DESDE MI PARROQUIA
por Padre Edduar Molina E.
Cada 8 de setiembre la Iglesia recuerda la natividad de la Virgen María, aun cuando el Evangelio no brinda referencias de su nacimiento existen diferentes tradiciones. Una de ellas considera a María descendiente de David, señalando su origen en Belén. Otra corriente griega y armenia, señalan Nazaret como cuna de María. Todo esto ha dado origen en oriente a una gran tradición desde el siglo IV, fijando el 8 de septiembre como el día con el que se abre el año litúrgico bizantino, el cual se cierra con la Dormición, el 15 de agosto. En Occidente fue introducida hacia el siglo VII y era celebrada con una procesión-letanía, que terminaba en la Basílica de Santa María la Mayor.
Partiendo de esta tradición septembrina se celebran, en muchos rincones del mundo, las diferentes advocaciones marianas estas entendidas como una mención, o un título especial, relativo a las apariciones, dones o atributos de la Virgen María. La Iglesia admite distintas advocaciones que significan la figura de la Madre de Jesús o alguna de sus cualidades, a las que se guarda devoción de diversas maneras. Las Advocaciones hacen referencia o nombre aludido que se otorga a un lugar, figura, imagen o recuerdo.
Además, estas alusiones llevan distintos nombres de acuerdo al lugar de devoción, aparición o patronazgo. Desde los comienzos de nuestra historia patria, a la Virgen María la hemos venerado como principal intercesora bajo diferentes advocaciones.
En Venezuela veneramos la gran devoción a la patrona del oriente del país, Nuestra Señora del Valle, en España venerada antiguamente con el título de la Purísima, la cual tiene su fecha de llegada a Venezuela en el año 1530. Es a raíz del terrible ciclón que arrasó Nueva Cádiz, el 25 de diciembre de 1541, que un propietario de la isla de Margarita obtiene el permiso para trasladar la imagen a una capilla del valle del Espíritu Santo. Transcurre el año 1542. Con el tiempo recibe el nombre de la Virgen del Valle, debido al lugar que ocupa. La Virgen del Valle adquiere fama por sus muchos milagros y devotos. El 8 de septiembre de 1911, la imagen de la Virgen del Valle es coronada, canónicamente, por el obispo de Guanare, monseñor Antonio María Durán, en una misa pontifical, y con la asistencia de los párrocos vecinos y de innumerable público.
También en este mes celebramos jubilosos a la Virgen de Coromoto, proclamada por el Papa Pío XII el 11 de septiembre de 1952 como Celeste y Principal Patrona de la República de Venezuela. La imagen es venerada en la ciudad de Ciudad del Espíritu Santo del Valle de Guanaguanare, como se conoció anteriormente la capital del estado Portuguesa.
De acuerdo con la leyenda, esta manifestación ocurrió, por el año 1651, en la región selvática, centro occidental, habitada por los indios Cospes. Su cacique Coromoto se resiste a creer, “lucha contra Dios”, pero termina con una imagencita plana de la Virgen María la en la mano. Imagen que hoy, tres siglos después, acompaña y dirige los pasos de los venezolanos con su maternal intercesión.
Existen otras devociones como la Virgen del Rosario de Chiquinquirá mediante su revelación en 1.794 en una tablita recogida por una viejecita en el lago de Maracaibo.
En 1560 dos padres Agustinos venidos del Nuevo Reino de Granada llegaron a Táriba, llevando a San Cristóbal una tabla con la imagen de nuestra Señora de la Consolación. Es en 1600 que se construye una ermita para la veneración de la excelsa Virgen. Desde entonces Nuestra Señora de la Consolación, es el centro devocional de los tachirenses.
En Valencia se ruega la intercesión de la Virgen del Socorro. En Lara la fecunda Divina Pastora, advocación promulgada por los frailes Capuchinos en 1673. En la capital de la República Nuestra Señora de la Soledad. En Trujillo el monumento a nuestra Virgen de la Paz. Y en Mérida la devoción agustina de la Virgen de Regla en el Valle del Mocotíes, y en la ciudad al norte la Virgen del Espejo y en el sur de la meseta de los tatuyes, la alegre devoción de los vasallos con la Virgen de Candelaria.
El papa Francisco en el Evangelio de la Alegría (Nº 286) nos dice: “María es la del corazón abierto por la espada, que comprende todas las penas. Como madre de todos, es signo de esperanza para los pueblos que sufren dolores de parto hasta que brote la justicia. Ella es la misionera que se acerca a nosotros para acompañarnos por la vida, abriendo los corazones a la fe con su cariño materno. Como una verdadera madre, ella camina con nosotros, lucha con nosotros, y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios. A través de las distintas advocaciones marianas, ligadas generalmente a los santuarios, comparte las historias de cada pueblo que ha recibido el Evangelio, y entra a formar parte de su identidad histórica”.
Mérida, 10 de septiembre de 2023
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