Los Obispos panameños piden abstenerse de asistir a cultos lefebvristas por no estar “en plena comunión con la Iglesia Católica”

Camino y Oración
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La Conferencia Episcopal Panameña (CEP) ha emitido un comunicado sobre las actividades de la fraternidad de San Pío X, fundada por Marcel Lefebvre, arzobispo francés que se opuso firmemente a las enseñanzas del Concilio Vaticano II.

Los lefebvristas, que en el siglo XXI siguen desobedeciendo al Papa, defienden la celebración de misas en latín y de espaldas al pueblo, que actualmente, aunque no está prohibida, necesita la aprobación del Obispo.

Por eso, los obispos panameños han recordado, citando el artículo 392 del Canon, que tenemos «la obligación de defender la unidad de la Iglesia universal, el Obispo debe promover la disciplina que es común a toda la Iglesia, y por tanto exigir el cumplimiento de todas las leyes eclesiásticas»

En este sentido, informan a toda la feligresía panameña que la fraternidad de San Pío X “no está en plena comunión con la Iglesia Católica; por lo que los fieles católicos deben abstenerse de asistir a sus cultos”.

Aprobación del Obispo Indicaron que sobre la administración de los sacramentos en sus cultos, “se les recuerda a los fieles que para administrar sacramentos se requiere la aprobación del Obispo o de la Autoridad Eclesial; y al no contar con la misma, estos son ilícitos”.

En cuanto a “la Celebración de la Misa en latín comunicamos que no está prohibida en la Iglesia Católica; pero debe ser aprobada por los Obispos (Traditionis Custodes, Art.2) y el uso del Vetus Ordo (Misa en latín que se celebraba antes del Concilio Vaticano II) solo puede ser autorizada por la Santa Sede”.

Sobre los Lugares Sagrados y Lugares de Oración «recordamos que la dedicación de un lugar corresponde al Obispo diocesano y a aquellos que se le equiparan por el derecho, según el Canon 1206 y 1224), por lo que “está prohibida la celebración de Sacramentos en lugares no autorizados por el Obispo”.

“Hacemos un llamado a todos los fieles católicos, a valorar la riqueza de la Liturgia actual, enriquecida por la expresión del Pueblo de Dios, a través de su propia lengua, como lo solicitaron los Padres Conciliares en el Concilio Vaticano II y como la Iglesia Universal celebra todos los días en todo el mundo”, han dicho.

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