Una mirada a la Venezuela de hoy a través de la DSI y la Economía

Prof. Douglas Coromoto Ramírez Vera[1]

El 25 de abril de 2024, se realizó en el Seminario Arquidiocesano San Buenaventura de la ciudad de Mérida, el evento de la Red de Acción Social de la Iglesia (RASI) Capitulo de Mérida, el encuentro “Miradas Sobre el Acontecer Nacional y Regional”. Dicho evento, fue instalado por el arzobispo Metropolitano de la Arquidiócesis de Mérida Mons. Helizandro Terán Bermúdez y conto con la participación de 4 ponentes. Entre ellos el teólogo P. Pedro Trigo, la Profesora Mayda Hocevar, el Superior Provincial de los Jesuitas P. Alfredo Infante y al autor de este artículo que le correspondió hablar sobre su tema de investigación de casi 40 años de trabajo.

En su participación, este autor, intento hacer una aproximación doble al tema económico nacional, desde la perspectiva de un hombre de fe y como estudioso de la economía. Entendiendo que existen desencuentros entre los hombres de iglesia, hombres de la fe, y los hombres del mundo académico de la economía, hombres de razón.

La fe y la razón son dos formas diferentes de conocer y entender el mundo, pero no son conceptos excluyentes. La fe se basa en creencias religiosas, en verdades reveladas y en la confianza razonable sobre esas verdades que fundamenta una moral de vida. Mientras que la razón se apoya en la observación, el razonamiento lógico y la evidencia empírica. Santo Tomás de Aquino (Summa Contra Gentiles, Libro I, cap. 1-8) afirma que la fe y la razón son dos dimensiones distintas de la misma realidad, ambas creadas por Dios, por lo tanto, no pueden entrar en contradicción. en el Pensamiento Cristiano, la razón y la fe no son una contraposición excluyente, sino complementarias.

“La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad” (Juan Pablo II,1998, Fides et Ratio)[2]. Las verdades de la fe requieren que su objeto sea comprendido con la ayuda de la razón y la razón admite como necesario lo que la fe le presente. Mientras que la fe cristiana, por su parte, tiene necesidad de una razón que se fundamente en la verdad para justificar la plena libertad de sus actos.

La mirada del hombre de fe, parte de la sobreabundancia de DIOS eterno e infinito. La mirada del economista, parte de la necesidad y de la escasez humana. DIOS Crea la naturaleza, el hombre, la transforma con su trabajo para hacerla útil a sus necesidades. Para ello cuenta con su voluntad y su inteligencia para hacer productivo y eficiente su trabajo. El trabajo se convierte en una mediación para la vida. Esto sólo es posible en libertad. La libertad aparece como condición de la acción y la acción como necesidad en orden a la propia subsistencia humana. Para hacer uso eficiente requiere ser propietario del producto de su trabajo. Por lo tanto, la propiedad es el resultado del ejercicio de su libertad en su vida pasada para poder continuar su vida futura. Quitarle la propiedad es robarle su vida pasada y negarle su vida futura.

La naturaleza humana lo hace un ser carente de todo, al llegar a la vida, pero también con una capacidad de ser sobre abundante en algo, en el desarrollo de su vida. Esa misma naturaleza, lo hace un ser gregario que lo mueve a vivir en comunidades y sociedades. De ahí se desarrolla una característica de vida social, llamada la sociabilidad que impide ser un solitario. A su vez los lazos de empatía evitan abandonar al otro en una situación de necesidad y a eso lo llamamos solidaridad.

De aquí se puede señalar que, en la vida humana, se actúa con base a principios de convivencia social. La tradición y magisterio de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) nos muestra tres principios útiles para la convivencia, como son los principios de Supletoriedad, Subsidiaridad y Asociatividad. 

Lo que se explica brevemente, en relación con la libertad, el bien común, la sociabilidad y la solidaridad.

1. Principio de Supletoriedad:

•             Definición: El Estado solo debe intervenir cuando la iniciativa privada o social sea insuficiente para satisfacer las necesidades de la población.

•             En relación con:

o             Libertad: Respeta la libertad individual y la iniciativa privada.

o             Bien común: Busca garantizar el bienestar de la población, complementando la acción de la sociedad.

o             Sociabilidad: Promueve la colaboración entre el Estado y la sociedad civil.

o             Solidaridad: Fomenta la responsabilidad compartida entre el Estado y la sociedad para atender las necesidades de todos.

2. Principio de Subsidiaridad:

•             Definición: Las instancias inferiores deben tener la capacidad y responsabilidad de resolver sus propios problemas antes de recurrir a instancias superiores.

•             En relación con:

o             Libertad: Descentraliza la toma de decisiones y empodera a las comunidades locales.

o             Bien común: Busca una distribución más eficiente de los recursos y la atención a las necesidades específicas de cada localidad.

o             Sociabilidad: Fortalece la autonomía y la participación ciudadana en la gestión pública.

o             Solidaridad: Promueve la colaboración entre diferentes niveles de gobierno para atender las necesidades de la población de manera conjunta.

3. Principio de Asociatividad:

•             Definición: El Estado debe fomentar la creación y el desarrollo de asociaciones libres entre individuos y grupos para la consecución de fines comunes que están más allá de su capacidad individual.

•             En relación con:

o             Libertad: Garantiza el derecho a la libre asociación y el ejercicio de la libertad de expresión y reunión.

o             Bien común: Permite la participación activa de la sociedad en la gestión de los asuntos públicos.

o             Sociabilidad: Fortalece los vínculos sociales y la colaboración entre individuos y grupos.

o             Solidaridad: Promueve la cooperación y el apoyo mutuo entre miembros de la sociedad para alcanzar objetivos comunes.

Dada esta tradición ¿qué se puede hacer como cristiano en la Venezuela de hoy? Venezuela no es un país aislado del mundo actual, el cual se encuentra en una competencia por el reordenamiento geopolítico y geoeconómico, y el país está en medio de dicho proceso. En un país que se vive en una situación social y económica compleja. La pregunta es ¿qué puede hacer un ciudadano con valores cristianos en esa realidad de hoy? La propuesta es simple y es compleja el pluralismo.

El YO frente esta realidad requiere una propuesta cultural y de acción. Ser cristiano no se reduce a lo espiritual y a lo privado, sino al desarrollo de una vida activa en lo social. Esa vida activa pasa por todas las esferas de la vida humana y como tal responde a todas las dimensiones del ser social. Por eso debe intentar, introducirse en la realidad total.

El compromiso sociopolítico de los cristianos no puede reducirse a transformar las estructuras, sino que conlleva crear una propuesta cultural. Esta propuesta cultural parte por vivir intensamente la realidad. Estas pueden ser duras, pero no neutras. Un cristiano no puede ser indiferente a su vida personal y social. Estas circunstancias conmueven el corazón que es el centro de la razón afectiva. Las circunstancias no pueden hacer que se pierda el gusto por la vida y por el propio yo. El perder el gusto por la vida, es perder la diversidad, la diferencia que nos hace únicos como criaturas, como personas, como hijos.

Hacernos seres de pensamientos únicos, de una sola forma de vestir y de vestir de un solo color, es negar nuestra humanidad. La uniformidad es el signo, el símbolo de la pérdida de la individualidad, de la personalidad, de la diferencia que nos hace únicos. La vida democrática se desarrolla en un mundo de pluralidad.

Esta defensa y promoción del pluralismo tiene que ser en todos los ámbitos y aquí se pueden señalar los siguientes.

1. Pluralismo de las ideas, creencias y visiones que permitan la libre búsqueda de la verdad y de Dios, de una sociedad educativa versus un estado docente, de la libertad de comunicar libremente la opinión propia y ajena a otros.

2. Pluralismos social o de las formas de asociación gremial, sindical, estudiantil, amas de casa, deportistas, grupo de consumidores y social en general que permita crear un rico tejido de la sociedad, de la organización popular en defensa de la propiedad, de la libertad de trabajo, de la libertad sindical; en síntesis; por el mejoramiento de las condiciones concretas de vida.

3. Pluralismo económico en las formas de propiedad y de gestión que permita construir una sociedad de emprendedores y propietarios y no una sociedad de esclavos o serviles, dependiente de un trabajo improductivo y sin derechos sociales; o, dependiente de una misión.

4. Pluralismo Político, fortaleciendo la descentralización de competencias, recursos y funciones, a nivel de las regiones, municipios, parroquias y vecinos; promoviendo formas diversas y locales de responder a las necesidades concretas de las personas organizadas.

El pluralismo permite construir una democracia integral donde la participación no es contradictoria con la representatividad. El pluralismo pasa por el rescate de lo político y de lo económico, aunque sea una propuesta cultural. Esto implica en lo económico, revalorizar la propiedad privada y en lo político, salir del esquema del conflicto existencial que solo entiende la lógica de amigo o enemigo. Esto significa entender que las propuestas políticas legítimas, para un cristiano deben ser compatibles con la solidaridad y la subsidiariedad.

Estos principios sociales se encuentran interconectados y se complementan entre sí para promover una sociedad más justa, libre, solidaria y próspera. La libertad individual, el bien común, la sociabilidad y la solidaridad son valores fundamentales que guían la aplicación de estos principios en la práctica.

Se puede poner como ejemplos de estos principios que se aplican en la vida cotidiana los siguientes:

•             La promoción y creación de organizaciones no gubernamentales (ONGs) para brindar apoyo a personas necesitadas.

•             La formación de empresas privadas y cooperativas para la producción y comercialización de bienes y servicios.

•             La participación ciudadana en la planificación y ejecución de proyectos de desarrollo local.

•             La colaboración entre el Estado y la sociedad civil para enfrentar problemas sociales como la pobreza, la inseguridad y la discriminación.

Es importante destacar que la implementación de estos principios no es siempre fácil y requiere de un esfuerzo constante por parte del ciudadano con el estado, la sociedad civil, los empresarios, los gremios e instituciones educativas.

Necesitamos más sociedad civil, más convivencia, la cual parte del respeto de la identidad propia y de los demás y de las exigencias últimas del corazón, como señala Luigi Giussani (2008, El Yo el Poder y las Obras, p.45); “el punto fundamental en el que juzgar la relación que hay entre la persona (o libertad) y poder (sociedad y poder) se encuentra precisamente aquí: en ver si la sociedad se conduce de tal modo que la fuerza del poder se utiliza o no para facilitar, valorar e intensificar, en primer lugar, las obras —una o muchas— que nacen de los individuos y, especialmente, de los individuos asociados.”

Lo anterior nos permite identificar que “el mal gobierno estafa a sus súbditos y toma y destruye los bienes del pueblo, se hace amo de la vida de los súbditos de sus libertades y de su patrimonio”[3] (Chantal Delsol, 2015, L’Etat Subsidiaire, p.124). Se requiere buenos gobierno y también se requiere para el progreso de los pueblos personas y corazones rectos.

“El desarrollo es imposible sin hombres rectos, sin operadores económicos y agentes políticos que sientan fuertemente en su conciencia la llamada al bien común. Se necesita tanto la preparación profesional como la coherencia moral” (Benedicto XVI, Caritas in veritate, 71)


[1] Profesor de la Universidad de los Andes adscrito al Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la ULA Mérida.

[2] Ob. Cit. https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_14091998_fides-et-ratio.pdf)

[3] Le mauvais gouvernement « gruge » ses sujets, est coupable de « saisir et détruire les biens du peuple », se rend « maître de la vie des sujets, de leurs libertés et de leurs patrimoines » Ob. Cit.

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