Moniciones y lecturas de hoy Lunes 05 de Junio de la 9ª semana de Tiempo Ordinario

Tips litúrgicos del Día

Contenido de este artículo

Rojo // San Bonifacio, obispo y mártir; memoria obligatoria // Misa de
la memoria, prefacio de santos pastores o de los santos mártires // 1ª
Lectura: Tb 1,3;2,1-8; Salmo: Sal 111; Evangelio: Mc 12,1-12.
LITURGIA DE LAS HORAS: de la memoria

Años impares


Monición de Entrada

Hermanos y hermanas, en el día de hoy recordamos y celebramos la memoria de San Bonifacio, obispo y mártir, quien entregó su vida por el amor a Cristo y al servicio de la Iglesia. En las lecturas de hoy encontraremos enseñanzas valiosas sobre la fidelidad a Dios y la importancia de ser testigos de nuestra fe en medio del mundo. Abramos nuestros corazones para recibir con alegría la Palabra de Dios.

Monición a la Primera lectura (Libro de Tobías 1,3;2,1-8):

En esta lectura del Libro de Tobías, se nos presenta la historia de Tobit, un hombre justo y fiel a Dios. Escuchemos cómo, a pesar de las adversidades, Tobit persevera en su fe y en su amor por su prójimo, demostrando así su fidelidad a Dios.

PRIMERA LECTURA

Tobías procedía con sinceridad

Lectura del libro de Tobías 1, 3; 2, 1b-8

Yo, Tobías, procedí toda mi vida con sinceridad y honradez, e hice muchas limosnas a mis parientes y compatriotas deportados conmigo a Nínive de Asiria.

En nuestra fiesta de Pentecostés, la fiesta de las Semanas, me prepararon una buena comida. Cuando me puse a la mesa, llena de platos variados, dije a mi hijo Tobías:

—«Hijo, anda a ver si encuentras a algún pobre de nuestros compatriotas deportados a Nínive, uno que se acuerde de Dios con toda el alma, y tráelo para que coma con nosotros. Te espero, hijo, hasta que vuelvas».

Tobías marchó a buscar a algún israelita pobre y, cuando volvió, me dijo:

—«Padre».

Respondí:

—«¿Qué hay, hijo?».

Repuso:

—«Padre, han asesinado a un israelita. Lo han estrangulado hace un momento, y lo han dejado tirado ahí, en la plaza».

Yo pegué un salto, dejé la comida sin haberla probado, recogí el cadáver de la plaza y lo metí en una habitación para enterrarlo cuando se pusiera el sol. Cuando volví, me lavé y comí entristecido, recordando la frase del profeta Amós contra Betel:

«Se cambiarán vuestras fiestas en luto,
vuestros cantos en elegías».

Y lloré. Cuando se puso el sol, fui a cavar una fosa y lo enterré.

Los vecinos se me reían:

—«¡Ya no tiene miedo! Lo anduvieron buscando para matarlo por eso mismo, y entonces se escapó; pero ahora ahí lo tenéis, enterrando muertos».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 111, 1-2. 3-4. 5-6 (R.: 1a)

R. Dichoso quien teme al Señor.

O bien:

R. Aleluya.

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo. R.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo. R.

Aleluya Cf. Ap 1, 5ab

Jesucristo, tú eres el testigo fiel,
el primogénito de entre los muertos;
tú nos amaste
y nos has librado de nuestros pecados por tu sangre.

Versículos alternativos para el Aleluya

EVANGELIO

Agarraron al hijo querido, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña

 Lectura del santo evangelio según san Marcos 12, 1-12

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a los escribas y a los ancianos:

—«Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. A su tiempo, envió un criado a los labradores, para percibir su tanto del fruto de la viña. Ellos lo agarraron, lo apalearon y lo despidieron con las manos vacías. Les envió otro criado; a éste lo insultaron y lo descalabraron. Envió a otro y lo mataron; y a otros muchos los apalearon o los mataron.

Le quedaba uno, su hijo querido. Y lo envió el último, pensando que a su hijo lo respetarían. Pero los labradores se dijeron:

"Éste es el heredero. Venga, lo matamos, y será nuestra la herencia".

Y, agarrándolo, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña.

¿Qué hará el dueño de la viña? Acabará con los ladrones y arrendará la viña a otros.

¿No habéis leído aquel texto: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"?».

Intentaron echarle mano, porque veían que la parábola iba por ellos; pero temieron a la gente, y, dejándolo allí, se marcharon.

Palabra del Señor.

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