Nosotros, como seres humanos, tenemos la necesidad de expresar nuestros sentimientos y emociones con el lenguaje corporal. Es por esto que al momento de estar felices lo demostramos con una sonrisa o gestos relacionados con algo positivo; y, cuando estamos tristes tal vez con el llanto.
Al momento de orar y entregar nuestros problemas y sentimientos a nuestro Señor, también debemos tener posturas corporales; que nos ayudan a conectarnos, concentrarnos y experimentar un verdadero encuentro con Dios a través de la oración.
Somos cuerpo y espíritu
Así como lo indica el Catecismo de la Iglesia Católica; en la Cuarta Parte de La Oración Cristiana. Artículo 1 – 2702: “Esta necesidad de asociar los sentidos a la oración interior responde a una exigencia de nuestra naturaleza humana. Somos cuerpo y espíritu, y experimentamos la necesidad de traducir exteriormente nuestros sentimientos. Es necesario rezar con todo nuestro ser para dar a nuestra súplica todo el poder posible”.
Según San Ignacio de Loloya, en el libro de ejercicios espirituales, escribe:
"entrar en la contemplación, cuándo de rodillas, cuándo postrado en tierra, cuándo supino rostro arriba, cuándo asentado, cuándo en pie, andando siempre a buscar lo que quiero. En dos cosas advertiremos: la primera es, que si hallo lo que quiero de rodillas, no pasaré adelante, y si prostrado, asimismo, etc.; la segunda, en el punto en el cual hallaré lo que quiero, ahí me reposaré, sin tener ansia de pasar adelante, hasta que me satisfaga."
Posiciones corporales
San Ignacio nos invita a tomar la posición que más nos agrade. Pero que esto no nos confunda, “estamos hablando de posturas que ayudan, que buscan preparar y disponer una actitud del corazón. No de "poses" que solo alimentan la vanidad”.
En este sentido, si decidimos estar sentados, que sea con una postura de respeto, confiabilidad y amor hacia Dios. Se espera de nosotros responder con tan solo una pequeña porción de todo ese cariño que el Señor nos da. Es por esto que puedes estar con la espalda recta, las palmas de las manos juntas a la altura del pecho o en el regazo; y, con los ojos cerrados para mejor concentración.
Si quieres celebrar este maravilloso encuentro de pie; hazlo con firmeza: cabeza erguida, la espalda recta. Brazos a los lados, con los talones juntos y las puntas de los pies separadas para mantener el equilibrio.
Por otro lado, al estar de rodillas, en el piso o en un reclinatorio; puedes colocar las palmas de tus manos juntas en forma de adoración.
Finalmente, postrado con el cuerpo boca arriba o en posición supina; y las manos debajo de la cabeza o a cada lado del cuerpo, proximal o distal.
Si tienes algunas dudas sobre la posición de los brazos y manos y la dirección de la mirada; puedes hacer la posición de oración antes mencionada. Con los brazos elevados en forma de cáliz para adorar vívidamente, o reposar las manos sobre las piernas. Y los ojos cerrados durante la oración. En cambio, si estas en una Santa Misa, puedes adorar con este sentido a Jesús Eucaristía.
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