La crónica menor
Cardenal Baltazar Porras Cardozo
La absurda guerra desatada por Rusia contra Ucrania no es un episodio ajeno ni lejano. No
se puede tener un acercamiento a este terrible y temible acontecimiento con filias o
fobias producto de las apetencias ideológicas de cada uno. Es algo mucho más serio que
invita a una reflexión seria y serena. Las intervenciones del Papa Francisco sobre la
materia ponen en evidencia algunos aspectos que no pueden pasar desapercibidos, pues
la guerra no se soluciona con más guerra. La imaginación, la creatividad y sobre todo la
sensatez humana exigen poner en juego otras armas que no son fusiles y misiles.
El moralista español de más peso en el último medio siglo es el redentorista Marciano
Vidal, ampliamente conocido por sus muchos escritos sobre los temas donde la moralidad
y la ética están involucrados. Es decir, en el entramado de la vida humana no puede estar
ausente el juicio ético, pues cada acto de los seres inteligentes tiene relación ineludible
con el entorno humano y ecológico. Nada es ajeno a la responsabilidad por la vida y
sustento de la actual y futura generación.
El Padre Vidal acaba de publicar “Frente a la guerra: la construcción de un orden mundial
justo”. Y lleva por subtítulo, reflexión teológico-moral sobre la invasión bélica a Ucrania.
En realidad, las 240 páginas de este pequeño libro es una especie de “summa”, un tratado
que nos pasea en la primera parte por los cuatro paradigmas teológico-morales con los
que se ha pensado la moralidad de la guerra: la teoría escolástico-casuista de la “guerra
justa”. De la “guerra justa al paradigma de la “justa defensa”. El paradigma de la
“injerencia humanitaria” desde el final de la política de bloques hasta la Guerra del Golfo.
El paradigma de la “guerra preventiva” frente al terrorismo internacional. Y la
“interminable” historia de la guerra y su permanente condena moral.
La segunda parte, está dedicada a explicar el contexto histórico de la invasión bélica
contra Ucrania por parte de Rusia. Pienso que es un excursus importante para quienes no
dominan el tema de esa cortina, siempre inestable y conflictiva, entre la Rusia asiática y
sus confines con el este europeo. La tercera parte, ofrece materiales para la construcción
y la defensa de un orden mundial justo. La superación de la violencia ideológica
(“nacionalista”, “religiosa”), y el deber del “desarme” frente a la “carrera de
armamentos”. Cierra el libro con una enjundiosa bibliografía sobre el tema con lo mejor
que se ha escrito desde el siglo XX hasta nuestros días sobre la materia en todos los
idiomas modernos.
Por desgracia, nos dice el autor, el fenómeno de la guerra y el ejercicio de las armas han
acompañado a la humanidad a lo largo de todo su devenir histórico. El fenómeno bélico
ha suscitado y se ha apoyado en una cultura de la guerra, que ha impregnado e impregna
la convivencia humana. Tanto el discurso ético racional como la actitud moral de las
religiones se han enfrentado con ese fenómeno oscuro de la humanidad. Se impone la
práctica de un auténtico “discernimiento de espíritus” en referencia a los paradigmas con
que ha sido pensada y orientada la opción bélica para dirimir los conflictos de los pueblos.
“Para la conciencia moral del cristiano y para su convicción religiosa, la guerra es siempre
un mal. Juan XXIII en su encíclica Pacem in terris, afirmó “en nuestra época, que se jacta
de poseer la energía atómica, resulta absurdo sostener que la guerra es un medio apto
para restablecer el derecho violado”. “La guerra, así como toda clase de violencia, es algo
que contradice a la condición racional y social del hombre. La guerra es un mal en sí
misma; por tanto, no es honesto ni razonable procurarla en cuanto tal y por ella misma.
Sólo puede justificarse como un “mal menor” cuando se hace necesario evitar males
mayores. Pero, dicho esto, hemos de preguntarnos: ¿puede considerarse la guerra en la
actualidad, un “mal menor?”.
Una de las industrias más prósperas es la carrera armamentista. La condenan los mismos
que la producen. Basta con ver las estadísticas de los centenares de guerras desde el
término de la segunda guerra mundial hasta nuestros días. El desarme no es una realidad
aislada; forma parte de un conjunto y debe ser abordado con una metodología propia que
abarque todos los aspectos que se conjugan: el científico, el jurídico, el político y el
espiritual. Además, debe tener en cuenta las dos grandes realidades actuales: el desarrollo
y la organización de la sociedad internacional.
El Papa Francisco se ha sumado a la opción de reducir el gasto militar: “Con el dinero que
se usa en armas y otros gastos militares se puede construir un fondo mundial, para acabar
de una vez con el hambre y para el desarrollo de los países más pobres, de tal modo que
sus habitantes no acudan a soluciones violentas o engañosas ni necesiten abandonar sus
países para buscar una vida más digna”.
44.- 28-7-22 (4946)
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