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Contenido de este artículo
- Tips Litúrgicos
- Monición de Entrada
- Monicion de la Primera Lectura
- Primera lectura
- Salmo del dia de Hoy
- Monicion de la Segunda Lectura
- Segunda lectura del dia de Hoy
- Monicion del Evangelio
- Evangelio del día de Hoy
- Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 27-38
- Evangelio en Audio
- Reflexión del Domingo de la Tercera semana del Tiempo Ordinario
Tips Litúrgicos
Color: Verde // Misa del Domingo, VII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO// se celebra Misa del Domingo // ants. y oracs. props., Gl., Cr., Pf. dominical. // Hoy no se permiten las misas de difuntos, excepto la exequial
LECC.: vol. I (C).
Lecturas del Día
1ª Lectura: 1 Sam 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23. - "El Señor te ha entregado hoy en mi poder,
pero yo no he querido extender la mano"
Salmo: 102. R. "El Señor es compasivo y misericordioso"
2ª Lectura: 1 Cor 15, 45-49. "Lo mismo que hemos llevado la imagen del hombre
terrenal, llevaremos también la imagen del celestial"
Evangelio: Lc 6, 27-38. "Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso"
Contemplamos el amor de Dios, su misericordia. Solo desde esta
fuente podemos entender lo que Jesús nos pide en el Evangelio:
el amor a los enemigos, y lo pide desde la medida de la misericordia
que puede romper la enemistad. Se trata de la medida del
celemín para calcular el trigo que se vierte sobre el manto doblado
en la cintura. Sobre este celemín no se pasará la vara sobre su
borde para que la tasa sea según la medida exacta, sino que se
dejará colmado y repleto. La justicia de Dios y su misericordia
serán así, sin pasar la vara, pues él llenará el celemín hasta arriba
Liturgia de las Horas: oficio dominical. Te Deum. Comp.
Dom. II.
Martirologio: elogs. del 24 de febrero, pág. 177.
Monición de Entrada
¡Amados hermanos y hermanas en Cristo! ¡Este es el día que hizo el Señor, alegrémonos y regocijémonos en él! Hoy, Domingo, la Iglesia nos convoca alrededor de la mesa de la Palabra y de la Eucaristía para recordar que, aunque somos frágiles como el barro, llevamos en nosotros el soplo divino que nos eleva hacia la santidad. En esta celebración, dejemos que el Señor nos moldee. Que cada canto, cada silencio y cada gesto nos acerquen más a Aquel que, desde la cruz, nos enseñó que la misericordia es el camino hacia la resurrección. Pongámonos de pie, con gratitud y fe, para iniciar esta santa Misa, conscientes de que Cristo mismo nos espera en su Palabra y en el Pan de Vida.
Monicion de la Primera Lectura
En esta lectura, contemplamos un momento crucial en la vida de David. Aunque tiene la oportunidad de eliminar a su perseguidor, el rey Saúl, elige el camino de la misericordia, confiando en que Dios juzgará con justicia. Este relato nos desafía a preguntarnos: ¿Cómo respondemos ante quienes nos hieren? ¿Optamos por la venganza o por la gracia? Escuchemos cómo la fidelidad a Dios transforma incluso las situaciones más tensas
Primera lectura
Lectura del primer libro de Samuel 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23
En aquellos días, Saúl emprendió la bajada al desierto de Zif, llevando tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David allí.
David y Abisay llegaron de noche junto a la tropa. Saúl dormía, acostado en el cercado, con la lanza hincada en tierra a la cabecera. Abner y la tropa dormían en torno a él.
Abisay dijo a David:
«Dios pone hoy al enemigo en tu mano. Déjame que lo clave de un golpe con la lanza en la tierra. No tendré que repetir».
David respondió:
«No acabes con él, pues ¿quién ha extendido su mano contra el ungido del Señor y ha quedado impune?».
David cogió la lanza y el jarro de agua de la cabecera de Saúl, y se marcharon. Nadie los vio, ni se dio cuenta, ni se despertó.
Todos dormían, porque el Señor había hecho caer sobre ellos un sueño profundo.
David cruzó al otro lado y se puso en pie sobre la cima de la montaña, lejos, manteniendo una gran distancia entre ellos, y gritó:
«Aquí está la lanza del rey. Venga por ella uno de sus servidores, y que el Señor pague a cada uno según su justicia Y su fidelidad. Él te ha entregado hoy en mi poder, pero yo no he querido extender mi mano contra el ungido del Señor».
Palabra de Dios.
Salmo del dia de Hoy
Salmo 102 R/. El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R/.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/.
Como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que lo temen. R/.
Monicion de la Segunda Lectura
San Pablo nos presenta un contraste profundo: el primer Adán, terrenal y frágil, frente a Cristo, el "último Adán", celestial y redentor. Esta lectura nos invita a mirar más allá de nuestras limitaciones humanas y a abrazar la promesa de la resurrección. ¿En qué imagen nos estamos conformando: la de la carne o la del Espíritu? Preparemos nuestro corazón para escuchar esta verdad que fundamenta nuestra esperanza
Segunda lectura del dia de Hoy
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 45-49
Hermanos:
El primer hombre, Adán, se convirtió en ser viviente. El último Adán, en espíritu vivificante.
Pero no fue primero lo espiritual, sino primero lo material y después lo espiritual.
El primer hombre, que proviene de la tierra, es terrenal; el segundo hombre es del cielo.
Como el hombre terrenal, así son los de la tierra; como el celestial, así son los del cielo. Y lo mismo que hemos llevado la imagen del hombre terrenal, llevaremos también la imagen del celestial.
Palabra de Dios.
Monicion del Evangelio
Jesús lleva al extremo el mensaje de las lecturas anteriores: "Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso". No se trata solo de no hacer daño, sino de amar activamente, incluso a los enemigos. En este Evangelio, Cristo nos muestra el corazón del cielo. Preparémonos para recibir este desafío que cambia vidas.
Evangelio del día de Hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 27-38
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.
Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.
Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.
Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida que midiereis se os medirá a vosotros».
Palabra del Señor.
Evangelio en Audio
Reflexión del Domingo de la Tercera semana del Tiempo Ordinario
1ª Lectura: 1 Samuel 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23
"El Señor te ha entregado hoy en mi poder, pero yo no he querido extender la mano"
En este relato, David perdona por segunda vez la vida de Saúl, a pesar de tener la oportunidad de matarlo. Su decisión de no alzar la mano contra el "ungido del Señor" refleja un profundo respeto por la vida y la voluntad divina. Este acto de misericordia no surge de debilidad, sino de la convicción de que Dios es el único juez.
En la Eucaristía, recibimos a Cristo, quien nos enseñó a perdonar incluso a quienes nos persiguen. Como David, estamos llamados a confiar en el tiempo de Dios y a no tomar venganza, sino a transformar el odio en oportunidad de gracia. La hostia consagrada nos recuerda que, al participar de Cristo, somos invitados a imitar su paciencia y su amor redentor 410.
Salmo 102
R. "El Señor es compasivo y misericordioso"
Este salmo celebra la ternura de Dios, que "cura todas tus enfermedades" y "aleja de nosotros nuestros delitos". Su misericordia no se limita a perdonar, sino que restaura y renueva.
En la Eucaristía, experimentamos la compasión divina de manera tangible. Al recibir el cuerpo de Cristo, somos sanados de nuestras divisiones interiores y fortalecidos para ser instrumentos de reconciliación. El salmo nos invita a recordar que, así como Dios nos colma de gracia, debemos irradiar esa misma ternura hacia los demás, especialmente los más heridos 7.
2ª Lectura: 1 Corintios 15, 45-49
"Lo mismo que hemos llevado la imagen del hombre terrenal, llevaremos también la imagen del celestial"
Pablo contrasta al primer Adán (terrenal y mortal) con Cristo, el "último Adán" (celestial y vivificante). Nuestra identidad como cristianos implica una transformación radical: dejar atrás el egoísmo y abrazar la plenitud de la vida en Dios.
La Eucaristía es el alimento que nos transfigura. Al comulgar, no solo recordamos la resurrección de Cristo, sino que participamos activamente en ella. Cada vez que recibimos el pan consagrado, avanzamos en el camino de convertirnos en "imagen del celestial", es decir, en reflejos de la misericordia y la gloria de Dios.
Evangelio: Lucas 6, 27-38
"Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso"
Jesús radicaliza el amor al pedirnos amar a los enemigos, bendecir a quienes nos maldicen y dar sin esperar retribución. Este mandato no es una opción, sino el corazón del Evangelio: imitar la gratuidad de Dios.
La Eucaristía es el memorial del amor extremo de Cristo, que se entregó incluso a quienes lo crucificaron. Al participar en este sacramento, nos comprometemos a vivir la misma lógica del don: perdonar lo imperdonable, acoger al excluido y amar sin cálculos.
- Perdón como acto de fe: David nos enseña que confiar en Dios implica renunciar a la violencia. En la Eucaristía, Cristo nos da la fuerza para soltar rencores y abrirnos a la paz.
- Misericordia que restaura: El salmo nos recuerda que la compasión divina nos sana. En la comunión, recibimos esa sanación para luego ser agentes de ella.
- Transformación en Cristo: La Eucaristía no es un rito estático, sino un encuentro que nos transfigura. Dejamos atrás el "hombre terrenal" para vivir como hijos de la luz.
- Amor sin fronteras: El Evangelio nos desafía a romper ciclos de odio. En cada Misa, el "haced esto en memoria mía" nos llama a hacer visible el amor de Cristo en un mundo fragmentado.
Que esta meditación nos impulse a vivir la Eucaristía no como un ritual, sino como un compromiso radical de amor, siguiendo el ejemplo de David, la compasión del Padre y la entrega de Jesús.
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