Las siete palabras para el vienes santo

Las Siete Palabras de Jesús en la Cruz

Las siete palabras para el vienes santo
Contenido de este artículo
  1. Introducción:
  2. ¿Cuales son las Siete palabras de Jesús en la Cruz?
  3. Cantos para la Meditación de las Siete Palabras
  4. Primera palabra: "Padre perdónalos; no saben lo que hacen" (Lc 23,34)
  5. Segunda palabra: "En verdad, en verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lc 23,43)
  6. Tercera palabra: "Mujer ahí tienes a tu hijo, hijo ahí tienes a tu madre" (Jn 19,26)
  7. Cuarta palabra: "Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?" (Mc 15,34)
  8. Quinta palabra: "Tengo sed" (Jn 19,28)
  9. Sexta palabra: "Todo está consumado" (Jn 19,30)
  10. Séptima palabra: "Padre, en tus manos pongo mi espíritu" (Lc 23,46)
  11. Descargar las Siete palabras de Jesús en la Cruz
  12. ¿Que son las Siete palabras?

Introducción:

Nuestro Señor Jesucristo es la Palabra del Padre que se hace carne humana para darnos la salvación y conducirnos a la felicidad.

En un momento dado de nuestra historia alguien juntando, de los cuatro evangelios, las últimas palabras pronunciadas por el Señor en la cruz estableció esta bella devoción del Viernes Santo.

Orarlas, meditarlas y cantarlas, nos sumergen en la ternura misericordiosa del Padre Dios que "quiere que todas las personas se salven y lleguen al conocimiento de la verdad".

La pasión del Señor es la respuesta que el Dios de Amor tiene para la humanidad; en vez de castigarnos nos invita a la conversión; en vez de amedrentarnos nos invita a abandonarnos en sus manos paternales/maternales para construir una sociedad basada en la justicia, la verdad, la libertad, la honestidad, el respeto, el amor y el perdón.

Las Siete Palabras son el testamento del amor de aquel que vino a darnos la vida en abundancia. Contemplando al Crucificado podremos luego confesar al Resucitado que vive y reina por los siglos.

Amén.

¿Cuales son las Siete palabras de Jesús en la Cruz?

  1. "Padre perdónalos; no saben lo que hacen" (Lc 23,34)
  2. "En verdad, en verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lc 23,43)
  3. "Mujer ahí tienes a tu hijo, hijo ahí tienes a tu madre" (Jn 19,26)
  4. "Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?" (Mc 15,34)
  5. "Tengo sed" (Jn 19,28)
  6. "Todo está consumado" (Jn 19,30)
  7. "Padre, en tus manos pongo mi espíritu" (Lc 23,46)

Cantos para la Meditación de las Siete Palabras

  • Zamba del Perdón
  • Soneto al Crucificado
  • El Diario de María
  • Dios mío, Dios mío, ¿Por qué mes has abandonado?
  • Mi Dios
  • La Hora Nona
  • Beso tu cruz

Primera palabra: "Padre perdónalos; no saben lo que hacen" (Lc 23,34)

Padre Santo, escucha en esta noche la oración de tu Hijo que desde la cruz te sigue suplicando el perdón para cada uno de nosotros. ¡Con cuánta facilidad, Padre Bueno, queremos evadir nuestra responsabilidad y darte como excusa que no sabemos lo que hacemos!

Padre perdónanos, pues sí tenemos mucha responsabilidad; nos hemos dejado arrastrar por el odio, la mentira, la irresponsabilidad, la indolencia y la falta de solidaridad; le hemos dejado a los demás la parte del trabajo que nos corresponde hacer. ¡Padre perdónanos!.

Ayúdanos a contemplar el misterio de la muerte violenta de tu amado Hijo, para que nos demos cuenta hasta dónde podemos llegar a causa de nuestro egoísmo e irresponsabilidad.

Haz Señor que, al ser conscientes de lo que hacemos no condenemos más a muerte a quienes no piensan como nosotros; haz Señor que seamos conscientes que sólo perdonando, como tú lo haces, podemos vivir en paz, justicia y libertad los unos junto a los otros. Te lo pedimos por los méritos de tu Hijo crucificado que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Canto - Zamba del Perdón

Perdón por aquel mendigo, por aquella lágrima que hice brillar. Perdón por aquellos ojos que al buscar los míos no quise mirar.

Señor, no le di mano, encontraba solo y lo Perdón por no cariño, por buscarlo y tan lejos de Perdón por no cariño, por buscarlo y tan lejos de

Señor, ¿por qué soy Estoy como ciego y no comprender. Señor, tú eres esperanza: die dame mirada, que te sepa Señor, tú eres esperanza: dame mirada, que te sepa ver. //

Señor, no siempre alegre,

no doy la luz otros que están junto a Perdón por tristeza, por sentirme cuando estás Perdón por tristeza, por sentirme cuando estás

Perdón, por hermanos, quienes importa de padecer. Estás cerca del que pasan a tu lado, pero no te Estás cerca del que pasan a tu lado, pero no te ven.

Segunda palabra: "En verdad, en verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lc 23,43)

Señor Jesús crucificado me estremezco al meditar en tu atroz y absurda pasión y muerte; pero más me estremezco al sentir tu ternura infinita que aún en medio de los tormentos se derrama en cualquier corazón humano que se abre a tu amor.

En vez de renegar y maldecir tu suerte, serenamente atraes sobre ti el odio y la sevicia de quienes, pagados de sí mismos y de su crueldad, no les tiembla el pulso para herir, escarnecer, difamar, injuriar a quienes se oponen a sus caprichos, egoísmos y maldades. Y atraes esa maldad para arrancárnosla del corazón; la atraes hacia ti, para que nosotros construyamos el paraíso que siempre quisiste que construyéramos en esta tierra; la atraes hacia ti para que seamos responsables, bondadosos, solidarios, comprensivos, honestos y nos sintamos a gusto, con nuestros semejantes.

Por los méritos de tu pasión injusta y cruel ayúdanos a dejar nuestra maldad y aceptar el paraíso que nos ofreces, aquí y ahora, y por todos los siglos de los siglos. Amén.

Canto - Soneto al Crucificado

No me mueve, Señor, para quererte cielo que me tienes ni temido para dejar por eso ofenderte.

Tu me mueves, Señor, muéveme verte clavado una cruz escarnecido, muévete ver tu cuerpo tan herido muéveme tus afrentas tu muerte.

Muéveme, al fin, tu amor, en tal manera, que aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera, pues aunque lo que espero no esperara, lo mismo quiero quisiera.

Tu me mueves, Señor, muéveme al verte clavado una cruz y escarnecido, muéveme ver tu cuerpo tan herido, muéveme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, al fin, tu amor, y en tal manera, que aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera, pues aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero te quisiera.

las 7 palabras de Jesús en la cruz

Tercera palabra: "Mujer ahí tienes a tu hijo, hijo ahí tienes a tu madre" (Jn 19,26)

Qué inmenso es tu dolor Señor y que gran vacío, dolor y angustia la de tu santa madre al pie de la cruz; los dos corazones más puros que han existido en la tierra, el tuyo y el de tu madre amada, los hemos destrozado por la furia asesina, por el odio implacable, por la mentira institucionalizada, por las calumnias difamantes, que albergamos en los nuestros.

Sin embargo, desde tu cruz nos sigues invitando a la conversión; nos pides que recibamos a tu Madre Virgen como nuestra Virgen Madre; nos pide que aprendamos de ella a escuchar tu Palabra y a ponerla por obra. Nos pides que como ella lloremos ante el mal, pero que luchemos por erradicarlo de nuestras vidas y de la vida de nuestros pueblos. Nos pides hacer de nuestra casa, la casa de la Virgen Madre, para que nosotros "muertos al pecado, vivamos para la justicia".

Madre amada, Virgen María madre nuestra, te quiero recibir en mi casa para que pueda estar contigo y con tu Hijo amado y crucificado, en la casa del Padre que vive y reina con el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

Canto - El Diario de María

Te miro a los ojos y entre tanto llanto parece mentira que te hayan clavado.

Que seas el pequeño al que he acunado, y que se dormía tan pronto en mis brazos, el que se reía al mirar el cielo y cuando rezaba se ponía serio.

Sobre este madero veo aquel pequeño que entre los doctores hablaba en el templo, que cuando pregunté, respondió con calma que de los asuntos de Dios, se encargaba.

Ese mismo niño, el que está en la cruz, el Rey de los hombres, se llama Jesús. Ese mismo hombre ya no era un niño cuando en esa boda le pedí más vino.

Que dio de comer a un millar de gente y a pobres y enfermos los miró de frente.

Rió con aquellos a quienes más quiso, y lloró en silencio, al morir su amigo. Ya cae la tarde, se nublan los cielos, pronto volverás a tu Padre Eterno.

Duérmete pequeño, duérmete mi niño, que yo te he entregado todo mi cariño. Como en Nazareth, aquella mañana, ¡He aquí tu sierva, he aquí tu esclava!

Cuarta palabra: "Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?" (Mc 15,34)

Señor Jesús Crucificado, mi Señor Maestro torturado y abandonado, tu grito es nuestro grito de cada día; contigo no dejamos de gritar todos los días al Padre Dios ¿por qué nos has abandonado? ¿Por qué hemos caído tan bajo hasta querer, invocar y procurar la muerte de nuestros semejantes? ¿Por qué reina y se pasea ufana y prepotente la maldad institucional matando inocentes y absolviendo culpables? ¿Por qué permites que leguleyos asesinen la verdad y acusen de mentira, fraude y falsedad a quienes buscan el bien, la paz y la verdad? ¿Por qué, oh Dios nos abandonaste?.

Y a tu pregunta Señor no hubo respuesta de este lado de la historia; el Padre Dios permaneció en silencio y te dio la respuesta definitiva al otro lado de la muerte. ¡Te resucitó!. Junto a nuestro grito de súplica te pedimos Padre que no nos abandonemos en manos de la desilusión, la irresponsabilidad, la pasividad, el odio, la mentira y la violencia. Danos el coraje de tu Hijo para soportar la crucifixión y no devolver a nadie mal por mal; danos el arrepentimiento ya que somos nosotros los que te hemos abandonado y no hemos seguido tus caminos.

Danos Señor el valor de confiar de tal forma en ti, que seamos capaces de seguir haciendo el bien a todas las personas, aún a aquellos que nos quieren destruir. Te lo pedimos a ti Padre que siempre nos escuchas, ahora y por todos los siglos. Amén.

Canto - Dios mío, Dios mío, ¿Por qué mes has abandonado?

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Los que me ven, se burlan de mí, hacen una mueca y mueven la cabeza, "Confió en el Señor, que él lo libre; que lo salve, si lo quiere tanto".

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Me rodea una jauría de toros, me asalta una banda de malhechores: taladran mis manos y mis pies, yo puedo contar todos mis huesos.

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Se reparten entre sí mi ropa y sortean mi túnica. Pero tú, Señor, no te quedes lejos, fuerza mía, ven pronto a socorrerme.

e Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos, te alabaré en medio de la asamblea: "Alábenlo, los que temen al Señor, glorifiquenlo, hijos de Israel".

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Quinta palabra: "Tengo sed" (Jn 19,28)

Desde la tortura de la cruz infame, deshidratado a causa de los suplicios que te infligieron tus verdugos, sintiendo la limitación de tu carne humana, Señor Dios crucificado sentiste sed y lo dijiste. No quisiste ser un superhéroe y aceptaste la limitación de la corporeidad humana; y, quizá, con voz entrecortada te atreviste a decir: "Tengo sed", y tu sed, amado Señor, era a la vez física y espíritual; sed física porque estabas al borde de la muerte histórica; sed espiritual porque quienes te crucificaban ayer, y los que te seguimos crucificando hoy, no queremos aceptar tu propuesta de fraternidad, justicia, sencillez, honestidad y verdad.

Sigues teniendo sed Señor y yo puedo hacer algo por apagarla; hoy me sigues invitando a que sea bueno, cariñoso y comprensivo con los demás; hoy no dejas de invitarme a que me despoje de la resequedad del odio estéril, de la violencia ineficaz, de la mentira absurda, del podrido egoísmo, que sumerge a mis semejantes en el infierno de la maldad.

Concédeme Señor apagar tu sed haciendo de mi vida un servicio alegre y lleno de bondad para todos los que me rodean; permite Señor que mi vida sea un agua que refresque la vida de aquellos que me diste como compañeros de camino. Haz Señor que calme tu sed "pasando por la vida haciendo el bien". Amén.

Canto - Mi Dios

Tengo sed de aquel vino que tome en un altar. Tengo sed de aquel vino que tome en un altar. Hambre de aquel pan divino que tu me supiste dar.

Pienso ahora que mi vida es tuya y de nadie mas,porque se que la tengo perdida y tu me la puedes salvar.

Tengo sed de aquel vino que tome en un altar. Hambre de aquel pan divino que tu me supiste dar.

Pienso ahora que mi vida es tuya y de nadie mas, porque se que la tengo perdida y tu me la puedes salvar.

Yo se que mi corazón no ha perdido la confianza que ha existido entre los dos porque eres mi Dios, te doy la razón.

Yo se que mi corazón no ha perdido la confianza que ha existido entre los dos porque eres mi Dios.

Tengo sed de aquel vino que tome en un altar. Hambre de aquel pan divino que tu me supiste dar.

Pienso ahora que mi vida es tuya y de nadie mas, porque se que la tengo perdida y tu me la puedes salvar.

Yo se que mi corazón no ha perdido la confianza que ha existido entre los dos porque eres mi Dios te doy la razón.

Yo se que mi corazón no ha perdido la confianza que ha existido entre los dos porque eres mi Dios.

Tiemblo al pensar que por ello te entregaría mi vida tendría razón de hacerlo ya no estaría perdida, ya no estaría perdida, ya no estaría perdida.

Sexta palabra: "Todo está consumado" (Jn 19,30)

Con cuanta serenidad, Señor, llegaste hasta el final; viniste a llenarnos de la alegría del Reino de Dios; con tus palabras y obras nos mostraste el rostro amoroso del Padre; con tu misericordia infinita para con los pecadores públicos y privados, tu solidaridad para con los pobres, con tu ternura para los enfermos, con tu alegría y buen humor diarios, con tu rectitud inquebrantable, con tu oración confiada y permanente, con tu lectura y meditación constante de las santas escrituras, nos enseñaste el camino de la libertad, de la justicia y de la paz.

Y tu enseñanza la rechazamos y entonces optaste por la última y definitiva lección; en vez de defenderte y acusar a quienes con mentira y trampas legales buscaban, y lograban, tu muerte, te callaste y nos enseñaste a perdonar de corazón a quienes hacen de la calumnia su mejor maestra. Con tu majestuoso silencio nos enseñaste que la mejor respuesta ante quien nos descalifica es amar, perdonar y comprender. Con tus palabras certeras buscaste la conversión de tus ajusticiadores y ante su terquedad preferiste soportar los tormentos, antes de traer legiones de ángeles a que te defendieran.

Por eso todo está consumado; ya no quedaban palabras y obras qué hacer por el momento. Le dijiste al Padre y a nosotros que todo estaba cumplido; le pasaste la palabra al Dios de la vida.

Ayúdanos Señor a cumplir de veras con nuestros compromisos diarios sin buscar aplausos, reconocimientos y gratitudes; Señor crucificado, ayúdanos a exigirnos a nosotros mismos a cumplir la palabra que empeñamos. Señor crucificado danos la fuerza de tu Santo Espíritu para poder decir cada día contigo, "todo está cumplido" haciendo el esfuerzo para realizar día a día el trabajo que tú nos pides hacer. Te lo pedimos a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Canto - La Hora Nona

Por nuestro amor murió el Señor, en la cruz, murió el Señor. El nos mandó dar la vida como hermanos en señal de amor.

Planearon su muerte en silencio, asustaron con gritos al pueblo y en un leño colgaron su cuerpo, a la hora de nona, a la hora de nona, BUDG el Señor, el Señor murió, el Señor murió. sito.

Es la hora de nona en mi pueblo, las sirenas de alarma han sonado y mi pueblo se queda dormido y hermano llora y mi hermano muere y el clamor de su voz no nos duele y mi hermano muere.

Es la hora de nona en la tierra, es la hora del hambre y la muerte, es la hora del odio y la guerra, es la hora de nona, cuando sufre mi pueblo, cuando crece el dolor y el engaño, cuando falta el amor.

Séptima palabra: "Padre, en tus manos pongo mi espíritu" (Lc 23,46)

Señor Jesús Crucificado en el momento de tu muerte te abandonaste en los brazos amorosos del Padre; brazos y manos de ternura infinita que te recibían colmando de amor tu existencia que había sido destrozada por los brazos y manos humanos llenos de violencia irracional. Acunado por los brazos amorosos de tu Padre, a quien no sentías en ese momento, entregaste tu último aliento aquí en la tierra, para respirar libremente en la eternidad.

Tus adversarios querían verte desesperado y maldiciendo tu mala suerte, renegando del mundo que te daba la espalda, lanzando reproches y quejándote de la ingratitud ajena; tú en cambio, amado Señor, te fuiste abandonando en las manos del que nunca te abandonó. Sabías, aunque fuese muy difícil creerlo, que él estaba allí y que su última palabra sería la vida y no la muerte. En las manos del Padre pusiste todo, tus grandes alegrías y satisfacciones, y tu derrota y muerte ignominiosas. No dejaste nada para ti; todo quedaba en manos de tu Padre.

Ayúdame Señor a no buscar derechos de autor, a no buscar que los otros reconozcan lo que hago en bien de ellos, ayúdame Señor a dejar todo en tus manos. Y dame el valor para no achacarle a nadie mis fracasos, a no culparte por mis errores y pecados, a no escudarme en mi debilidad o limitación para aparentar ante los demás que soy inocente. Concédeme la gracia de abandonarme cada día en las manos amorosas del Padre, haciéndolo todo con el mayor cariño y bondad posibles y confiando que él siempre hace salir el sol para malos y buenos y manda la lluvia para los justos y los pecadores. Amén.

Canto - Beso tu cruz

Un gran silencio cubre toda la tierra, no es tristeza ni llanto, lo que hoy nos congrega: Celebramos el triunfo de Jesús que nos redimió muriendo en la cruz.

Beso tu cruz, signo de vida, ya no hay dolor, muerte vencida.

Las pruebas de esta vida un sentido tienen ya. La esperanza nos sostiene; todo es parte de tu plan. Tu providencia es ajena a todo mal aunque sea una cruz el camino a transitar.

Beso tu cruz, signo de vida, ya no hay dolor, muerte vencida. Adoro tu cruz, acepto mi cruz. Beso tu cruz, abrazo mi cruz.

Tus heridas manifiestan la gloria y el poder. Es tu padre bondadoso que invita a renacer. Hoy este milagro es posible en mí también. Abrazo mi cruz y confiando entrego mi ser.

Beso tu cruz, signo de vida, ya no hay dolor, muerte vencida. Adoro tu cruz, acepto mi cruz. Beso tu cruz, abrazo mi cruz.

Beso tu cruz, signo de vida, ya no hay dolor, muerte vencida. Adoro tu cruz, acepto mi cruz. Beso tu cruz, abrazo mi cruz.

Reflexiones: Pbro. Cándido Contreras Ochoa

Descargar las Siete palabras de Jesús en la Cruz

¿Que son las Siete palabras?

Las siete palabras es la denominación convencional de las ultimas siete frases que Jesús pronuncio durante su crucifixión, antes de morir, tal como lo relatan los evangelios canónicos. Ver Wikipedia.

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