MONICIÓN ENTRADA
Bienvenidos sean todos ustedes, hermanos y amigos. Que el Dios de toda Consolación nos muestre su misericordia y nos dé su salvación.
Estamos en el II Domingo de Adviento. La Liturgia de la Palabra de hoy nos trae este pedido de parte de Dios: “consuelen a mi pueblo”. El Señor ya viene para salvarnos. El mundo nuevo ya se está forjando, pero requiere una lenta maduración. Lo importante es no perder la esperanza, no dejar de purificarse continuamente. Se trata de una paciencia activa: esperar al Señor renovando el corazón cada día.
Seguros de la Presencia salvadora de Jesús Resucitado aquí y ahora entre nosotros, pongámonos de pie y celebremos con gozo esta eucaristía.
MONICIÓN PRIMERA LECTURA (Isaías 40,1-5.9-11)
Durante el exilio de Babilonia el pueblo judío comenzó a entrever una posible liberación. El Profeta empieza a cantar el día bendito del próximo retorno a la patria, cuando todos los obstáculos del camino desaparecerán y el pueblo será conducido por el mismo Dios. Escuchemos.
MONICIÓN SEGUNDA LECTURA (2 Pedro 3,8-14)
Esta carta se dirige a los cristianos que habían perdido la esperanza del “gran día” de la llegada del Señor, y estaban tentados a retornar a la pasividad. El nuevo cielo y la tierra nueva son fruto de un paciente trabajo de renovación interior. Escuchemos.
MONICIÓN EVANGELIO (Marcos 1,1-8)
Hoy el mensajero del Señor nos trae este pregón: “Preparen el camino al Señor”. Dios viene solamente a través del sendero de la persona convertida. Abramos el oído, la mente y el corazón, y pongámonos de pie para acoger su Palabra.
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