Viernes 1 de octubre de 2021. Santa Teresa del Niño Jesús, Evangelio y reflexión

El Señor esté con ustedes
Y con tu espíritu
Del santo Evangelio según san Lucas
Gloria a ti, Señor
10, 13-16

En aquel tiempo, Jesús dijo: “¡Ay de ti, ciudad de Corazaín! ¡Ay de ti, ciudad de Betsaida! Porque si en las ciudades de Tiro y de Sidón se hubieran realizado los prodigios que se han hecho en ustedes, hace mucho tiempo que hubieran hecho penitencia, cubiertas de sayal y de ceniza. Por eso el día del juicio será menos severo para Tiro y Sidón que para ustedes. Y tú, Cafarnaúm, ¿crees que serás encumbrada hasta el cielo? No. Serás precipitada en el abismo.
Luego, Jesús dijo a sus discípulos: “El que los escucha a ustedes, a mí me escucha; el que los rechaza a ustedes, a mí me rechaza y el que me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado”.

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor, Jesús.

Reflexión para el viernes 1 de octubre de 2021. Santa Teresa del Niño Jesús


Repasamos en el profeta Baruc, leído en la primera lectura (1, 15-22), un término que comúnmente escuchamos: autocrítica. El profeta lo presenta como confesión del pueblo israelita, pues en su carácter, en su forma de ser y de hacer, ha descuidado, desde la salida de Egipto hasta la época de los profetas, la escucha de la Palabra y su acatamiento. Ahora, lo interesante del vocablo autocrítica, desplegado por el linaje hebreo, nos permite reconocer que, expresiones como ésta, «nos sentimos hoy llenos de vergüenza, porque hemos pecado», no han de asomar sin más en la opinión pública, sino que precisan un equilibrio, no sólo en los números, sino además en las virtudes. Cuando empleamos la atinada auto-revisión, no nos batimos en confidencia de bromas; quedaríamos rondando exclusivamente en el titubeo. En nosotros percibimos que el no al pecado, se vuelve en el sí a la conversión. Ahí donde encontramos no a un Dios de juicio severo, sino Aquel que no nos arruina, con liosas estrategias, las debidas oportunidades de enmendarnos. A él apelamos al tono del salmista, (Salmo 78), «¿hasta cuándo, Señor, vas a estar enojado y arderá como fuego tu ira?». Esta cuestión subraya que a Dios no únicamente lo agasajamos amigo cuando nos perdona, y para nada cuando nos corrige. Jesús, señala Lucas, en forma de preocupación y tristeza, observa la actitud de las ciudades de Corazaín, Betsaida y Cafarnaúm. Lugares cercanos a Jerusalén, supuestamente arraigados en la religión judía; todo lo contrario de Tiro y Sidón, alejadas de la urbe santa, y calificadas paganas. Aquellas se creían autoinmunes, paralizadas en el confort de una piedad apática, indolente y despreocupada. ¿Cómo en poblaciones así, se valora, por ejemplo, la debilidad de los desalentados, de las minorías, de los pobres? Esas ciudades presenciaron muchos milagros de Jesús; más que en Tiro y Sidón. Pero, en su debilidad por la arrogancia, muestran la fuerza de su específico decaimiento. Cristo no desafía a lo propio, a lo autóctono de una región; más bien ve cómo ello, eso llamado propio, es desvelador de su verdad. La cultura característica de cualquier país, de los hombres y mujeres que la aplauden y la labran, en sí no causa un aplazamiento interminable del evangelio; él no la complica en una improcedente incongruencia, inadecuada e impropia. Recordamos en este día a Santa Teresa de Lisieux. Nació el 2 de enero de 1873. El 9 de abril de 1888 ingresa al Carmelo de Lisieux. Muere el 30 de septiembre de 1897. Patrona universal de las misiones; en efecto, la Iglesia en la voz de Juan Pablo II, la proclamó, el 19 de octubre de 1997, Doctora de la Iglesia. ¿Qué nos ilustra esta carmelita descalza? La imagen de un Dios misericordioso, al que descubrió, aun niña, en el dócil comportamiento de su papá Luis Martín. Según testimonia ella misma, tal perfil disminuía el grabado de un Dios riguroso, el cual no aguarda sino al último momento para recibir los provechos o deterioros adquiridos en la existencia de cada persona; cuestión muy contendida en el siglo XIX sobre todo con el dilema del jansenismo. Ella se centra en el Dios caritativo que invita a la generosidad, descrito en Proverbios 9, 4, «jóvenes inexpertos vengan a mí»; a lo que en correlación modula el salmista, «que tu amor venga pronto a socorrernos, porque estamos totalmente abatidos». En una carta del 9 de mayo de 1887, destinada al Padre Roulland, misionero en China, formula esta juiciosa pregunta, «“¿cómo dudar de que Dios puede abrir las puertas de su reino a los hijos que le han amado hasta sacrificarlo todo por él?”» (Carta 203, p. 460). La sabiduría de Dios, —comenta Teresa de Lisieux—, escudriña un lugar y establece su domicilio en el más frágil, el más humilde, el más insignificante; ya que, en el frágil, el humilde y el insignificante halla una bondad que se dona; ellos, de Dios, todo aseguran. Afirma, «“quiero pasar mi cielo, haciendo el bien en la tierra”» (pp. 475-476), y antes de su sueño eterno corrobora, «no me arrepiento de haberme entregado al amor» (p. 476), mensaje equivalente al de su santa fundadora, Teresa de Jesús, «“para aprovechar mucho en este camino y subir a las moradas que deseamos, no está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho”» (Moradas cuartas, 1, 7) (p. 476).


La espiritualidad nos solicita tolerancia y sobriedad al mismo tiempo; y estas tareas las vamos acrisolando en lo que, Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, nombró la palanca de la oración. María, Virgen de la Sonrisa, tal cual la apreció Santa Teresa, acompañe nuestras vidas con su silencio y su humildad. Dios nos otorgue un bonito día, y nos dé el júbilo de su bendición. Amén.

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Padre Horacio Carrero

Doctor en Filosofía - Profesor del Seminario San Buenaventura de Mérida

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