Antífona de entrada
Me invocará, y yo le responderé. estaré con él en el peligro, lo defenderé y lo glorificaré; le haré gozar de una larga vida. (Cf. Sal 90,15-16)
No se canta ni se dice el Gloria.
Oración colecta
Dios todopoderoso, concédenos que,
gracias a la práctica anual de la Cuaresma,
progresemos en el conocimiento del misterio de Cristo
y vivamos en conformidad con Él,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios, por los siglos de los siglos.
Se dice Credo.
Oración sobre las ofrendas
Te pedimos, Señor, que nos dispongas
para ofrecer convenientemente estos dones
con los que inauguramos el camino hacia la Pascua.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio
LAS TENTACIONES DEL SEÑOR
V. El Señor esté con ustedes
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
Realmente es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Él mismo al abstenerse de alimentos terrenos
durante cuarenta días,
consagró con su ayuno nuestra práctica cuaresmal,
y al rechazar las tentaciones del demonio
nos enseñó a superar las fuerzas del pecado;
de este modo,
celebrando con sinceridad el misterio de esta Pascua,
podremos pasar un día a la Pascua que no acaba.
Por eso, unidos a los coros de los ángeles,
cantamos un himno a tu gloria,
diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de comunión
No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. (Mt. 4,4)
O bien:
El Señor te cubrirá con sus plumas, y hallarás un refugio bajo sus alas. (Cf. Sal. 90,4)
Oración después de la comunión
Padre compasivo,
reconfortados con el pan del cielo que alimenta nuestra fe,
acrecienta nuestra esperanza y fortalece nuestra caridad,
enséñanos a tener hambre de este pan vivo y verdadero
y a vivir de toda palabra que sale de tu boca.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración sobre el pueblo
Concede, Señor, una copiosa bendición sobre tu pueblo,
para que su esperanza crezca en la tribulación,
la virtud se afirme en la tentación,
y alcance así la redención eterna.
Por Cristo, nuestro Señor.
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