LA VENEZUELA PROFUNDA

Virgen de Coromoto
Virgen María con colores de la bandera de Venezuela

La crónica menor


Cardenal Baltazar Porras Cardozo.


El Alto Apure y el Municipio Andrés Eloy Blanco de Barinas, conforman desde hace seis años la diócesis de Guasdualito. Es mal endémico la escasa atención y promoción de las zonas fronterizas del país. Sin duda, la presencia eclesial en esas regiones ha sido una de las prioridades de la Iglesia Católica.

Como pertenece a la Provincia Eclesiástica de Mérida, me corresponde como metropolitano tener una relación cercana y fraterna con las diócesis sufragáneas.

A la invitación de su Obispo, Mons. Pablo Modesto González, de hacer visita pastoral a algunas de sus localidades, en concreto a El Cantón, la parroquia San Juan Bosco en la Reserva del Caparo, El Amparo y las instalaciones en la capital diocesana de la nueva curia, la Caritas diocesana, la presencia mediática a través de la emisora de Fe y Alegría que sirve a la región, me permitió constatar los avances que se están dando en la evangelización de esta bella y prometedora región, mezcla humana de gente del lugar, el aporte de las montañas andinas del lado venezolano y colombiano, que configuran una cultura propia muy peculiar.

A lo anterior se suma el trabajo mancomunado del obispado de Arauca, en la orilla colombiana de este río con el obispado de Guasdualito es un claro ejemplo de lo que se puede hacer sinodalmente, es decir conjuntamente, en campos como el de la migración y la pastoral social. Las fronteras son lugares de intercambio más que barreras que impiden la relación humana integral en donde los límites son tan tenues que favorecen todo tipo de intercambio benéfico y ayuda a la superación de la violencia institucionalizada en estos lugares.


Se convierte en un reto y un compromiso que va más allá de los límites geográficos. Estoy convencido que la mayor parte de los venezolanos ignoran la vida de estos parajes, de los que solo las malas noticias, catástrofes o situaciones irregulares son las reseñadas por los medios de comunicación. Gente trabajadora y tenaz, producen muchos de los productos que consumen los habitantes de las ciudades.

En el campo evangelizador es refrescante ver las iniciativas de promoción humana y evangelizadora, catequistas, voluntarios en lo social y en la formación humano-cristiana.

La colaboración de la gente del lugar es remarcable y la actitud de acogida y de creatividad supera con creces las carencias. Tenemos obligación de conocer y atender más y mejor a estas comunidades y no verlas como algo marginal sino prenda de consolidación de ricas experiencias para bien de quienes allí habitan como para quienes buscan la superación con el estudio y el emprendimiento al que las autoridades deben estar más atentas.


Las consignas del Papa Francisco de soñar con comunidades en salida, preocupadas por los más vulnerables, en trabajo en equipo, con responsabilidades compartidas en todos los niveles, es prenda de bien material y espiritual que debemos admirar e imitar. Gracias por la experiencia vivida que anima y espolea la misión que todo creyente y todo pastor debe tener por delante.
57.- 12-10-22 (3079)

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