Lecturas y moniciones para el día de hoy Sábado 25 de Noviembre de 2023

PRIMERA LECTURA

Por el daño que hice en Jerusalén muero de tristeza

Contenido de este artículo
  1. Lectura del primer libro de los Macabeos 6, 1-13
  2. Salmo responsorial: Salmo 9, 2-3. 4 y 6. 16 y 19 (R.: 15b)
  3.  Lectura del santo evangelio según san Lucas 20, 27-40
  4. Reflexión del Evangelio de hoy
  5. La Vida Eterna y la Resurrección
  6. El Salmo: Confianza en el Señor
  7. La Esperanza y la Fe en la Vida Eterna

Lectura del primer libro de los Macabeos 6, 1-13

En aquellos días, el rey Antíoco recorría las provincias del norte, cuando se enteró de que en Persia había una ciudad llamada Elimaida, famosa por su riqueza en plata y oro, con un templo lleno de tesoros: escudos dorados, lorigas y armas dejadas allí por Alejandro, el de Filipo, rey de Macedonia, que había sido el primer rey de Grecia.

Antíoco fue allá e intentó apoderarse de la ciudad y saquearla; pero no pudo, porque los de la ciudad, dándose cuenta de lo que pretendía, salieron a atacarle.

Antíoco tuvo que huir, y emprendió el viaje de vuelta a Babilonia, apesadumbrado.

Entonces llegó a Persia un mensajero, con la noticia de que la expedición militar contra Judá había fracasado: Lisias, que había ido como caudillo de un ejército poderoso, había huido ante el enemigo; los judíos, sintiéndose fuertes con las armas y pertrechos, y el enorme botín de los campamentos saqueados, habían derribado el arca sacrílega construida sobre el altar de Jerusalén, habían levantado en torno al santuario una muralla alta como la de antes, y lo mismo en Betsur, ciudad que pertenecía al rey.

Al oír este informe, el rey se asustó y se impresionó de tal forma que cayó en cama con una gran depresión, porque no le habían salido las cosas como quería.

Allí pasó muchos días, cada vez más deprimido. Pensó que se moría, llamó a todos sus grandes y les dijo:

—«El sueño ha huido de mis ojos; me siento abrumado de pena y me digo: "¡A qué tribulación he llegado, en qué violento oleaje estoy metido, yo, feliz y querido cuando era poderoso!". Pero ahora me viene a la memoria el daño que hice en Jerusalén, robando el ajuar de plata y oro que había allí, y enviando gente que exterminase a los habitantes de Judá, sin motivo. Reconozco que por eso me han venido estas desgracias. Ya veis, muero de tristeza en tierra extranjera».

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 9, 2-3. 4 y 6. 16 y 19 (R.: 15b)

R. Gozaré, Señor, de tu salvación.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
proclamando todas tus maravillas;
me alegro y exulto contigo
y toco en honor de tu nombre, oh Altísimo. R.

Porque mis enemigos retrocedieron,
cayeron y perecieron ante tu rostro.
Reprendiste a los pueblos, destruiste al impío
y borraste para siempre su apellido. R.

Los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron,
su pie quedó prendido en la red que escondieron.
Él no olvida jamás al pobre,
ni la esperanza del humilde perecerá. R.

Aleluya Cf. 2Tm 1, 10

Nuestro Salvador Jesucristo destruyó la muerte
y sacó a la luz la vida, por medio del Evangelio.

Versículos alternativos para el Aleluya

EVANGELIO

No es Dios de muertos, sino de vivos

 Lectura del santo evangelio según san Lucas 20, 27-40

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron:

—«Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella».

Jesús les contestó:

—«En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección.

Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos».

Intervinieron unos escribas:

—«Bien dicho, Maestro».

Y no se atrevían a hacerle más preguntas.

Palabra del Señor.

Reflexión del Evangelio de hoy

La Vida Eterna y la Resurrección

Las lecturas de Lucas 20, 27-40 y Macabeos 6, 1-13 nos invitan a reflexionar sobre la vida eterna y la resurrección.

En el Evangelio de Lucas, se plantea un interrogante sobre la resurrección y la vida después de la muerte. Jesús, al ser cuestionado por los saduceos sobre la situación de una mujer que había tenido siete esposos, señala que en la resurrección no habrá matrimonio como lo conocemos, sino que seremos como ángeles, hijos de Dios y participantes de la vida eterna.

En el libro de Macabeos, vemos un ejemplo de valentía y fe en la resurrección. Los mártires judíos, aunque enfrentan torturas y persecución por su negativa a abandonar su fe, mantienen la esperanza en la vida eterna y se sostienen firmes en sus convicciones.

El Salmo: Confianza en el Señor

El Salmo 9, 2-3. 4 y 6. 16 y 19 (R.: 15b) refleja la confianza en el Señor como protector y refugio. Celebramos la justicia divina y confiamos en que el Señor no abandona a los que lo buscan, manifestando su soberanía sobre el mundo.

La Esperanza y la Fe en la Vida Eterna

Estas lecturas nos invitan a reflexionar sobre nuestra propia fe en la vida eterna. ¿Tenemos la misma confianza en la resurrección y la vida después de la muerte? ¿Cómo esta certeza impacta nuestra vida diaria y nuestra relación con Dios y los demás?

La vida eterna no solo es un concepto teológico, sino un llamado a vivir con esperanza, valor y compromiso en el presente. La certeza de la resurrección nos anima a vivir con integridad, valentía y amor, manteniendo nuestra mirada puesta en la vida eterna que Dios nos promete.

Que estas lecturas nos inspiren a fortalecer nuestra fe en la vida eterna, a vivir con valentía y compromiso, confiando en el amor y la justicia de Dios. Que la esperanza en la resurrección nos impulse a vivir con autenticidad y amor, siendo testigos de la presencia del Reino de Dios aquí y ahora.

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