Lecturas y moniciones para el día de hoy Martes 21 de Noviembre de 2023

Padre Jose Luis Toro

Martes de la 33ª semana de Tiempo Ordinario

Años impares


PRIMERA LECTURA

Legaré un noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar voluntariamente la muerte por amor a nuestra Ley

Lectura del segundo libro de los Macabeos 6, 18-31

En aquellos días, a Eleazar, uno de los principales escribas, hombre de edad avanzada y semblante muy digno, le abrían la boca a la fuerza para que comiera carne de cerdo.

Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida de infamia, escupió la carne y avanzó voluntariamente al suplicio, como deben hacer los que son constantes en rechazar manjares prohibidos, aun a costa de la vida.

Los que presidían aquel sacrificio ilegal, viejos amigos de Eleazar, lo llevaron aparte y le propusieron que hiciera traer carne permitida, preparada por él mismo, y que la comiera, haciendo como que comía carne del sacrificio ordenado por el rey, para que así se librara de la muerte y, dada su antigua amistad, lo tratasen con consideración.

Pero él, adoptando una actitud cortés, digna de sus años, de su noble ancianidad, de sus canas honradas e ilustres, de su conducta intachable desde niño y, sobre todo, digna de la Ley santa dada por Dios, respondió todo seguido:

—«¡Enviadme al sepulcro! Que no es digno de mi edad ese engaño. Van a creer muchos jóvenes que Eleazar, a los noventa años, ha apostatado, y, si miento por un poco de vida que me queda, se van a extraviar con mi mal ejemplo. Eso sería manchar e infamar mi vejez. Y, aunque de momento me librase del castigo de los hombres, no escaparía de la mano del Omnipotente, ni vivo ni muerto. Si muero ahora como un valiente, me mostraré digno de mis años y legaré a los jóvenes un noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar voluntariamente una muerte noble por amor a nuestra santa y venerable Ley».

Dicho esto, se dirigió en seguida al suplicio. Los que lo llevaban, poco antes deferentes con él, se endurecieron, considerando insensatas las palabras que acababa de pronunciar.

Él, a punto de morir a fuerza de golpes, dijo entre suspiros:

—«Bien sabe el Señor, que posee la santa sabiduría, que, pudiendo librarme de la muerte, aguanto en mi cuerpo los crueles dolores de la flagelación, y los sufro con gusto en mi alma por respeto a él».

Así terminó su vida, dejando, no sólo a los jóvenes, sino a toda la nación, un ejemplo memorable de heroísmo y de virtud.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 3, 2-3. 4-5. 6-7 (R.: 6b)

R. El Señor me sostiene.

Señor, cuántos son mis enemigos,
cuántos se levantan contra mí;
cuántos dicen de mí:
«Ya no le protege Dios». R.

Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria,
tú mantienes alta mi cabeza.
Si grito invocando al Señor,
él me escucha desde su monte santo. R.

Puedo acostarme y dormir y despertar:
el Señor me sostiene.
No temeré al pueblo innumerable
que acampa a mi alrededor. R.

Aleluya 1Jn 4, 10b

Dios nos amó y nos envió a su Hijo
como víctima de propiciación por nuestros pecados.

Versículos alternativos para el Aleluya

EVANGELIO

El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido

Lectura del santo evangelio según san Lucas 19, 1-10

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad.

Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió en una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.

Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo:

—«Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa».

Él bajó en seguida y lo recibió muy contento.

Al ver esto, todos murmuraban, diciendo:

—«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».

Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor:

—«Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más».

Jesús le contestó:

—«Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán.

Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

Palabra del Señor.

Reflexión del Evangelio de hoy

La lectura de Lucas 19, 1-10 nos trae el hermoso relato de Zaqueo, un hombre de corta estatura pero de gran corazón abierto a la transformación que trae el encuentro con Jesús.

Zaqueo, un recaudador de impuestos y considerado pecador, se siente atraído por la fama de Jesús y busca verlo. Al ser de baja estatura, sube a un árbol para poder vislumbrar al Maestro. Este gesto nos enseña la disposición de Zaqueo para superar los obstáculos que lo separan de Jesús. A veces, nuestras limitaciones personales pueden ser como obstáculos que nos impiden acercarnos al Señor, pero la determinación y el deseo sincero pueden superar esas barreras.

Jesús, al pasar por allí, mira hacia arriba y lo llama por su nombre, sorprendiendo a Zaqueo. Esta acción revela el amor y la atención personal que Jesús tiene para con cada uno de nosotros, incluso aquellos que la sociedad podría considerar indignos o alejados de la gracia divina.

El encuentro con Jesús transforma a Zaqueo. Él decide cambiar su vida y hacer reparación por las injusticias cometidas, devolviendo lo robado y mostrando un corazón generoso. Jesús celebra esta conversión, proclamando que la salvación ha llegado a su casa.

En nuestra vida diaria, ¿qué obstáculos o limitaciones nos impiden acercarnos a Jesús de manera auténtica? ¿Estamos dispuestos a buscarlo sinceramente, incluso si eso implica superar nuestros propios impedimentos? La historia de Zaqueo nos invita a acoger el llamado de Jesús, a abrir nuestro corazón a la transformación y a responder con generosidad y rectitud.

Que en este martes de la semana 33 del tiempo ordinario, imitemos la determinación de Zaqueo para buscar a Jesús, permitiendo que su gracia transforme nuestras vidas y nos guíe hacia una auténtica conversión. Que estemos abiertos a la misericordia y al amor redentor de Cristo, dispuestos a vivir conforme a su voluntad. Que la gracia de Dios nos acompañe en este camino de encuentro y transformación. Amén.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *