26/11/2021
Moniciones al Primer Domingo de Adviento
Homilía Primer Domingo de Adviento Ciclo C
Hoy la iglesia está de morado y es que inicia un nuevo año litúrgico, por eso la estética cambia. El Morado, que representa la sobriedad y las obras de la penitencia a las que nos invita la Iglesia en este tiempo. Para nosotros los venezolanos el tiempo de navidad, el adviento, es uno de los más hermosos. La tradición de desempolvar los coroticos del pesebre, colocar luces, adornar, preparar la casa. Es un momento de encuentro familiar y de preparación también espiritual que se acentúa con la tradición de la corona de adviento. Desde el punto de vista eclesial estaremos leyendo de manera continuada el Evangelio de Lucas, así que si ustedes vienen todos los domingos a misa durante un año podrán decir: “Me leí un evangelio completo”,... bueno, casi completico.
El profeta Jeremías vive en un momento histórico muy difícil, porque potencias extranjeras destruyen a Jerusalén y a él le toca hablar en nombre de Dios en medio de la debacle. En este contexto histórico podemos observar su profecía del Vástago de David. Es una visión que nos lanza hacia el futuro, no sólo de la reestructuración del Reino de Jerusalén, tan necesaria, sino que ahora la leemos como un futuro en donde Dios tendrá el poder, el que vendrá como nos lo manifiesta el credo que proclamamos en unos minutos. No hay nada ni nadie que tenga más poder que Dios.
Los cristianos estamos así, en el deseo de la venida del Señor, “Adviento”, pero en esa venida la misma comunidad debe estar fortalecida, nosotros los creyentes, y ¿Cuál es la principal fortaleza de la comunidad creyente?, San Pablo nos da la clave en la carta a la comunidad de Tesalónica: “Que el Señor los colme y los haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros los amamos, y que así los fortalezca internamente; para que cuando Jesús nuestro Señor vuelva acompañado de sus santos, se presenten santos e irreprensibles ante Dios nuestro Padre.” Vivimos un mundo muy revuelto, que busca dañar nuestras relaciones interpersonales, el diablo es el acusador, pero también él es divisor, el que rompe la relación entre Dios y los hombres, pero también el que rompe las relaciones fraternas entre las personas. En este sentido el consejo de san Pablo es mantenernos unidos en las relaciones fraternas, en el amor, esa es la más gran fortaleza de la comunidad cristiana y lo que la ha mantenido firme por los siglos en a la espera de la venida es precisamente el Sacramento del Amor, la perla preciosa de los sacramentos cristianos. Si esta es la actitud de nuestras comunidades podremos mantenernos de pie ante el Hijo del Hombre cuando venga tal y cómo nos lo recomienda Jesús en el Evangelio de Lucas.
Continuamos, pues nuestro recorrido por el adviento, orando a Dios que nos mantenga unidos en el amor.
Padre José Luis Toro
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