a los Hebreos 10, 12-23

Hermanos:

Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies.

Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados.

Esto nos lo atestigua también el Espíritu Santo. En efecto, después de decir: «Así será la alianza que haré con ellos después de aquellos días —dice el Señor—: Pondré mis leyes en sus corazones y las escribiré en su mente», añade: «Y no me acordaré ya de sus pecados ni de sus crímenes». Donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados.

Hermanos, teniendo entrada libre al santuario, en virtud de la sangre de Jesús, contando con el camino nuevo y vivo que él ha inaugurado para nosotros a través de la cortina, o sea, de su carne, y teniendo un gran sacerdote al frente de la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero y llenos de fe, con el corazón purificado de mala conciencia y con el cuerpo lavado en agua pura.

Mantengámonos firmes en la esperanza que profesamos, porque es fiel quien hizo la promesa.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 39, 6. 7. 8-9. 10. 11 (R.: 8a y 9a)

R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Cuántas maravillas has hecho,
Señor, Dios mío,
cuántos planes en favor nuestro;
nadie se te puede comparar.
Intento proclamarlas, decirlas,
pero superan todo número. R.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio. R.

Entonces yo digo: «Aquí estoy
—como está escrito en mi libro—
para hacer tu voluntad».
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. R.

He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios;
Señor, tú lo sabes. R.

No me he guardado en el pecho tu defensa,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia y tu lealtad
ante la gran asamblea. R.

Aleluya Is 42, 1

Mirad a mi siervo, a quien sostengo;
mi elegido, a quien prefiero.
Sobre él he puesto mi espíritu,
para que traiga el derecho a las naciones.

EVANGELIO

Esto es mi cuerpo
Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre

Cruz Lectura del santo evangelio según san Lucas 22, 14-20

Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo:

—«He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer, hasta que se cumpla en el reino de Dios».

Y,  tomando una copa, pronunció la acción de gracias y dijo:

—«Tomad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid, hasta que venga el reino de Dios».

Y, tomando pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo:

—«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía».

Después de cenar, hizo lo mismo con la copa, diciendo:

—«Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros».

Palabra del Señor

Reflexión del Evangelio del día

Sacerdocio Real

La oración colecta de este día, jueves siguiente a Pentecostés, nos sitúa ante la figura sacerdotal de Jesucristo. Dos cosas se afirman en ella: “para gloria tuya”, de Dios que lo constituyo. “Salvación del género humano”. Todo lo que Dios realiza fuera de sí mismo, tiene como objetivo la salvación de la humanidad. De todas y cada una de las personas y en esto se manifiesta su gloria. Un Sacerdocio único que supera el sacerdocio de la Antigua Alianza. Bien se encarga el autor de la carta a los Hebreos de resaltarlo. Pues bien, de ese sacerdocio participamos todos los bautizados, cada uno conforme a la vocación recibida. Tanto el sacerdocio común del Pueblo de Dios, como el conferido a los que, por el Sacramento del Orden, se les confía la dispensación de los Misterios Santos, todos participan del Sacerdocio de Cristo.

Isaías nos presenta a Dios que pregunta: “¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?" El profeta se muestra disponible: "Aquí estoy, mándame". De muchas maneras habló Dios, antiguamente a nuestros padres. Ahora lo ha hecho por medio de su Hijo. Esta palabra es definitiva. Lo es por lo que comunica y realiza. Ya no hay otra que se pueda pronunciar. Lo es por lo que enseña, propone y sostiene. Y aquí es donde entramos nosotros: somos enseñados por él al tiempo que está junto a nosotros para sostenernos en la misión.

Los versículos del capítulo 17 del evangelio de San Juan, nos presentan a Jesús, antes de comenzar su Pasión, elevando una oración en favor de los que tiene a su lado: Te ruego por ellos…, por estos que tú me diste. Con todas sus debilidades, los conoce bien, por eso los tiene presentes en ese momento, porque están expuestos a una dura prueba y la flaqueza humana, precisa de este auxilio. Considero que así ruega por nosotros. Conoce nuestras debilidades y la buena voluntad que tenemos. También nuestros miedos cuando todo se complica. La vida humana es complicada. Somos conscientes de ello. No hace falta señalarlo a cada uno, sino invitar a reconocerse débiles y necesitados de este auxilio que Jesús ofrece y buscarlo.

Nos ha dado su palabra. Una palabra comunicadora de vida, de aliento, rica en enseñanza y poderosa para sostener a quien la recibe. No olvidemos que la promesa del Espíritu, permite a los que le reciben, recordar sus enseñanzas y avanzar en el conocimiento de lo enseñando. Usa tu memoria y tu entendimiento. Recuerda lo que él te ha enseñado y profundiza aplicando tu entendimiento. Verás entonces que tu voluntad renovada por él se adhiere, naturalmente a la verdad conocida.

Esa tarea la tienes que hacer tú. Nadie puede hacerla por ti, porque solamente tú conoces lo íntimo de ti mismo. Recuerda: “Yo les he dado tu palabra”. Y en esa palabra había vida y esa vida es la luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo.

“No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado”.

Aquí estamos presentes nosotros, que hemos creído en el testimonio apostólico. No solamente hemos dicho que sí, sino que hemos sido introducidos en la unidad: ser unos como él y el Padre son uno. Ser perfectamente uno. Cultivar la unidad. Cuando hay tantos motivos y ocasiones de disensión, de desencuentro, de ruptura de la comunión, considerar que no hay mayor bien que la unidad que Jesús quería y que toca hacer posible, desde la comunión con él, a todos los que le siguen con un corazón renovado y una mente abierta.

Bendecido jueves.

Reflexión 2: Palabras de Vida por el Padre Ovidio Puentes

Palabras de Vida 🙏🏽

   Jn 17,1-2.9. 14-26

Quizá no exista otra oración más profunda y diciente como esta que dirige Jesús a su Padre. Pudieramos pensar en el Padre Nuestro, si. Pero el Padre Nuestro fue la que formuló Jesús para enseñarnos a orar a nosotros. He ahí la distinción. Pues bien. En su oración sacerdotal, Jesús le pide a su Padre ser glorificado en los suyos, en los que Él mismo le ha dado. Todo con el fin de que se contemple su gloria y muchos puedan creer por la palabra y el testimonio de sus enviados. El desenlace de la oración nos muestra la imagen de un Jesús justo. De un Jesús que piensa en los que se van a Jugar la vida por el evangelio. Y esto a su vez nos motiva a los bautizados. Pues lo que hemos hecho hasta ahora tiene sentido. No es invento de hombres, sino obra de Dios. A los que crean y den testimonio de esa verdad en la que han creído, el Señor los llevará con Él. Al menos ese es el deseo de Jesús. Si, el mundo nos odiará. Pero ya todo eso lo perdonó Jesús, pues Él fue el primero en ser rechazado, odiado y desconocido. Que nada nos aflija. Antes bien, que nos motiven tales acontecimientos. Pues a través de ellos daremos gloria al Señor y su Santo Nombre. Fomentemos la unidad. No es concebible a los ojos del Señor, comunidades cristianas divididas. Que abramos nuestro corazón a la experiencia amorosa de los amigos de Jesús,. para que así todos juntos podamos construir su reino.

P. Ovidio Puentes.

Cristo te ama🫀

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