Monseñor Raúl Biord, arzobispo de Caracas, participó del Congreso de Teología Sinodal, que organizó el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam) del 9 al 11 de agosto, en su sede de Bogotá.
Durante su intervención, correspondiente al 4.° Bloque: Iglesia sinodal misionera, abordó la relación entre sinodalidad y misión, ofreciendo algunas claves para que ambas categorías puedan complementarse.
“En lugar de ocuparnos de la misión, estamos mirando hacia dentro, a una organización más compartida, a revisar estructuras de participación y de “decision making”, como se dice ahora”, ha dicho.
Por eso, advirtió sobre el riesgo de asumir la sinodalidad a la ligera sin comprender la dimensión constitutiva del ser Iglesia: la misión, porque como ha dicho el Papa Francisco en Evangelii Gaudium 27, “sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo”.
Sobre todo para que “las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación”.
Eso fue lo que el mismo prelado denominó “objeción preliminar” para dar una sacudida a los participantes y teólogos presentes de ser una Iglesia “más en salida”, porque de lo contrario “estaríamos cayendo en la tan criticada auto-referencialidad”.
Desafíos de la misión
Son muchos los desafíos de la misión. Desde superar barreras dentro de la Iglesia hasta convertir en realidad “el sueño misionero que pasa por una conversión misionera personal e institucional”.
Advirtió que “se cierne la tentación de empequeñecer la idea de misión, reduciéndola a la atención pastoral ordinaria a las comunidades”, cuando la propia misión “será la fuente de la pastoral y no una sección de ella”.
“Podemos encontrar una analogía con lo que hoy llamamos ‘animación bíblica de la pastoral’ tal vez habría que hablar de una ‘animación misionera de la pastoral’ en el sentido de una dimensión transversal misionera en toda acción pastoral”, añadió.
Además ha señalado que “no es que la misión sea una rama de la teología, sino lo contrario: la teología es una rama de la misión. Reducir la misión a una pastoral misionera como está planteado en muchos de nuestros organigramas diocesanos es desenfocado y empobrecedor”.
Fines de la sinodalidad
El prelado venezolano lamentó: “Pareciera que la misión no arranca, que no es el horizonte principal de nuestra acción eclesial. Parece que, enredados en la sinodalidad, no avanzamos a la misión”.
Si bien las reformas sinodales en desarrollo “son necesarias” sostuvo que aún “no se capta todavía una fuerza vital evangelizadora y un compromiso misionero que nos desmovilice de la comodidad, del siempre se ha hecho así, de los templos”.
Indicó que se organiza “mucho la pastoral, pero hemos descuidado la misión”. Ha invitado a reflexionar más sobre la sinodalidad, porque “no se trata de una moda pasajera, sino de una nota constitutiva de la Iglesia”.
“Hay que afirmar que la sinodalidad no es un fin en sí misma, como tampoco lo es la comunión. En la dinámica trinitaria, encontramos una comunión que se abre a la misión, porque ya desde el origen era una comunión misionera”, agregó.
Por eso, apuntó que “el verdadero fin de la sinodalidad es la misión a la que estamos llamados (por el mandato del Resucitado), en la que estamos involucrados (desde la dinámica trinitaria) y comprometidos (por el bautismo y los sacramentos de la iniciación cristiana)”.
Falta de propuestas
Monseñor Biord destacó que en el instrumentum laboris (n.9) “Sinodalidad y misión están, pues, íntimamente ligadas”, sin embargo, observó que en el informe de Síntesis hay muy pocas propuestas al respecto.
“Llama la atención la pobreza de las ‘propuestas’ del informe”, advierte, al tiempo que sugiere ver con “mayor claridad la necesidad de una conversión misionera”.
Aunque el informe “centró sus propuestas en la ampliación de los ministerios laicales. No abordó el problema de fondo: hemos mermado en mordiente profética, en impulso misionero y en compromiso evangelizador”.
Por eso, la tentación que “dije al inicio es enredarnos en la sinodalidad como organización, y no comprender su auténtico alcance de ser impulso a la misión, a salir de círculos cerrados, e ir por las calles a anunciar la alegría del Evangelio”.
“Creo que hay mucho por reflexionar, y ampliar las propuestas del sínodo en relación con la misión”, finalizó.
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