- MONICIÓN ENTRADA
- MONICIÓN PRIMERA LECTURA (Sabiduría 6,12-16)
- Lectura del libro de la Sabiduría 6, 12-16
- Salmo responsorial: Salmo 62, 2. 3-4. 5-6. 7-8 (R.: 2b)
- MONICIÓN SEGUNDA LECTURA (1 Tesalonicenses 4,13-18)
- Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 4, 13-18
- MONICIÓN EVANGELIO (Mateo 25,1-13)
- Reflexión del Evangelio de hoy
- Peticiones
MONICIÓN ENTRADA
Bienvenidos, hermanos y amigos. Reciban todos ustedes gracia, paz y alegría de parte del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Estamos en el Domingo Treinta y Dos del Tiempo Ordinario. La Liturgia de la Palabra de hoy nos habla de la alegría con que debemos esperar el encuentro con el Señor, esa oportunidad que no se repetirá. El cristiano es aquél que toda la vida espera ansiosamente la venida del Señor, y se prepara para ese encuentro como la novia enamorada se prepara para sus nupcias: siempre alegre. El servicio llenará nuestra espera de alegrías y cuando venga el Esposo - sea cuando sea – nos encontrará radiantes.
Seguros de la Presencia del Resucitado aquí y ahora entre nosotros, llenos de alegría, pongámonos de pie para recibirlo.
MONICIÓN PRIMERA LECTURA (Sabiduría 6,12-16)
La Primera Lectura nos dice que la sabiduría es radiante porque su alegría más grande es dejarse encontrar. Escuchemos con atención.
Lectura del libro de la Sabiduría 6, 12-16
La sabiduría es radiante e inmarcesible,
la ven fácilmente los que la aman,
y la encuentran los que la buscan;
ella misma se da a conocer a los que la desean.
Quien madruga por ella no se cansa:
la encuentra sentada a la puerta.
Meditar en ella es prudencia consumada,
el que vela por ella pronto se ve libre de preocupaciones;
ella misma va de un lado a otro
buscando a los que la merecen;
los aborda benigna por los caminos
y les sale al paso en cada pensamiento.
Palabra de Dios
Salmo responsorial: Salmo 62, 2. 3-4. 5-6. 7-8 (R.: 2b)
R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agotada, sin agua. R.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo. R.
MONICIÓN SEGUNDA LECTURA (1 Tesalonicenses 4,13-18)
Mientras esperamos, Pablo nos anima a no vivir tristes, sino a consolarnos mutuamente en la esperanza de la Resurrección. Escuchemos.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 4, 13-18
Hermanos, no queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza.
Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo, a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con él.
Esto es lo que os decimos como palabra del Señor:
Nosotros, los que vivimos y quedamos para cuando venga el Señor, no aventajaremos a los difuntos.
Pues él mismo, el Señor, cuando se dé la orden, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar.
Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados con ellos en la nube, al encuentro del Señor, en el aire.
Y así estaremos siempre con el Señor.
Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.
Palabra de Dios.
MONICIÓN EVANGELIO (Mateo 25,1-13)
Hoy Jesús nos trae esta Buena Noticia: los que se mantengan radiantes a pesar de la larga espera, ésos entrarán al banquete. Abramos el oído, la mente y el corazón, y pongámonos de pie para acoger su Palabra.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 25, 1-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
—«Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas.
Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz:
"¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!".
Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las sensatas:
"Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas". Pero las sensatas contestaron:
"Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis".
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo:
"Señor, señor, ábrenos".
Pero él respondió:
"Os lo aseguro: no os conozco".
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».
Palabra del Señor.
Reflexión del Evangelio de hoy
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
Hoy, en la lectura del Evangelio, escuchamos una parábola que Jesús compartió con sus discípulos, la parábola de las diez vírgenes. Esta parábola nos presenta un poderoso recordatorio de la importancia de estar preparados para el encuentro con nuestro Señor. En este relato, Jesús nos muestra la diferencia entre las vírgenes prudentes y las vírgenes insensatas. Las vírgenes prudentes se prepararon con aceite para sus lámparas y pudieron entrar al banquete nupcial, mientras que las vírgenes insensatas, sin aceite, se quedaron afuera.
Esta parábola nos habla de la importancia de la vigilancia, la preparación y la disponibilidad para el encuentro con Dios.
Pero, ¿qué lecciones podemos extraer de esta parábola a la luz de la doctrina teológica del Papa Francisco?
En primer lugar, el Papa Francisco nos ha recordado constantemente la importancia de la misericordia y la compasión. Las vírgenes insensatas podrían representar a aquellos que, en su falta de previsión, necesitarían la misericordia de otros. Como cristianos, se nos llama a ser como las vírgenes prudentes, dispuestos a compartir el aceite de la compasión con aquellos que están en necesidad. Esta es una invitación a construir una comunidad de amor y solidaridad, donde el aceite de la misericordia fluya libremente.
En segundo lugar, el Papa Francisco nos ha instado a mirar más allá de nosotros mismos y a cuidar de nuestra Casa Común, la Tierra. La preparación espiritual no puede desligarse de la preocupación por la creación de Dios. Debemos ser vírgenes prudentes en el cuidado de nuestra casa común, asegurándonos de que el aceite de la responsabilidad ecológica esté disponible para las generaciones futuras.
Finalmente, la parábola también nos recuerda la importancia de estar preparados para el encuentro final con Cristo. El Papa Francisco nos ha llamado a ser una Iglesia en salida, una Iglesia que se preocupa por los marginados y los pobres. La preparación para el encuentro con Dios implica cuidar a los más necesitados, reconociendo a Cristo en los rostros de los menos afortunados y actuando en consecuencia.
En resumen, esta parábola nos llama a la vigilancia, la compasión, la responsabilidad ecológica y la solidaridad. Siguiendo el ejemplo del Papa Francisco, debemos ser vírgenes prudentes, llenando nuestras lámparas con el aceite de la misericordia y el amor. Solo entonces estaremos preparados para el encuentro con el Señor y para construir un mundo mejor para todos.
Oremos para que el Espíritu Santo nos guíe en este camino de preparación y nos dé la gracia para ser verdaderos seguidores de Cristo en nuestra vida diaria. Amén.
Peticiones
- Por la Iglesia universal, para que continúe siendo un faro de luz y esperanza en un mundo lleno de desafíos, y para que los líderes de la Iglesia sigan inspirados por el Espíritu Santo en su labor pastoral.
- Por nuestros líderes políticos y gubernamentales, para que busquen la justicia y la paz en todas sus decisiones y promuevan políticas que beneficien a los más vulnerables de la sociedad.
- Por todas las víctimas de conflictos, guerras y desastres naturales en todo el mundo, para que encuentren consuelo, ayuda y apoyo en sus momentos de necesidad, y para que la paz prevalezca en las regiones afectadas.
- Por aquellos que sufren a causa de las enfermedades, para que encuentren curación, fortaleza y consuelo, y para que los trabajadores de la salud sean fortalecidos en su labor de cuidar a los enfermos.
- Por las vocaciones religiosas y sacerdotales, para que más jóvenes sientan la llamada de servir a la Iglesia y al prójimo, y para que Dios les dé la sabiduría y la fortaleza necesarias para responder a ese llamado.
- Por las familias, para que sean lugares de amor, unidad y apoyo mutuo, y para que los padres encuentren la sabiduría y la paciencia necesarias para criar a sus hijos en la fe y el amor.
- Por aquellos que luchan contra la soledad, la depresión y la ansiedad, para que encuentren apoyo y comprensión en su comunidad y para que experimenten la paz y la sanación en sus vidas.
- Por todos nosotros reunidos aquí hoy, para que podamos vivir de acuerdo con los valores del Evangelio y ser testigos de la bondad y el amor de Dios en el mundo.
- Por todos los fieles difuntos, para que descansen en la paz eterna y contemplen el rostro de Dios en su gloria.
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