La Iglesia Católica tiene dentro de su organización interna ciertos grados que les concede a sus miembros mayores responsabilidades para con su clero y feligresía. Es por ello que tenemos Obispos, Presbíteros y Diáconos o ministro laico.
En la Iglesia hay dos tipos de diáconos, tenemos uno permanente y otro transitorio.
El diaconado transitorio se lo confieren a los seminaristas en su etapa final de formación y es un requisito para la ordenación sacerdotal.
El diaconado permanente son laicos que se han formado en liturgia para postularse y poder acceder al diaconado, son un apoyo para la parroquia ya que ayudan al sacerdote con las obligaciones y atención de las comunidades. Se diferencian por su tiempo de permanencia en el diaconado.
Ministerio del Diaconado
El Concilio Vaticano II lo explica como el encargado de la Liturgia, de la Palabra y la caridad, es decir; El diácono es maestro porque proclama la Palabra de Dios, es santificador porque administra el sacramento del bautismo y eucaristía; participa en la Santa Misa como “ministro de la sangre” y es guía en la vida eclesial. El Obispo de la diócesis es quien tiene la facultad para nombrar a los diáconos, sean estos permanentes o de transición.
¿Qué hacen los diáconos?
Los diáconos tienen la capacidad de realizar bautizos, distribuir la comunión, casar a las parejas católicas; proclamar las Sagradas Escrituras, enseñar y predicar el Evangelio, presidir las celebraciones, administrar los sacramentos, entre otras obligaciones.
(Lumen gentium 33).
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Respecto de los diáconos permanentes entiendo que no administran los sacramentos de la Confesión y Unción de los Enfermos.
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